Pedro Jesús Millán, R1 de Neurocirugía en el Hospital Virgen del Rocío relata su estreno en el Servicio

Pedro Jesús Millán es R1 en el Virgen del Rocío y relata su primer día en la residencia del hospital sevillano
Pedro Jesús Millán, residente de primer año de Neurocirugía en el Hospital Universitario Virgen del Rocío.


26 may. 2023 14:00H
SE LEE EN 7 minutos
Los nuevos residentes del MIR 2023 ya se han adentrado en su nueva etapa como R1 de sus respectivas especialidades y en el hospital que escogieron al seleccionar su plaza. Los nervios por empezar a trabajar, las ganas de conocer a sus nuevos compañeros o la ilusión de ponerse por primera vez el uniforme son sensaciones que solo ellos, en primera persona, conocen a la perfección. Para poder estar un paso más cerca de descubrir cómo se siente un MIR en su primer día como residente, Redacción Médica ha contactado con uno de ellos, Pedro Jesús Millán, número 6 de este examen de 2023 para que relate de primera mano cómo han sido las primeras horas como R1 de Neurocirugía en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla. Esta ha sido la primera página de su diario MIR, el cual llenará con cada una de sus nuevas experiencias como residente.

Querido diario MIR:

7:28 horas. Primera entrada de muchas que vendrán. Espero acudir a ti día tras día con la misma ilusión que con la que acudo hoy, en el primer día del resto de nuestra vida. Como ya hacía desde la facultad, café en mano, he salido casi con una hora de antelación. Nunca me he fiado de los buses urbanos, aunque aquí, en Sevilla, he de reconocer que funcionan bastante bien. He llegado al imponente Hospital Universitario Virgen del Rocío como el párvulo que entra en su primer día de guardería, entre miedo y curiosidad, con una libreta y un boli como único juguete para enfrentarme al día. Pero en el momento en el que ves a tus compañeros, otros MIRes que han pasado por lo mismo que tú, con los mismos temores, las mismas dudas y las mismas preguntas, los miedos se van diluyendo y va quedando la ilusión.

Pedro Jesús Millán, R1 de Neurocirugía en el Virgen del Rocío, explica su primer día como residente.

Allí, a las puertas del Edificio de Gobierno, donde nos harán un breve pero necesario acto de acogida, se agolpan decenas de nuevos residentes. Caras conocidas, de la facultad o de la preparación del examen. También otras que no conoces y que, quizás, en un futuro, conocerás como a la de un hermano. Todo ayuda a hacer de este día más ameno y feliz, a sentirte en una gran familia. En el acto, nos han comentado todo el potencial del hospital, sus posibilidades de investigación, de formación, cursos, talleres, retribuciones, servicios de apoyo al personal… Llevamos toda una vida formándonos y parece mentira que sigamos agradeciendo tanto más y más formación, más y más conocimiento, más y más apoyo. La Medicina es, de hecho, un mundo inabarcable, pero así lo reflejaron en el acto con una cita de Antonio Machado: "Caminante no hay camino, se hace camino al andar". Y, añado yo, estos nuevos médicos no tienen miedo a caminar.

Tras este momento de convivencia, comandados por los tutores de residentes, especialidad por especialidad iban abandonando el hemiciclo del Aula Magna camino de su nueva vida, allá en el servicio elegido. Yo, dado que Sevilla es prácticamente el único servicio de España que ofrece dos plazas de residente de Neurocirugía, tengo la suerte de poder contar con una compañera. ¿Que me he perdido 4-5 veces en el hospital? Pues sí. ¿Que le preguntas a tu compañera y tampoco tiene ni idea de adónde va? Pues también. Pero es que lo importante es el camino que iremos recorriendo juntos durante estos años, con tus coRs, con tus residentes mayores, con tus adjuntos y tutores… Si tuviera que decir lo fundamental del día de hoy sería: la familia del hospital. En esta profesión, pasaremos buenos y, por supuesto, malos momentos, situaciones más difíciles, circunstancias duras… Y un hombro en el que confíes y en el que apoyarte es todo lo que se puede pedir. Hablo por mí, desde lo visto en mi corta experiencia aquí en este hospital, que no puedo sentirme más acogido por los grandes profesionales que me ha tocado conocer. Prometo responder igual.


"Si tuviera que decir lo fundamental del día de hoy sería: la familia del hospital"



Recogida la bata, los zuecos y la llave de la taquilla, después de haber hablado con Informática, solicitada la tarjeta identificativa, recibidos mil y un correos, y un infinito etcétera de cosas (no sin poca ayuda y guía de nuestros resis mayores), llegamos por fin al servicio de nuestra ansiada especialidad. Bata abrochada, libreta en mano, sin más dilación, empieza el trabajo. Un corto tour por el hospital es suficiente para mostrarnos Urgencias, Observación, Consultas, UCI, planta de hospitalización, quirófanos… multitud de lugares donde no dentro de mucho nosotros mismos estaremos moviéndonos como pez en el agua. La residente de 2º año nos lo va enseñando todo y a nosotros, con cara de terror, al final se nos escapa una sonrisa pensando que ella misma, una compañera risueña con una seguridad aplastante, estuvo en nuestra misma posición no hace mucho. Eso nos tranquiliza. El camino es el camino; lo dicho, ahora toca caminar.

Me quedo con otro residente pasando consulta telefónica. Me enseña los pormenores de Diraya (sistema informático del SAS en Andalucía), los "truquitos" para sobrevivir al día a día entre analíticas, peticiones de imagen, informes de alta y evoluciones, y algún que otro consejo que la experiencia le ha ido dando, y comparte conmigo algunos casos complejos, reflejo de los retos a los que me tendré que enfrentar. Soy cirujano, sí, pero hoy en día, reflejarlo todo de forma correcta en los informes es de vital importancia, para otros compañeros, para los pacientes, e incluso para uno mismo. Tengo que aprender mucho lenguaje técnico, la forma correcta de escribir, no olvidarme de nada… Me lo pongo como desafío aprenderlo. Te iré informando, querido diario.

15:17 horas. Casi es hora de irnos. La consulta está terminada. Me voy quitando la bata, pero suena el teléfono. Otro residente me invita a quedarme a una operación de última hora: una biopsia cerebral. Mi pareja me está esperando para almorzar, pero es algo a lo que no me puedo negar. La ilusión me puede. Antes de que termine de hablar, ya me estoy colocando el pijama de quirófano. En un abrir y cerrar de ojos, me encuentro rodeado de adjunto y residente, estéril y realizando una trepanación, como las que ya hiciera en mi Jaén natal. Había olvidado durante estos meses de preparación del examen la sensación de estar metido en el papel, del calor de las luces deslumbrantes del quirófano, de la tensión del primer corte de bisturí, de estar mano a mano con otro cirujano, con los enfermeros… Y así, como el que ve a su amada tras meses de ausencia, voló el tiempo y salgo dos horas después, con hambre, pesadez en las piernas y, sobre todo, enamorado. Camino del segundo día del resto de nuestra vida.
¿Quieres seguir leyendo? Hazte premium
¡Es gratis!
¿Ya eres premium? Inicia sesión
Las informaciones publicadas en Redacción Médica contienen afirmaciones, datos y declaraciones procedentes de instituciones oficiales y profesionales sanitarios. No obstante, ante cualquier duda relacionada con su salud, consulte con su especialista sanitario correspondiente.