Miles de candidatos se juegan su futuro en las pruebas de FSE y, como cada año, los rituales son los mismos

El examen MIR, 40 años de liturgia y solemnidad
Exteriores de la facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid.


10 feb. 2018 16:00H
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POR JESÚS ARROYO
Un portazo en el aula 20 de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid sirve de pistoletazo de salida para el examen MIR 2018, el más disputado de los últimos años. Dentro, unas setenta personas esperan con ansia y nervios el inicio de la prueba que, durante cinco horas, discernirá sobre el ser o no ser de su futuro profesional.

En el que es su cuarenta aniversario, el MIR sigue respetando las tradiciones como antaño. La solemnidad y respeto que se respira en los pasillos en los momentos previos al inicio del examen significa que este no es uno más en la carrera de los estudiantes de Medicina. “Es la tercera vez que me presento y espero que esta vez sí pueda conseguir mi objetivo”, explica Juan Carlos, mientras da la última ojeada a sus apuntes de cirugía.

Como él, 14.450 aspirantes más optarán a una de las 6.513 plazas de residencia que el Ministerio de Sanidad ha aprobado para esta convocatoria. Para algunos suficientes, para otros “significará que muchos se queden un año más en la cuneta sin poder ejercer como médico”, señala uno de los padres que ha acompañado a su hija al examen, como si fuera su primer día de colegio.

Abrazos, risas nerviosas, y hasta alguna lágrima se dejaban ver en el campus de la Universidad Complutense de Madrid, lugar en el que este año se examinarán casi 7.000 personas entre todos los aspirantes que conforman las siete titulaciones de la Formación Sanitaria Especializada.

"Ser valiente no es solo cuestión de suerte"

A las afueras de la Facultad de Informática se mezclaban candidatos al MIR, EIR y FIR, mientras desde un coche con las ventanillas bajadas, y a modo de rave, sonaba Valiente de Vetusta Morla.

“Conseguir una plaza de Enfermera residente es por lo que llevo luchando casi un año. Es cierto que no tengo la misma presión que el que se presenta al MIR, pero compartimos el mismo sueño”, explica Vanesa mientras espera a ser llamada por el interventor de su examen. Su compañera, que escucha atentamente, le reprende: “Los MIR se creen superiores por haber estudiado Medicina. Las enfermeras debemos tener el mismo reconocimiento, aunque no necesitemos un examen para trabajar”.

"Tengo la sensación de que se me ha olvidado todo lo que he estudiado en 9 meses justo antes de empezar"



Con el ánimo más calmado, Íñigo llega apresurado al tablón donde están todos los nombres que concurrirán al examen FIR. Es la primera vez que se presenta y reconoce estar bastante nervioso porque “no sé qué nos pueden preguntar”.

“Aunque en la academia nos han dicho que vengamos relajados y que no nos preocupemos por nada, lo cierto es que es imposible. Tengo la sensación de que se me ha olvidado todo lo que he estudiado durante nueve meses justo antes de empezar”, asegura este joven de 25 años, mientras de reojo mira a su madre que tampoco se ha querido perder esta cita.

Silencio ensordecedor

En España, ya va haciendo 40 años de casi todo. En 1978 Vicente Rojo fue el encargado de promover el sistema de formación para médicos internos residentes, el ya conocido MIR. Aunque la prueba está de aniversario, pocos de los que hoy se presentan saben que ya forman parte de la historia de la Formación Sanitaria. “¿40 años ya? No sabía que el MIR tuviera tanto tiempo”, afirma Luis sorprendido.

Su padre, que lo acompaña, sí recuerda cuando se promovió ese examen. “Al principio fue algo revolucionario. Pedirle a un médico un examen previo para poder ejercer. Recuerdo que a muchos no les sentó nada bien. Pero ahora está perfectamente asimilado”, cuenta.

Padre e hijo están esperando a que el interventor de su mesa de examen diga en voz alta sus apellidos y nombre para entrar al aula. Cuando se abren las puertas, como si del Mesías se tratase, se siembra un silencio sepulcral y de respeto para que todos los nombres se puedan escuchar nítidamente. Cada año se repite la misma liturgia en torno a este momento. DNI en la mano y esperando con nerviosismo a escuchar el primer apellido. "Tengo miedo a que por algún error administrativo mi nombre no aparezca en el listado. Sé que es imposible pero todo puede pasar", confiesa Ariadne, mientras aprieta fuerte su carpeta de apuntes. 

Bajo estricta puntualidad, todos los alumnos toman asiento. Entre ellos dos separaciones para evitar malas tentaciones. Las caras son de cansancio, desesperación y de ganas por terminar este camino. Durante las cinco horas que dura el examen, el tiempo se detendrá para ellos, como la realidad paralela que intentaba explicar Christopher Nolan. El trabajo está hecho y la suerte “para quien la necesite”, como le dice un aspirante a otro antes de empezar el examen MIR. 
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