Los farmacéuticos Jaime Arnáiz y Javier Marín.
El debate sobre el
fin de la regulación de precios de los productos sanitarios sigue abierto. Tras el anuncio de Sanidad de que pondrá punto final al control implantado durante la pandemia, el foco se desplaza ahora hacia sus
posibles efectos en la salud pública y en la relación entre ciudadanos y farmacias.
La medida, que se aplicará progresivamente, busca
devolver al mercado la capacidad de ajustar los precios de diferentes productos. Pero más allá del impacto económico, el cambio puede tener un efecto en la forma en que la población se relaciona con la prevención y el autocuidado.
Redacción Médica ha hablado con dos farmacéuticos;
Jaime Arnáiz, titular de una farmacia en el centro de Madrid, y
Javier Marín, que trabaja en una oficina de farmacia de Murcia. Ambos coinciden en que la liberalización de precios, si se gestiona con responsabilidad, puede traducirse en una
mejor cobertura sanitaria y en una mayor concienciación sobre la salud.
"La reducción de precios puede facilitar el acceso y mejorar la prevención"
Jaime Arnáiz considera que liberar los precios puede tener incluso un efecto positivo para los ciudadanos. "Creo que la liberalización del precio lo que puede provocar probablemente sea incluso una
reducción de los precios de venta, lo cual facilitará el acceso de la población al servicio", explica.
En su opinión, si el mercado responde con competitividad, los precios podrían ajustarse a la baja,
beneficiando a los usuarios y reforzando las medidas preventivas. "No será lo mismo si alguien tiene que comprar unas mascarillas a 30 céntimos que a 15. Habrá mucha más gente que las compre y así se protegerá mejor en entornos como el metro o el transporte público. Es algo muy importante".
Arnáiz subraya, sin embargo, que
el acceso económico no debe comprometer la calidad del producto. "Lo más importante es mantener los estándares de calidad y asegurarse de que todo lo que se fabrica y se comercializa cumple realmente con todas las medidas necesarias. No sirve de nada un precio bajo si el producto no es eficaz en su función".
"El precio no lo es todo: la educación sanitaria sigue siendo clave"
Desde Murcia, Javier Marín comparte la idea de que un mercado más libre puede favorecer la prevención, pero insiste en que debe ir acompañado de un
papel activo por parte de los profesionales sanitarios, "siempre que se aplique con criterio y responsabilidad", afirma.
"En muchos casos, productos como los test de autodiagnóstico, tensiómetros o materiales de prevención se perciben como algo complementario, cuando en realidad son
herramientas fundamentales para detectar a tiempo posibles problemas de salud", añade.
Para Marín, si los precios se vuelven más competitivos, "más personas se animarán a utilizarlos, lo que podría traducirse en una mayor concienciación y prevención". Sin embargo, advierte que "el precio no lo es todo". "
En salud, el acompañamiento profesional es clave. En la farmacia vemos cada día a personas que compran un test o un dispositivo sin saber interpretarlo correctamente. Por eso, además de facilitar el acceso económico, es fundamental que el farmacéutico siga siendo la figura que asesora, guía y garantiza un uso correcto".
"El reto está en equilibrar competencia y equidad"
En cuanto al
impacto en la cobertura sanitaria, los farmacéuticos se muestran prudentes. "Un mercado menos regulado puede tener luces y sombras. Es cierto que una menor rigidez puede favorecer la innovación y ampliar la oferta, pero también puede generar desigualdades en el acceso", advierte Marín.
"Hay diferencias económicas, educativas y culturales que hacen que,
si el mercado se desregula demasiado, podamos generar brechas. Por eso, la clave está en encontrar un equilibrio inteligente: mantener una regulación que garantice calidad, seguridad y equidad, pero sin poner trabas innecesarias a la competencia y la innovación", sostiene.
Para ambos profesionales,
el papel de la farmacia comunitaria será esencial en esta nueva etapa. Como concluye Marín, "la salud no puede medirse solo en términos de mercado. El sistema debe seguir protegiendo el acceso universal, y la farmacia comunitaria tiene un papel decisivo en eso: ser el punto más cercano, más accesible y más humano del sistema sanitario".
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