Gerino García, Jaime Arnáiz e Isabel Martín, farmacéuticos.
El desembarco de
terapias avanzadas, como las basadas en ARNm, la terapia génica o los medicamentos personalizados, está transformando la práctica sanitaria y, con ello, redefiniendo
el papel de los farmacéuticos en el sistema.
La pregunta que se plantea es clara:
¿está la profesión preparada para asumir este reto o faltan recursos y formación? La respuesta no es unánime, pero sí apunta a un escenario de cambios necesarios, tanto en lo legal como en lo formativo y en el reconocimiento profesional.
La farmacia comunitaria, experta pero limitada
Desde las oficinas de farmacia se alza una voz crítica sobre las
barreras normativas que dificultan un mayor protagonismo del farmacéutico en la gestión de los tratamientos.
Redacción Médica ha podido hablar con algunos profesionales del sector.
Por ejemplo,
Gerino García, titular de una botica en Villaverde (Madrid), lo resume con contundencia: "La farmacia comunitaria está preparada. Los farmacéuticos somos, de hecho, los profesionales más expertos en medicamentos que existen. No hay ninguna otra carrera que estudie tanto cómo funciona un fármaco, su farmacocinética, sus interacciones o cómo una forma farmacéutica puede marcar la diferencia en la adherencia de un paciente".
Sin embargo, García denuncia la paradoja de que los farmacéuticos, pese a su preparación, tengan
escasa capacidad de decisión en los tratamientos. "Es paradójico que un enfermero pueda prescribir, y un farmacéutico no. Yo no puedo cambiar la presentación de un antibiótico en jarabe a comprimido cuando veo que un adulto abandona el tratamiento por el sabor. Tampoco puedo modificar la forma de administración de un antihipertensivo cuando sé que el paciente lo cumpliría mejor en una sola toma diaria", expone.
Este encorsetamiento legal, afirma,
repercute directamente en la calidad asistencial y en la adherencia terapéutica, dos factores clave para el éxito de cualquier innovación farmacológica. Además, subraya que la centralización en la farmacia hospitalaria de las terapias innovadoras resta accesibilidad al paciente y desprecia el papel del farmacéutico comunitario, que conoce en detalle a quienes atiende a diario.
En su propia farmacia ha apostado por tecnología avanzada, como equipos de medición corporal (InBody 970), pruebas analíticas rápidas o herramientas de evaluación del estrés y la regulación nerviosa. Pero incluso estas iniciativas se topan con restricciones: "Ni siquiera puedo comunicarlas abiertamente porque se consideran publicidad y me arriesgo a sanciones.
Es frustrante porque queremos ser farmacias diferenciales, pero la normativa nos corta las alas".
Para García, el camino pasa por
integrar a la farmacia comunitaria en la dispensación y optimización de terapias avanzadas, con capacidad real de ajustar presentaciones y posologías para mejorar la adherencia y prevenir interacciones.
La formación continua, ineludible
Más allá de las limitaciones legales, otro de los grandes desafíos que plantea la llegada de las nuevas terapias es
la necesidad de actualización formativa. Así lo señala
Jaime Arnáiz, farmacéutico en la madrileña Farmacia Goya: “Consideramos que es un gran avance médico y una gran oportunidad para los pacientes. Sin embargo, una de nuestras principales máximas es la formación permanente y continuada”.
Arnáiz incide en que
la irrupción de tecnologías disruptivas obliga a generar
herramientas de formación específicas que lleguen a todos los profesionales: “Es muy importante que se generen nuevas herramientas de formación, enfocadas sobre todo a las nuevas tecnologías, y que esta formación sea permeable a todos los estamentos”.
La capacitación en genética, biología molecular, farmacogenómica o incluso en gestión de datos clínicos se perfila como un requisito indispensable para
que los farmacéuticos puedan acompañar al paciente en un entorno donde la medicina de precisión será cada vez más habitual.
En la misma línea,
Isabel Martín, que dirige una farmacia en la isla canaria de La Graciosa, destaca el papel que ya desempeñan los colegios profesionales a través de los programas de recertificación: "
La actualización formativa está siendo objeto de los colegios profesionales a través de los programas de recertificación que están disponibles para los colegiados en ejercicio. Con esto se está garantizando el reciclaje y formación continua de la profesión".
Martín también hace
un llamamiento a las universidades, que a su juicio deben adaptar sus planes de estudio para que los futuros graduados salgan preparados en las tecnologías que marcarán la próxima década de la Farmacia. Además, advierte del
riesgo de que las decisiones políticas releguen a los farmacéuticos frente a otras profesiones y considera que los farmacéuticos deben dar un paso adelante e involucrarse "para evitar que otras disciplinas nos excluyan de nuestras competencias y responsabilidades en lo que respecta a nuestro núcleo central, que es el medicamento", reclama.
Un futuro de retos y oportunidades
Las tres visiones coinciden en lo esencial y es que
la profesión farmacéutica tiene el conocimiento, la experiencia y la vocación necesarios para asumir un papel protagonista en la llegada de las nuevas terapias avanzadas.
No obstante, tal y como concluyen los propios profesionales, el futuro de la Farmacia dependerá de
que se reconozca y aproveche su mayor fortaleza, que es la de ser el especialista en el medicamento, un terreno que, en la era de las terapias avanzadas, será más crucial que nunca.
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