María Rodríguez de Alba, directora médica de Responsabilidad Sanitaria de Promede y directora del curso 'La Gestión de los Resultados Adversos del Acto Sanitario'.
En un contexto en el que la
seguridad del paciente y el
bienestar del profesional se reconocen como dos caras de una misma moneda,
Promede ha lanzado la primera edición del curso
'La Gestión de los Resultados Adversos del Acto Sanitario para los profesionales de la salud'. La formación, dirigida sobre todo a médicos, pero también a otros profesionales de la salud, busca ofrecer herramientas para afrontar los efectos adversos del acto asistencial desde una perspectiva
ética, legal, comunicativa y emocional.
El curso, que se celebrará los días 16 y 17 de enero de 2026 en la
Facultad HM de Ciencias de la Salud de la Universidad Camilo José Cela, propone un enfoque práctico y multidisciplinar para transformar la gestión del error en
una oportunidad de aprendizaje. A través de módulos teóricos y simulaciones clínicas, los participantes aprenderán a comunicar con empatía y reforzar la cultura de seguridad.
En una entrevista con
Redacción Médica,
María Rodríguez de Alba, directora médica de Responsabilidad Sanitaria de Promede y directora del curso, señala que "durante años, el sistema sanitario ha convivido con una cultura de silencio y miedo al error". Frente a ello, subraya que "reconocer un problema no hace culpable al médico, lo hace responsable".
¿Qué necesidades detectaron en el ámbito sanitario que motivaron la creación de este curso? En un contexto donde la seguridad del paciente es un eje prioritario, ¿qué vacío formativo viene a cubrir esta iniciativa?
La mayoría de los integrantes de Promede que trabajamos en la Dirección Médica o General somos médicos, por lo que conocemos bien la práctica clínica diaria. En ella,
los resultados adversos son inevitables, pueden deberse a un error, a una complicación o simplemente a la propia naturaleza de la ciencia médica.
Lo que hemos observado es que los profesionales no están formados para gestionar las consecuencias humanas, éticas y comunicativas de estos eventos. Durante años, el sistema sanitario ha convivido con una
cultura de silencio y miedo al error. La falta de formación específica
genera sufrimiento, no solo en los pacientes, sino también en los propios profesionales.
Este curso busca precisamente
cubrir ese vacío formativo y ofrecer herramientas para actuar correctamente cuando las cosas no salen como deberían.
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"La falta de formación específica para gestionar los errores médicos genera sufrimiento"
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¿Qué entiende el curso por 'resultado adverso' y por qué es importante que los profesionales sepan gestionarlo de manera integral?
Entendemos por resultado adverso cualquier
resultado inesperado o no intencionado que puede suponer un daño o no. Es importante aclarar que no todos los resultados adversos implican necesariamente un daño.
Gestionarlos de forma adecuada es esencial para
mantener la confianza del paciente, mejorar la seguridad asistencial y proteger al propio profesional. Cuando un resultado adverso se maneja mal,
el daño puede multiplicarse.
El curso combina perspectivas éticas, legales, comunicativas y emocionales. ¿Cómo se articulan estos enfoques en la práctica docente y qué aporta cada uno a la comprensión global del problema?
El programa se ha diseñado
de forma multidisciplinar y los distintos enfoques se complementan entre sí. La parte ética y legal ofrece las bases de actuación, los derechos del paciente, los deberes de los profesionales y
la responsabilidad jurídica del acto médico.
El ámbito comunicativo actúa como
puente entre médico y paciente, ya que muchos resultados adversos mal gestionados tienen su origen en fallos de comunicación. La parte psicológica ayuda a reconocer y
manejar el impacto emocional, tanto del paciente como del profesional.
Por último,
la visión del perito aporta un análisis técnico y objetivo de los hechos, orientado a extraer conclusiones y oportunidades de mejora.
¿Qué papel juega el perito como figura mediadora entre el paciente, el profesional y la institución?
El perito actúa como
mediador y garante de la objetividad. Evalúa los hechos basándose en la historia clínica y en la evidencia científica, pero con una mirada ética que busca comprender a ambas partes sin juzgar.
Su labor ayuda a
distinguir entre error, complicación y resultado inevitable. Además, traduce el lenguaje técnico de la práctica médica a un lenguaje comprensible para el paciente, lo que resulta fundamental para que este entienda lo sucedido.
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"El principal error es el silencio. No informar del error médico genera desconfianza y amplifica el conflicto"
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Uno de los grandes retos es la comunicación con el paciente y su familia tras un evento adverso. ¿Cuáles son, en su experiencia, los principales errores y aciertos en esa comunicación?
El principal error es el silencio. No informar o hacerlo tarde
genera desconfianza y amplifica el conflicto. También es un error comunicarse sin preparación o
empleando tecnicismos que el paciente no puede entender.
En cuanto a los aciertos, destacan la
comunicación clara, empática, honesta y veraz. Es fundamental explicar lo ocurrido, reconocer el problema y, siempre que sea necesario, pedir disculpas por el conflicto asistencial generado.
El curso también dedica atención al impacto emocional sobre el propio profesional, la llamada 'segunda víctima'. ¿Por qué cree que todavía cuesta tanto reconocer y atender este aspecto dentro de las instituciones sanitarias?
Tradicionalmente, el sistema sanitario ha centrado su atención en el paciente, como debe ser, pero
ha olvidado cuidar a quien cuida. Persisten prejuicios que asocian la vulnerabilidad con la debilidad profesional, lo que dificulta que muchos pidan ayuda tras un evento adverso.
Reconocer al profesional como segunda víctima no resta importancia al daño sufrido por el paciente. Al contrario, refuerza la idea de que la seguridad asistencial se sostiene mejor cuando los equipos están emocionalmente apoyados.
Cuidar al profesional es una inversión en calidad asistencial y salud mental.
¿Cómo puede una organización sanitaria avanzar hacia una “cultura justa” que aprenda del error sin caer en el castigo?
Una cultura justa se construye
desde el liderazgo y el ejemplo institucional. Es necesario cambiar el enfoque punitivo por uno basado en el aprendizaje y la mejora continua.
Si los errores se entienden como oportunidades de mejora, se analizan y no se ocultan,
el avance está garantizado. Para ello, la institución debe contar con protocolos de notificación, canales de comunicación seguros e invertir en formación para la gestión de resultados adversos.
El curso incluye simulaciones prácticas y análisis de casos reales. ¿Qué tipo de situaciones se recrean y qué aporta este aprendizaje experiencial frente a una formación más teórica?
Trabajamos con
escenarios realistas como errores de medicación, fallos diagnósticos, complicaciones quirúrgicas o problemas de comunicación con familiares.
Las simulaciones permiten al profesional vivir la situación, escucharse, observarse y reflexionar sobre su actuación sin consecuencias reales. Este aprendizaje experiencial
favorece la autocrítica y la mejora continua, algo difícil de conseguir solo con teoría.
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"Si el error médico se entiende como oportunidad de mejora, el avance está garantizado"
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¿Qué perfil de profesional sanitario se beneficiará más de esta formación? ¿Está pensado solo para médicos o también para otros perfiles como enfermería, psicología o gestión sanitaria?
El curso está dirigido a todos los profesionales implicados en la atención sanitaria. Los
médicos, enfermeras, psicólogos, odontólogos, podólogos e incluso
perfiles de gestión. Cada uno aporta una perspectiva distinta, y todos pueden enfrentarse a un resultado adverso en su práctica asistencial.
Por último, ¿qué espera que se lleven los alumnos al finalizar el curso? ¿Cuál sería, para usted, el mayor indicador de éxito de esta iniciativa?
Esperamos que los alumnos adquieran confianza y criterio. Que sepan qué hacer, qué decir y cómo actuar ante un resultado adverso. El mayor indicador de éxito será que comprendan que
reconocer un problema no los hace culpables, sino responsables.
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