El estudio propone diferentes formas de hacer frente a las posibles situaciones de agresión

Estos son los seis tipos de pacientes que pueden agredir al sanitario
Los tipos de personas repercuten en la relación médico-paciente.


26 ago. 2018 15:00H
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Las agresiones en el ámbito sanitario son una constante y, para hacer frente a estas situaciones, numerosos colegios e instituciones han puesto en marcha cursos de formación para sanitarios. Uno de los principales factores que debe tener en cuenta el profesional es saber a qué tipo de paciente “difícil” se está enfrentando.

En esta línea, María Pilar García ha elaborado una tipología de “paciente difícil” dividida en seis tipos: regresivos, agresivos, obstinados, desmotivados, incurables y dependientes. En el primer caso, lo define como aquellos que muestran conductas infantiles; los agresivos manifiestan enfado e ira dirigidos al profesional, pudiendo llegar a la agresión verbal.

Por su parte, los obstinados niegan que necesiten algún tipo de atención sanitaria o que el tratamiento propuesto vaya a ser útil. Los desmotivados son aquellos que muestran una actitud de talante pasivo ante el tratamiento; los incurables son los que recaen con gran frecuencia, se quejan y parecen querer poseer o mantener sintomatología y no buscar la curación y, por último, los dependientes que son los que reclaman una atención constante.

Los profesionales sanitarios tienen como función cuidar a otras personas, y por lo tanto las características y el tipo de personas a las que atienden influyen y repercuten de forma directa en la relación profesional sanitario - paciente.

Cómo actuar ante estos pacientes


El profesional sanitario debe mantener la calma y actuar desde la comprensión en el caso de los pacientes regresivos. En ningún caso debe manifestar un grado de atención mayor que a otros pacientes ya que esto supondría reforzar su conducta. Si el profesional se enfrenta a un paciente agresivo, debe mantener la calma, no actuar con agresividad aunque sin tolerar dicho comportamiento. Aquí es importante barajar la opción de que otro compañero atienda a este paciente.

Para los pacientes obstinados, la mejor terapia es mostrar una actitud paciente y comprensiva para conseguir que el paciente confíe totalmente en el profesional. En el caso de los pacientes desmotivados, el sanitario debe ser comprensivo, sin caer en el error de pensar que el paciente es vago o que realmente no quiere curarse. Aquí recomiendan, siempre que las circunstancias lo permitan, anular el tratamiento que no hace efecto e intervenir en las causas que hacen que se mantenga su actitud apática.

Si el profesional se encuentra con un paciente “incurable”, debe barajar la opción de que el enfermo presenta algún motivo para conservar los síntomas, y es fundamental intentar identificarlos. En este caso, es importante que el profesional identifique los factores psicológicos que expliquen su comportamiento.

Por último, encontramos a los pacientes dependientes. Aquí, es fundamental que los profesionales establezcan unos límites muy marcados sin ir más lejos de lo que les corresponde como sanitarios, llegando incluso a romper la relación terapéutica o ponerla en manos de otro profesional. 
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