Diccionario de enfermedades

Glaucoma

¿Quién está en riesgo de padecer glaucoma?
El glaucoma es una enfermedad de los ojos en la que se produce un daño irreversible del nervio óptico (el nervio que recoge los impulsos generados con la visión y los transmite hasta el cerebro) que conduce a una pérdida progresiva de la visión y a la ceguera. En la mayoría de los casos es producido por un aumento de la presión intraocular (la presión en el interior del ojo), algo que no tiene nada que ver con la presión arterial.

El glaucoma suele evolucionar sin síntomas por lo que, al no ocasionar molestias, la persona que lo padece puede consultar al médico cuando ya es demasiado tarde.

Generalmente el glaucoma afecta a los dos ojos, aunque puede ser más grave en uno que en el otro. Representa la segunda causa de ceguera en el mundo después de las cataratas.

¿Cuales son las causas del glaucoma?


El glaucoma es más frecuente a edades avanzadas y tiene un cierto componente hereditario. La principal causa del glaucoma es el aumento de la presión en el interior del ojo (presión intraocular). En condiciones normales, la presión intraocular se mantiene estable al existir un equilibrio entre la producción de humor acuoso y su eliminación. El humor acuoso es un líquido producido por el ojo que se encarga de nutrir la córnea y el cristalino y de proporcionar la presión necesaria para mantener la forma esférica del globo ocular. Cuando aumenta su producción o se dificulta su salida puede aumentar la presión intraocular.

En ocasiones el glaucoma es producido por una obstrucción del canal por donde se elimina el humor acuoso (situado entre el iris y la córnea), lo que se denomina glaucoma de ángulo cerrado. La obstrucción puede ser de causa desconocida o ser la consecuencia de otra enfermedad:
  • Hereditarias (son la causa más frecuente).
  • Traumatismos oculares.
  • Infecciones graves del ojo.
  • Obstrucción de los vasos sanguíneos del ojo.
  • Enfermedades inflamatorias del ojo.
  • Complicaciones de cirugía ocular previa (cirugía de cataratas, cirugía del vítreo o retina).
El aumento de presión mantenido a lo largo del tiempo puede lesionar el globo ocular en su punto más débil que es la zona por donde sale el nervio óptico, comprimiendo y dañando las células nerviosas. En función del número de células nerviosas dañadas se pierde más o menos visión. Cuando la destrucción es completa, se produce ceguera.

¿Qué tipos de glaucoma existen?


Existen diversos tipos de glaucoma. Su diferenciación es importante en cuanto a pronóstico y tratamiento:
  • Glaucoma de ángulo abierto. Es el glaucoma más frecuente en países desarrollados. Aunque no se observan anomalías en la estructura del ojo que permitan sospechar que existe una obstrucción, el humor acuoso no suele eliminarse correctamente.
  • Glaucoma de ángulo cerrado o estrecho. El espacio que hay entre el iris y la córnea (cámara anterior del ojo) es más pequeño de lo normal con lo que hay menos espacio para que haya líquido a ese nivel. Como consecuencia de ello, al humor acuoso le cuesta pasar hacia la cámara anterior aumentando la presión por detrás del iris. El iris es por ello empujado hacia adelante obstruyendo el ángulo de salida del humor acuoso. Cuando el ángulo de salida se bloquea completamente se produce un ataque de glaucoma agudo.
  • Glaucoma de tensión normal. El nervio óptico está dañado a pesar de que la presión intraocular es normal. Puede deberse a una disminución del aporte sanguíneo al nervio óptico o a otros factores que causen la muerte de las células nerviosas.
  • Glaucoma congénito. Es debido al desarrollo defectuoso de los canales de drenaje del ojo durante el periodo previo al nacimiento. Los niños nacen con un defecto que disminuye la eliminación del humor acuoso.
  • Glaucoma secundario. Es debido a una causa evidente que ha llevado a dicha complicación como la presencia de cataratas, cirugías oculares previas, tratamiento con corticoides, colirios que dilatan las pupilas, etc.


¿Quién está en riesgo de padecer esta enfermedad?


El glaucoma afecta a más de 3 de cada 100 personas de la población y puede aparecer a cualquier edad, siendo más frecuente en:
  • Mayores de 45 años.
  • Personas que tienen familiares con glaucoma.
  • Personas con presión intraocular elevada.
  • Sujetos con miopía grave de alta graduación.
  • Personas con diabetes (tanto diabetes mellitus tipo 1 como diabetes mellitus tipo 2).
  • Sujetos que reciben tratamiento con corticoides orales.
  • Personas con hipertensión arterial.
  • Si existen lesiones oculares previas.
  • Descendientes de afro-americanos, irlandeses, rusos, japoneses, hispanos, esquimales o escandinavos.

¿Cuáles son los síntomas del glaucoma?


La mayoría de los pacientes con glaucoma no presentan síntomas. El primer signo suele ser la pérdida de visión en las zonas laterales del campo visual. Según la gravedad de la elevación de la presión intraocular se puede llegar a perder la visión en un periodo de entre 2 y 5 años.

Los niños con glaucoma congénito suelen tener los ojos opacos, gran sensibilidad a la luz y lagrimeo excesivo.

En ocasiones, en el glaucoma de ángulo cerrado, la presión ocular puede experimentar ascensos bruscos, lo que da lugar a un ataque de glaucoma agudo.

El glaucoma agudo se caracteriza por:
  • Dolor ocular punzante extendido a toda la órbita ocular (“dolor de clavo”).
  • Visión disminuida.
  • Lagrimeo.
  • Intolerancia a la luz.
  • Cierre involuntario de los párpados.
  • Ojo rojo.
  • Pupilas dilatadas.
  • Dolor de cabeza, náuseas y vómitos.
En el glaucoma agudo la presión del globo ocular a través del párpado superior produce una sensación de gran dureza, como si fuera de mármol, siendo habitualmente la presión intraocular superior a 40 mmHg. En ocasiones existen signos previos que “avisan” de la proximidad de un ataque de glaucoma agudo (visión de halos de colores alrededor de las luces, visión borrosa, dolor ocular en la oscuridad, dolor en la zona donde se va a producir el ataque).

El glaucoma agudo es una urgencia médica que requiere ingreso hospitalario y tratamiento inmediato para evitar la disminución irreversible de la visión que puede ocurrir tras uno o dos días.

¿Cómo se diagnostica?


Para el diagnóstico del glaucoma se debe:
  • Realizar una tonometría para medir la presión intraocular.
  • Examinar el segmento anterior del ojo con una lámpara de hendidura.
  • Examinar el ojo tras dilatar la pupila para valorar el estado del nervio óptico.
  • Realizar una prueba de agudeza visual (determina las letras más pequeñas que una persona puede leer en un tablero situado a una distancia determinada).
  • Determinar el campo visual para ver si existe pérdida de visión lateral.
El valor normal de la presión intraocular es de 15,8 milímetros de mercurio (mmHg).

La presión intraocular elevada indica riesgo de desarrollar glaucoma, pero no significa que ya exista. Solo existe glaucoma cuando está dañado el nervio óptico. El nivel de presión que tolera el nervio óptico sin dañarse es diferente para cada persona; por ello es muy importante la realización de un examen completo.

¿Cuál es el tratamiento del glaucoma?


Glaucoma de ángulo abierto

El objetivo del tratamiento es prevenir que se siga perdiendo visión. Para ello es fundamental mantener controlada la presión intraocular, es decir, la presión del interior del ojo, la cual no tiene nada que ver con la presión arterial o presión de la sangre. El tratamiento de primera elección suele ser el tratamiento médico (con gotas o con pastillas) o el tratamiento con cirugía láser. Cuando esto no sea suficiente o el daño esté muy avanzado es necesario recurrir a otro tipo de cirugía.
  • Tratamiento médico. Puede administrarse en forma de colirios o de pastillas. Se suele comenzar con colirios, a veces asociando varios de ellos y, cuando éstos no son suficientes para controlar la presión se añade la medicación por vía oral. Los medicamentos actúan disminuyendo la formación de humor acuoso o aumentando su eliminación. Es importante seguir al pie de la letra las indicaciones del médico para su administración. Algunas gotas solo son eficaces si se administran por el día y otras se administran por la noche, por ello es importante seguir los horarios recomendados por el médico. Entre sus efectos secundarios se pueden producir alergias, ojo rojo, visión borrosa y leve escozor al aplicar los colirios.
  • Cirugía. Está indicada cuando la medicación no obtiene los resultados esperados o los efectos secundarios son intolerables.
  • Cirugía láser. Se utiliza para aumentar la eliminación del humor acuoso en el glaucoma de ángulo abierto o para eliminar la obstrucción en el glaucoma de ángulo cerrado. Las técnicas empleadas son:

    -Trabeculoplastia (el láser abre el área de salida)
    -Iridotomía (se perfora levemente el iris para mejorar el flujo)
    -Ciclofotocoagulación (reduce la producción de humor acuoso).

    Estas intervenciones se realizan en la clínica oftalmológica de forma ambulatoria con anestesia tópica (aplicada sobre el ojo). Su duración oscila entre 10 y 20 minutos. Primero se interviene un ojo y, varios días o semanas después, el siguiente. La cirugía láser puede presentar mínimas complicaciones, como la inflamación, para la que se prescriben gotas para ser aplicadas posteriormente en el domicilio.

  • Microcirugía. El cirujano elimina una parte del cuerpo trabecular (trabeculectomía) para mejorar la eliminación del humor acuoso. Se realiza con anestesia local de forma ambulatoria o con un breve ingreso en la clínica. Al igual que con la cirugía láser, se interviene un solo ojo cada vez. En general la intervención es eficaz, pero si se obstruyera habría que reintervenir. En algunos casos la visión alcanzada puede no ser tan buena como la anterior a la operación. Algunas complicaciones de la cirugía pueden ser la pérdida temporal o permanente de la visión, el sangrado, la infección, la aparición de cataratas y la afectación de la córnea. La acumulación de líquido en el fondo de ojo puede hacer que algunos pacientes vean sombras. Cualquiera de estas complicaciones es motivo de consulta al oftalmólogo.
Glaucoma de ángulo cerrado

Suele manifestarse como un ataque de glaucoma agudo, una urgencia médica que requiere ingreso hospitalario y tratamiento inmediato para evitar la disminución irreversible de la visión. Se trata con medicación que disminuya la tensión ocular, tanto por vía tópica (gotas oculares) como por vía oral o intravenosa, junto con analgésicos para aliviar el dolor.

En general suele ser necesario realizar posteriormente una iridiotomía mediante láser u otro tipo de cirugía.

En el glaucoma crónico de ángulo cerrado puede haber indicación de la misma intervención quirúrgica y, en caso de ser secundario a cualquier otra enfermedad, tratar ésta en consecuencia.

Glaucoma congénito

El glaucoma congénito (de nacimiento) o en niños se trata inicialmente con cirugía ya que los medicamentos pueden tener efectos desconocidos en los bebés y pueden ser difíciles de administrar. Si la cirugía se realiza a tiempo estos niños pueden llegar a alcanzar una buena visión.

¿Puede prevenirse?


El glaucoma no se puede prevenir. La atención temprana y el tratamiento antes de que cause pérdida importante de la visión son la mejor manera de controlar la enfermedad. Por eso es recomendable un examen oftalmológico a partir de los 40 o 45 años de edad. El glaucoma tiene un componente hereditario, por lo que aquellas personas con historia familiar de glaucoma deberían realizarse un examen oftalmológico a edades más tempranas y repetirlo al menos cada dos años. Probablemente la presencia de otros factores de riesgo, como la toma crónica de corticoides, debería también llevar a recomendar revisiones periódicas a edades más tempranas para descartar la enfermedad.

¿Es hereditario el glaucoma?


El riesgo de padecer glaucoma es muy superior en personas con familiares que ya tienen glaucoma. Existen algunas formas de glaucoma que se heredan de forma autosómica dominante (la mitad de los hijos de estas personas heredarán la enfermedad).

¿Cuál es el pronóstico de la enfermedad?


Actualmente la pérdida de visión causada por el glaucoma es irreversible.

El tratamiento en etapas avanzadas consiste en conservar la poca visión que pueda quedar para evitar así la ceguera. Solo si el tratamiento se inicia de forma temprana se logra evitar la pérdida de visión. La mayor parte de los pacientes con glaucoma que cumplen el tratamiento y realizan revisiones periódicas no se quedan ciegas.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.