“La cobardía es el miedo consentido; el valor es el miedo dominado”; Ernest W. Lecouvé. No seamos cobardes, tengamos valor y dominemos el miedo. Miedo a un cambio que de hecho ya existe, aunque no se quiera hacer también de derecho.

No me gusta el Estatuto Marco y no me gusta el Estatuto Básico del Empleado Público, pero ambas son las normas básicas que rigen el “régimen funcionarial” del médico (permítanme hablar del médico, aunque en el término se incluye a todos los facultativos). Y los hechos demuestran que a la Consejería de Sanidad, y más concretamente el SERMAS, tampoco le gustan.

Desde las transferencias de competencias en Sanidad, el SERMAS ha demostrado que no le gustan las normas que rigen las condiciones en las que los médicos desempeñamos nuestro trabajo. Y como no le gustan, se las salta. Las condiciones que marcan ambas normas, el Estatuto Marco y el EBEP, en el caso de los médicos se ignoran o sencillamente se aplican solo cuando al SERMAS le interesa.

Empecemos por algo básico. El acceso a las “función pública” para los médicos, salvo en el caso de Atención Primaria, y de aquella manera, no respeta los criterios que contempla la norma. Igualdad, mérito, capacidad y publicidad deben ser las condiciones obligadas en la contratación inicial de todo eventual/interino que accede al Sistema Sanitario. Para ello sería necesario establecer una bolsa de empleo que se base en estos principios. Pero no, en el SERMAS no se quieren, sencillamente es más fácil que se contrate por medios “digitales”, pero no en su concepto “digital 2.0”, sino en el sentido más estricto de la palabra. A buen entendedor…

Una vez se ha iniciado la actividad laboral, con su indudable y tradicional endogamia (“a ver si ahora van a venir del Hospital X a enseñarme a mí como se hacen las cosas”), llega el momento de acceder a la plaza fija mediante una oposición. Para esto si les gusta el modelo. Unas oposiciones que reúnen al menos tres peculiaridades. Una es decidir quién debe tener la oportunidad; “esta es la mía”. Otra es que debe ser mediante examen pensado no para un concurso abierto, sino para quienes tienen su “papeleta”. Y por último, pensada para que se consolide cada cual en su sitio, faltaría más.

Para ello se diseñan exámenes y tribunales que garanticen el resultado. Y aquí debo decir que el SERMAS, en las últimas oposiciones de especialidades hospitalarias, ha tenido a bien poner un temario y preguntas tipo test. Todo ello una novedad. De otras cosas mejor no hablo.

Además el SERMAS, argumentando lo complejo que resulta todo, el caos organizativo, que se pone en riesgo la asistencia sanitaria o que los servicios se pueden desorganizar, desestructurar, descomponer, etc.,  impide de forma sistemática la convocatoria de concursos de traslados. Con ello impide el derecho de todos los médicos a la movilidad, tal y como marcan las normas básicas. Controlan la entrada y limitan los movimientos.

Madrid no tiene “hechos diferenciales” como otras Comunidades. No tiene idioma propio que sea un obstáculo casi insalvable. El SERMAS hace algo más duro, algo aún más “diferencial”. Sencillamente, eleva “muros de contención que rodean sus hospitales” y los defienden de la invasión bárbara que puede provenir de sus propios centros hospitalarios y no digamos ya de los de fuera de su dominios. Ríanse ustedes del “muro de Donald Trump”. Este está, de momento, solo en la cabeza de alguien. Pero el “Muro del SERMAS” ya existe.

Volviendo al inicio. Si las condiciones de trabajo del médico son especiales, si el acceso es especial, si la jornada es especial, si las guardias no son guardias sino “jornada complementaria”, si el derecho al descanso está reconocido pero siempre en cuestión, si las retribuciones son como un iceberg (tienen una parte visible y otra que no se ve), si realmente somos tan diferentes, yo me pregunto ¿Por qué no hablamos claro y nos ponemos a diseñar un “estatuto propio”, un “convenio franja”, un “convenio singular"? De hecho ya existe; hagámoslo también de derecho. Dominemos nuestros miedos, armémonos de valor y pongámonos a ello. Sería más honesto. De lo contrario, le pido al SERMAS que mientras vence su miedo al cambio, al menos respete lo que dictan las normas vigentes. Y no me vale lo que tantas veces he dicho: “al amigo la excepción, y al corriente la legislación vigente”. O todos amigos o todos corrientes.

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