Para introducir este artículo, quiero recordar la célebre expresión “no basta que la mujer del Cesar sea honesta; también tiene que parecerlo”.

El pasado mes de abril escribía en esta misma tribuna un artículo titulado 'Es hora de nombrar a un gerente sin etiqueta', en el que al hilo del cese del gerente del Hospital de La Princesa expresaba mi opinión acerca de los nombramientos y ceses de gerentes de hospital. Pedía que se dejaran las etiquetas frecuentes “es del partido”, “tiene carnet”, “es de los nuestros”, “hay que recolocarle”….y otras tantas que no lo son tanto: “es un profesional”, “le avala una solida experiencia”, “tiene una formación extraordinaria”, “sus méritos son muchos”… Ahora y en la Asamblea de Madrid, la Presidenta de la Comunidad vuelve a anunciar que los nombramientos de los gerentes del Hospital de La Princesa y del Gregorio Marañón serán realizados por concurso.

Idea estupenda, pero que debe ir más allá del anuncio que acapara titulares de los medios de comunicación sanitaria. La Administración y los concursos públicos tienen una larga trayectoria de sospechas de 'amaños', de concursos 'prediseñados' o con 'pliegos ad hoc'. En definitiva, concursos que tienen mínima credibilidad. Somos conscientes de cómo están siendo objeto de actualidad en relación a los muchos casos de corrupción que están aflorando.

Pero no solo hay cierta corruptela en los concursos públicos, es que además es conocido cómo en los casos de coberturas de plazas de la función pública, en demasiadas ocasiones están diseñados pensando en el beneficiario, y que solo por vergüenza se omite poner el DNI, color de pelo, estatura y peso. Por eso de las apariencias.

Profesionalización, méritos, capacidad, experiencia, formación, etc. Muchos parámetros a definir en un concurso. ¿Cómo abordamos un concurso de méritos para nombrar un gerente? ¿Seremos capaces de establecer un modelo de solicitud absolutamente limpio? ¿Es necesario conocer el nombre del concursante? ¿Valdría un simple código de identificación? Sinceramente, creo que no solo debemos entender que debe ser así, es que hay que hacerlo del todo posible. Un concurso en el que se definan bien los criterios de evaluación, el que conocemos como baremo de méritos, un proyecto para el hospital a 4 años que valoren de forma absolutamente profesional expertos externos al poder político, única forma de obviar el sesgo de la politización, y la posterior puesta a disposición de la autoridad sanitaria competente para realizar el nombramiento de entre una terna de candidatos.

Será complicado diseñar un modelo de selección profesionalizado, pero estamos obligados a intentarlo. Y profesionalizarlo no es hacer nombramientos a base de propuestas de “cazatalentos” del mundo de la política que recientemente han demostrado que desde luego lo suyo no era precisamente el talento para “cazar” buenos profesionales. Debemos exigirlo. No podemos seguir dejando la sanidad, el 43% del gasto de una Comunidad, en manos de gerentes que se deben a quien les nombra, que no son capaces de tomar decisiones sin consultar al político al que debe su nombramiento y que su cese pueda depender del capricho de quien le nombró. Y tan importante es cómo se hace el nombramiento como las causas de un cese antes de cumplir su contrato. Recientes ceses argumentados en “pérdida de confianza” demuestran que las cosas se deben hacer de otra manera.

Insisto, gerentes por concurso y sin etiquetas, una necesidad y una exigencia que debemos empezar a ver hecha realidad. La sanidad, los profesionales y pacientes, lo merecen.

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