La problemática ya había sido denunciada en 2007, pero sigue siendo una práctica sin erradicar



3 ene. 2016 12:39H
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José A. Puglisi. Madrid
Unas 32 horas de trabajo ininterrumpido. Esa es la jornada laboral a la que se enfrentan los residentes y que, cada vez más, se adopta como una práctica común entre todos los profesionales que están cursando su especialización. Sin embargo, Mónica Terán, vocal de vocal de Médicos en Formación y Residentes de la Organización Médica Colegial (OMC) destaca que se trata de “una violación al Real Decreto 1146/2006, del 6 de octubre, que regula la relación laboral especial de residencia para la formación de especialistas en Ciencias de la Salud, y donde se establecerse que un residente, tras una jornada de 24 horas continuas de trabajo, debe tener un descanso obligatorio.

El vicepresidente del Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina (CEEM), Leonardo Caveda; y la vocal de vocal de Médicos en Formación y Residentes de la OMC, Mónica Terán.

“Aunque la aplicación del Real Decreto ha ayudado a minimizar esta práctica, también es verdad que aún existen centros de salud que mantienen las guardias de 32 horas, con la excusa de que ayudará a la formación de los residentes”, apunta Terán, quien agrega que “muchos jóvenes profesionales acceden a realizar estas guardias por miedo a ser penalizados”.

Un residente que ha preferido no revelar su nombre apunta que “es normal que entremos en la mañana a nuestra jornada laboral y, una vez culminada, empezamos con la guardia que debe lugar hasta la mañana siguiente. Lo establecido es que, una vez terminada esa guardia, podamos irnos a nuestras casas, pero no siempre es así”. En este sentido, tras pasar la noche trabajando, debe reponer sus fuerzas y asumir las obligaciones que tiene al día siguiente, como cualquier otro médico.

“Las unidades no siempre toman en cuenta las guardias, por lo que es posible que tengas que entrar en la mañana a tus obligaciones de departamento, pero, a diferencia de tus compañeros, con muchas horas de sueño sacrificadas”, explica este residente del cuarto año.

Las guardias de 32 horas, que conllevan a una reducción del rendimiento del residente y un aumento de las posibilidades de que cometa un error, no toma en consideración otros aspectos personales. “No todos los residentes viven cerca del hospital, por lo que, tras casi dos días sin dormir, deben tomar el coche y dirigirse hasta sus hogares y, en algunos casos, hasta otras comunidades autónomas”, explica el residente.

El vicepresidente del Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina (CEEM), Leonardo Caveda, ha recordado que “es necesario velar y garantizar los derechos laborales de todos los profesionales sanitarios, incluidos los residentes”. De esta manera, considera que una guardia de 32 horas “afecta al residente desde una perspectiva humana, por las condiciones en las que termina esas guardias, y académicas, siendo más el agotamiento que los aprendizajes”.

La queja de los residentes no es nueva. En marzo de 2007, se celebró una manifestación en contra de las abultadas horas destinadas por los MIR a las guardias, por lo que pedían una modificación de las condiciones laborales para impedir, legalmente, la posibilidad de sumar 32 horas de trabajo ininterrumpido. Para la fecha, la ministra de Sanidad era la socialista Elena Salgado, quien no anunció la implantación de medidas específicas a raíz del descontento de los médicos más jóvenes.

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