Así lo demuestra una investigación de un equipo del Marqués de Valdecilla de Santander



1 abr. 2013 12:15H
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Redacción. Santander
Investigadores del Hospital Marqués de Valdecilla de Santander y el Instituto de Formación e Investigación de este centro (Ifimav) han demostrado la utilidad de la ecografía de carótida para determinar el nivel de riesgo cardiovascular en pacientes con artritis reumatoide.

Miguel Ángel González-Gay.

La investigación, cuyo primer autor es el especialista Alfonso Corrales, miembro del Servicio de Reumatología del Marqués de Valdecilla, ha sido publicada en la revista Annals of the Rheumatic Diseases y permite establecer la sensibilidad de la ultrasonografía de carótida para determinar un alto o muy alto riesgo cardiovascular en pacientes en los que las guías convencionales indican un riesgo moderado.

Los pacientes con artritis reumatoide (enfermedad reumatológica inflamatoria por excelencia, que afecta a entre el 0,5 y el 1 por ciento de la población) tienen el doble de riesgo de desarrollar eventos cardiovasculares (como infartos, ictus, tromboembolismos...) que la población general y éstos constituyen la principal causa de mortalidad en estos enfermos, ha indicado el Gobierno en un comunicado.

En esta mayor susceptibilidad se encuentran implicados factores genéticos y el hecho de que la inflamación crónica, típica de esta y otras enfermedades reumatológicas, acelera el proceso de aterogénesis, es decir, la formación de placas de ateroma en la pared arterial que con el tiempo darán lugar a complicaciones cardiovasculares.

“La clínica diaria nos dice que es importante estratificar el riesgo cardiovascular en pacientes con artritis reumatoide, sobre todo en aquellos con más de diez años de evolución, con manifestaciones extraarticulares o marcadores serológicos positivos”, ha expuesto Miguel Ángel González-Gay, investigador principal del grupo “Epidemiología genética y aterosclerosis en enfermedades inflamatorias sistémicas” del Ifimav y jefe de Sección del Servicio de Reumatología del hospital.

Sin embargo, las guías europeas utilizadas para determinar ese riesgo en la población general, a pesar de haber sido adaptadas a los pacientes con artritis reumatoide, “no determinan con exactitud qué enfermos tienen un riesgo elevado de desarrollar eventos cardiovasculares, por lo que es necesario encontrar pruebas no invasivas que ayuden a definir mejor ese riesgo”, ha precisado González-Gay.

Sensibilidad mayor del 90 por ciento

Una de esas pruebas es la ecografía carotídea, como ha demostrado el estudio de 371 pacientes del área de Valdecilla, muchos de los cuales tenían un riesgo leve o moderado según las guías convencionales. La exploración de la arteria carótida con ultrasonografía permite definir con gran exactitud el riesgo cardiovascular porque detecta la presencia de placas de ateroma o un espesor aumentado de la pared arterial.

La utilización combinada de las guías de riesgo europeas y la ecografía alcanza una sensibilidad mayor del 90 por ciento a la hora de determinar qué pacientes deben ser incluidos en la categoría de alto o muy alto riesgo cardiovascular.

“La relevancia de este trabajo estriba en que existe una buena correlación entre los hallazgos de la ecografía carotídea y el riesgo de desarrollar un evento cardiovascular -señala Miguel Ángel González-Gay-, pues la presencia de placas de ateroma es sinónimo de muy alto riesgo cardiovascular no solo en pacientes con artritis reumatoide, sino también en la población general”.

La conclusión de este trabajo, que forma parte de una línea de investigación financiada por el Instituto de Salud Carlos III, es que la ecografía “sirve para estratificar el riesgo real de mortalidad por causa cardiovascular en pacientes con artritis reumatoide, a diez años vista”, de forma “rápida, sencilla y a un bajo coste”.

Establecer con precisión el nivel de riesgo cardiovascular permite poner en marcha medidas terapéuticas encaminadas a reducir el riesgo de complicaciones cardiovasculares, mediante un control estricto de la inflamación y un adecuado control de la tensión arterial y del nivel de colesterol LDL (“colesterol malo”) cuando se determina que el riesgo es alto o muy alto, aunque todavía no existan manifestaciones clínicas de ello.

El estudio del grupo cántabro confirma la posibilidad que ofrece la ecografía carotídea de hacer un diagnóstico precoz de las lesiones indicativas de riesgo cardiovascular sin necesidad de recurrir a pruebas invasivas, lo cual permitirá avanzar en el tratamiento y mejorar el pronóstico y la supervivencia de los pacientes con artritis reumatoide.

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