El Servicio de Cirugía Plástica del centro valenciano celebra dos décadas de tratamientos de niños con este tipo de problemas



1 nov. 2015 15:09H
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Redacción. Alicante
El Servicio de Cirugía Plástica del Hospital General Universitario de Alicante, celebra dos décadas de tratamiento de niños con malformaciones faciales, una patología relativamente desconocida por la población en general. 20 años donde el hospital ha realizado alrededor de 300 fisurados y otras tantas otoplastias.
 
La gravedad de las deformidades faciales congénitas que pueden presentarse es muy variada, dependiendo de la estructura afectada, que puede ser labio, paladar, pabellón auricular, etc. y puede suponer un gran reto reconstructivo.
 
Los niños "fisurados" son pequeños que nacen con el labio o el paladar abiertos. El labio leporino y la fisura palatina son el resultado de una mala unión de las estructuras del centro de la cara durante el desarrollo embrionario.
 
Afortunadamente, la frecuencia global de recién nacidos con defectos congénitos en España ha ido disminuyendo con el paso del tiempo. El mejor control de los embarazos y la mayor planificación de los mismos, con la toma de ácido fólico, han ayudado a reducir esta tasa.
 
"Estas intervenciones consisten en unir el labio (queiloplastia), cerrar el paladar (uranoestafilorrafia), rellenar la encía con injerto óseo alveolar o remodelar el cartílago auricular si es necesario y corregir las secuelas. "Es muy importante que el niño sea remitido al Servicio de Cirugía Plástica lo antes posible para planificar la cirugía, que habitualmente se inicia cuando el niño tiene tres meses", explica Elena Lorda, jefa de este servicio.
 
El control de estos niños debe continuar durante todo su desarrollo porque estas deformidades pueden dificultar el habla o la dentición, incluso pueden requerir posteriormente una cirugía correctora facial, si el crecimiento de la cara no ha sido armónico.
 
"Desde nuestro Servicio nos esforzamos por conseguir un tratamiento integral que precisa de otros especialistas como logopedas y ortodoncistas ya que desafortunadamente sigue siendo complicada la financiación de estos tratamientos", añade Fernández, responsable también de este servicio
 
"Los padres nunca deben sentirse culpables, aunque es inevitable que se sientan afectados o incluso se retraigan de tener otro hijo. Estas malformaciones suelen ser aisladas aunque es cierto que en algunas poblaciones la incidencia de fisurados es más alta, como ocurre en Centroamérica".
 
El equipo de Cirugía Plástica Infantil está muy concienciado con la grave afectación que este tipo de defectos produce tanto en los niños como en sus padres, por ello luchan cada día para devolver la normalidad en esta "operación sonrisa".
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