Garantiza una recanalización más rápida de la arteria ocluida en el caso de los cuadros isquémicos

Un estudio reafirma la forma más rápida y eficaz para tratar el ictus
José Carlos Fernández y Claudio Rodríguez.


29 mar. 2022 13:00H
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Cuando una persona sufre un ictus es fundamental tratarla en el menor tiempo posible para evitar un deterioro irreversible en el sistema nervioso. Un 80 por ciento de los ictus son de tipo isquémico -también conocido como infarto cerebral-, de los cuales un 30 por ciento se deben a una oclusión de ‘gran vaso’, producido cuando una obstrucción de un vaso sanguíneo impide que el flujo de sangre llegue al cerebro y ocasiona que las células nerviosas dejen de funcionar por falta de oxígeno y glucosa. En estos casos, se ha demostrado que la recanalización de la arteria ocluida mediante la trombectomía mecánica es la forma más eficaz de tratarlo.

Conscientes de que el éxito de una trombectomía depende en gran medida de la prontitud con la que se realice, una decena de especialistas de los hospitales de Quirónsalud integrados en la red pública madrileña -los hospitales universitarios Fundación Jiménez Díaz (Madrid), Rey Juan Carlos (Móstoles), Infanta Elena (Valdemoro) y General de Villalba (Collado Villalba)- han realizado un estudio para determinar retrospectivamente cuál es la forma más rápida y eficaz de tratar a un paciente que llega a un servicio de Urgencias Hospitalarias con un ictus.

La metodología de la investigación se ha basado en un registro de los tiempos de atención a pacientes con ictus isquémico por oclusión del gran vaso atendidos en tres de estos centros, “comparando los casos en los que el neurorradiólogo intervencionista se desplaza hasta el hospital para realizar el tratamiento con aquellos en los que se traslada al paciente a otro centro”, explica Claudio Rodríguez, jefe de la Unidad de Neurorradiología Intervencionista de la Fundación Jiménez Díaz y el Rey Juan Carlos.

El especialista, uno de los autores del estudio, señala que la trombectomía se realiza “introduciendo las guías, catéteres y stents por la arteria femoral y ascendiendo a través de ella hasta la arteria del cerebro donde está la oclusión”, e insiste en la importancia de practicar esta técnica con celeridad: “No se debe esperar porque, en estos casos, ‘tiempo es cerebro’; y eliminar el trombo lo antes posible y recanalizar la arteria obstruida es la mejor estrategia neuroprotectora que conocemos en la actualidad”.


Ventajas del modelo drive-the-doctor


El Plan de Ictus de la Comunidad de Madrid establece que los pacientes con esta patología que se encuentren en un hospital sin equipo de Neurorradiología Intervencionista deben ser trasladados de forma urgente a un centro que sí cuente con una Unidad de Ictus y con un equipo intervencionista preparado para realizar una trombectomía mecánica. Sin embargo, José Carlos Fernández Ferro, jefe del Servicio Integrado de Neurología del Rey Juan Carlos, el Infanta Elena y el General de Villalba y autor principal de la investigación, argumenta: “En nuestro equipo tenemos la posibilidad de trabajar en la dirección contraria: mientras el neurorradiólogo intervencionista se desplaza a donde se encuentra el paciente, en el hospital aprovechamos el tiempo para preparar al paciente y la sala de hemodinámica, lo que, según hemos evidenciado, permite conseguir la recanalización de la arteria ocluida en un menor tiempo”.

Este modelo de atención que permite que los doctores de este servicio se trasladen al lugar del afectado es conocido en la literatura científica como drive-the-doctor o drip&drive y, tal y como comentan los doctores Fernández y Rodríguez, su éxito ya se ha testado en otras regiones del mundo, “observándose una reducción considerable de tiempo hasta la recanalización de la arteria obstruida cuando es el equipo asistencial el que se desplaza al hospital en el que está el paciente”.

Este hecho motivó a los especialistas a corroborar si el modelo podía ser aplicable en Madrid. “Como nuestros hospitales disponen de sala para realizar los procedimientos y de un equipo dispuesto a trasladarse al hospital que sea necesario, decidimos comparar los tiempos hasta la atención en los casos que habíamos tratado a nuestros pacientes bajo cada modelo y ver si la diferencia observada en otros países era también aplicable a nuestra región”, explica Fernández.


Seis años de investigación


Para ello, se analizaron retrospectivamente los tiempos hasta la trombectomía y hasta la recanalización en los pacientes atendidos en estos hospitales entre abril de 2014 y marzo de 2021, según el modelo seguido en cada caso. Los resultados, recogidos en el artículo “Times to endovascular treatment following two triage models ”, han confirmado que “la decisión de trasladar al paciente puede suponer un retraso de entre una hora y media y dos horas respecto a las situaciones en las que es el neurorradiólogo intervencionista quien se desplaza al hospital donde se encuentra el paciente”, afirma el neurólogo, para quien esta demora es, sencillamente, “mucho tiempo”, lo que confirma que “es preferible que el equipo intervencionista se traslade al lugar del paciente y no al revés”.

Los hallazgos de esta investigación, recientemente publicada en la revista científica Neurological Sciences, coinciden con otros estudios similares realizados antes en Nueva York y en Alemania. “Para nosotros como investigadores, el hecho de que nuestros datos reproduzcan aquellos obtenidos en otros lugares del mundo aporta coherencia a las observaciones realizadas”, remarca Rodríguez.

Por su parte, Fernández concluye recalcando nuevamente la importancia de continuar investigando para reducir el tiempo en que se trata un ictus: ‘Tiempo es cerebro’ sigue estando plenamente vigente como estrategia de tratamiento en el ictus isquémico”. “Es más -matiza-, por lo que sabemos, incluso, ‘minutos son cerebro’, pues cada minuto de retraso puede suponer una pérdida considerable de neuronas, lo que se traduce en pérdida de autonomía, funcionalidad y problemas cognitivos futuros”.
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