El modelo IR de formación de especialistas sanitarios tiene demasiados puntos oscuros, substrayendo información del porqué de las decisiones al público conocimiento de nuestra Sociedad. Lo que conlleva abusos por doquier.

Desde esta columna me he hecho eco de las quejas del colectivo ForoBIR sobre la falta de transparencia de los exámenes, tanto en la gestación de las preguntas, como de su contenido y su heterogeneidad de año a año, como de la resolución administrativa de las respuestas a partir de no explicar cómo se hace la comprobación y justificación de las soluciones consideradas como correctas. En congruencia con la arrogancia que confiere estar instalado en los despachos ministeriales, no me consta que se haya buscado abrir un diálogo, aunque fuera exploratorio, para estudiar cómo mejorar, si cabe, la queja de los aspirantes a BIR o, por el contrario, demostrarles que sus quejas son infundadas.

Tampoco me consta que la Dirección General de Ordenación Profesional haya prestado la mínima atención a nuestra queja sobre la falta de transparencia en la asignación de titulaciones a las distintas plazas de formación ofertadas cada año. Aunque la decisión final corresponde formalmente a dicha unidad administrativa ministerial, de hecho son las unidades hospitalarias las que formulan propuestas, que son invariablemente aceptadas por la superioridad jerárquica, sin ningún período de información pública que permita a la ciudadanía conocer por qué una plaza debe ser cubierta por un biólogo en vez de serlo por un médico, por poner un ejemplo… irreal.

Insisto en denunciar este caldo de cultivo de arbitrariedades a raíz de una noticia publicada en la página 24 de la edición de El País, del pasado 24 de marzo de 2016, y su contraste con algún detalle de la convocatoria IR para 2016, ya liquidada.

Por una parte, nada más y nada menos que a cinco columnas, el reportero de El País explica el resultado de una investigación, según la cual unas bacterias expuestas a radiaciones de media intensidad resistían mejor sus efectos nocivos que otras poblaciones de la misma especie bacteriana expuestas a bajas o a altas radiaciones; la importancia práctica de los resultados tiene que ver con nuevas estrategias de lucha contra el cáncer. Aunque el pie de la fotografía se refiera a “el investigador”, el texto de la noticia concreta que el equipo está dirigido por un biólogo, Mario Xavier Ruiz-González.

Por otra parte, la convocatoria IR para 2016 (Orden SSI/1892/2015, de 10 de septiembre) oferta 69 plazas para formación en la especialidad sanitaria de Microbiología y Parasitología, distribuidas en 34 para farmacéuticos, 29 para médicos, 5 para biólogos y 1 para químicos. Desde el punto de vista de los que defendemos que la composición multiprofesional de los equipos de trabajo es la más eficiente manera de afrontar la complejidad de los problemas, es preocupante que no hayas plazas para biólogos preparados para especializarse en Microbiología y Parasitología en los centros sanitarios públicos o privados de Andalucía, Aragón, Canarias, Cantabria, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Euskadi, Extremadura, Illes Balears, La Rioja, Navarra y Región de Murcia.

Por si alguien tenía alguna duda, el biólogo Mario Xavier Ruiz-González no desarrolla su investigación en un centro sanitario español. Esto lo hubiera impedido el permitido corporativismo de quienes, sin dar explicaciones al contribuyente, deciden qué profesionales pueden desarrollar su talento en nuestros centros hospitalarios y cuáles quedan automáticamente excluidos a cauda de su titulación académica.
Añade gravedad a esta situación que quienes reclaman la gestión hospitalaria para la profesión médica, jamás se quejan de esta falta de transparencia. ¡¡Ay de nosotros!!

La creación de la especialidad pruridisciplinar de Genética Clínica (art. 41 de RD 639/2014, de 25 de julio), nos hace albergar la (¿vana?) esperanza de que, una vez elaborado el itinerario formativo correspondiente, se oferten plazas específicas para que los biólogos puedan cursar esta nueva especialidad sanitaria en consonancia con el número elevado de compañeros que están trabajando actualmente en aquel campo.

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