Asegura que ha visto “buena receptividad” para el impulso de estos medicamentos por parte de todos los partidos



18 feb. 2016 16:37H
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Eduardo Ortega Socorro. Madrid
Joaquín Rodrigo, presidente de Biosim, se marca dos objetivos principales de cara a 2016 en el ámbito de los medicamentos biosimilares: “poder establecer un marco regulatorio específico y diferenciado” por un lado y “apoyar la difusión y el entendimiento de lo que son estos productos entre los principales implicados, como pacientes, médicos, farmacéuticos , autoridades sanitarias, etcétera”, por el otro.

Julio Ancochea, jefe de Neumología del Hospital de La Princesa de Madrid, y Joaquín Rodrigo, presidente de Biosim.

Con estas metas en mente, avisa de que “la incertidumbre política generada por la falta de gobierno no es buena para el biosimilar”. Sin embargo, tampoco se atreve a decantarse por un grupo que pudiera favorecer más el desarrollo de estos fármacos: “No me atrevo a decir con qué tipo de gobierno encajaríamos más. Lo que sí hemos notado es la buena receptividad que hemos notado por parte de todos los partidos políticos hacia los biosimilares. Hay mucho interés en profundizar en ellos y en qué pueden aportar al Sistema Nacional de Salud (SNS)”.

El también director general de Sandoz aborda estas cuestiones en los momentos previos de su participación en la XXI sesión ‘Be Neumo, Be You’, celebrada en el Aula Respira del Hospital de La Princesa. En ella ha abordado la situación de los medicamentos biosimilares en España, cuya evolución, indica, “está dependiendo de cada sistema sanitario”.

En este contexto, tiene claro que “hay margen de mejora” en la sanidad nacional, dado que “no hay ninguna medida para impulsar los biosimilares a través de una legislación específica”. En este sentido reclama que haya “diferenciación de precio entre el biosimilar y el biológico de referencia”, para así facilitar la penetración de estos productos en la práctica clínica diaria.

Ahorros y diferencias

Por otro lado, recuerda que los biosimilares, aunque no son “copias” como los genéricos, “son comparables en seguridad y eficacia a sus medicamentos de referencia”, algo que debería ser extrapolable a sus indicaciones y poblaciones de uso.

Apunta además que el desarrollo de cada biosimilar tiene un coste de entre 100 y 300 millones de dólares, el tiempo que pueda pasar hasta ser llevado al mercado está alrededor de los ocho años  y las actividades post autorización (farmacovigilancia) son las mismas que en los biológicos de marca. Todo ello para ofrecer a los sistemas sanitarias un precio un 20 por ciento inferior “en el primer año”, con sucesivas reducciones según pase el tiempo.

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