La asistencia ventricular permite al corazón bombear en momentos críticos



18 jun. 2015 12:35H
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Redacción. Madrid
La ciudad de Funchal en Madeira (Portugal) ha recibido recientemente a más de 450 especialistas con motivo de la XXVI Reunión de la Sección de Hemodinámica y Cardiología Intervencionista de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), donde se ha debatido sobre las últimas novedades y actualizaciones en el diagnóstico y tratamiento percutáneo de la enfermedad coronaria.

Ramiro Trillo.

En la reunión se han publicado los últimos datos obtenidos del Registro Nacional del Actividad en Cardiología Intervencionista, que evidencian un ligero aumento de los procedimientos coronarios percutáneos respecto el año pasado. Mientras que en el 2013 se realizaron un total de 65.912 procedimientos, en 2014 han aumentado hasta 66.437.

Asistencia ventricular parcial o total

Uno de los temas destacados de la reunión ha girado en torno a la asistencia ventricular, para ayudar a un corazón con disfunción muy severa a cumplir la función de bombeo de sangre hacia el resto del organismo. “En pacientes que han sufrido un infarto agudo de miocardio y cuya área de corazón infartado es muy grande se observa una disfunción muy importante en cuanto a la capacidad del corazón para bombear la sangre a todo el cuerpo. Ante esta situación, se le puede subministrar una asistencia ventricular que no regenerará por completo la función del corazón pero sí que permitirá superar la fase más crítica”, explica Ramiro Trillo, presidente la Sección de Hemodinámica y Cardiología Intervencionista de la SEC.

La tecnología desarrollada permite contar con dispositivos de asistencia ventricular de diferentes tamaños y con distintas funcionalidades. Así, los dispositivos de asistencia ventricular de destino final funcionan como un corazón artificial, ya que mediante un dispositivo externo, se consigue que un corazón muy dañado pueda bombear correctamente y permitir que el paciente pueda llevar una vida normal.

En casos de intervenciones coronarias complicadas y de gran riesgo, estos dispositivos permiten que el corazón “pueda seguir bombeando en momentos donde la propia intervención haría imposible que el riego sanguíneo continuara. El uso de esta maquinaria durante los minutos críticos consigue mantener con vida al paciente para que los cardiólogos podamos intervenir sobre la arteria afectada y así resolver el problema”, indica Trillo.

En otros casos, tras haber resuelto un episodio de oclusión coronaria mediante la colocación de un stent en la arteria obstruida, la circulación sanguínea se restablece y pasados unos días la periferia del miocardio de la zona infartada puede recuperar su función. Sin embargo, Trillo señala que “esos días de recuperación son cruciales, ya que el corazón ha sufrido una agresión muy importante. Si apoyamos la función cardiaca implantando un dispositivo externo podemos conseguir que el paciente mejore su situación y que su corazón, aunque no en su totalidad, pueda cumplir con su función vital”.
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