La Revista

Su mezcla de divulgación y sentido del humor han hecho a 'Boticaria García' en la farmacéutica más mediática de España



21 may. 2016 20:00H
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POR @EDUORTEGARM
Lo que empezó siendo un blog sobre maternidad ('Mi gremlin no me come') se transformó en otro centrado en lo que ocurre dentro de la oficina de farmacia (Boticaria Garcia) que, a su vez, se ha acabado convirtiendo en un libro ('El paciente impaciente') que la ha llevado a pasearse por radios y televisiones de toda España, convirtiéndola en la más mediática de las profesionales de este ámbito. Eso sí, la fama no confunde a Marián García, más conocida como 'Boticaria García',  quien lleva la “en las venas" farmacia y que llama a sus compañeros a tomar las redes sociales, donde ya está el paciente. ¿Toca cambiar el chip? Ella, que apuesta por el farmacéutico ‘on-line’, cree que sí.

García, con solo dos años, en la farmacia de su padre.

¿Cómo sienta la fama?

No me considero famosa. Lo seré, según mi marido, cuando nos paren por la calle o nos den la mejor mesa en un restaurante. Pero sí he notado un cambio muy grande desde hace un año. Entonces me levantaba por la mañana, venía a la farmacia y mi vida era atender a los pacientes. Ahora, muchas veces tengo que ir a primera hora a grabar un programa en televisión, por la tarde tengo otro de radio, también estoy dando conferencias por toda España... Lo cierto es que la película ha cambiado mucho. Lo llevo con sueño, pero muy bien.

Usted viene de una saga farmacéutica. Es hija de Aquilino García, vocal nacional de Alimentación del Consejo General de Farmacéuticos.

Siempre he dicho que soy farmacéutica de sangre, y además nací gracias al orden alfabético. Mi padre se apellida García Perea y mi madre García Pérez, y por eso les hacían sentarse juntos en las prácticas de la facultad de Farmacia. Al final el roce hizo el cariño, se casaron y yo soy García García. Llevo en las venas esto de la farmacia.

Y además de la botica rural, que es de la más sacrificadas.

Es verdad. Cuando acabé la carrera con 22 años fui a un pueblo al lado de Belmonte (Cuenca), de 500 habitantes. Fue un shock. Aunque seas de allí, has estado en Madrid, has hecho otras cosas y de repente vuelves a un núcleo pequeño. Lo que pasa es que es muy gratificante. Aunque ahora estoy en Madrid, en una farmacia de barrio donde la gente es también muy agradable, la cercanía de pueblo es única. Me llamaron para dar una charla allí, al hogar del jubilado. Un señor de 80 años había entrado en Facebook y se había repasado mi biografía. Son cosas que te enamoran y te hace pensar: qué gente tan maja.

Pasión por el ping-pong
A pesar de que asegure que "casi solo" trabaja y que se está "convirtiendo en una persona gris" en materia de aficiones, siempre guarda en su corazón, y en su muñeca, un hueco para el ping-pong. "Fui campeona de Castilla-La Mancha cuando tenía 14 años, también fui campeona de un campeonato de El Corte Inglés cuando estaba en el colegio mayor. Es un deporte que requiere concentración y rapidez y que me olvide de todo. Me encanta".
Sus habilidades de comunicación han sido fundamentales para lograr este alcance mediático. ¿La formación en esta área se tendría que incorporar a la carrera?

Hay habilidades que se tienen de forma innata, pero también se pueden depurar y mejorar muchísimo. En la Complutense había una asignatura, Comunicación al Paciente y a la Familia, y me apunté. Éramos cuatro. Está claro que a la gente le interesaban otras cosas.

¿Cómo comienza a colaborar con los medios de comunicación?

El punto de inflexión fue el libro. Yo tenía un blog, que llevó al libro, que llevó a la radio, que llevó a la tele... El blog fue para mí una ventana. Estaba en mi pueblo, con un escaparate por el que podían pasar 500 personas como máximo y las ovejas, nada más. Me dije que había que colocar este escaparate ante el mundo con las oportunidades que ofrece internet. Puse en marcha el blog, empecé a recibir visitas y se incorporó a la web de Ana Rosa Quintana. Tuve mucha suerte, porque cuando llevaba dos meses también propusieron incorporarlo a la revista. De esta manera, me incorporaron automáticamente al 'board room' de Paula Echevarria y Sara Carbonero. Eso hace unos años era la bomba, porque además no había Instagram, y empezó a seguirme gente.

¿En breve veremos un nuevo libro, dado que el ámbito de las anécdotas farmacéuticas parece inacabable?

Sí, bueno, tengo a los de la editorial en la nuca. Hay otro libro pendiente, pero va a ser más sanitario. El de anécdotas es muy divertido, pero hay que darle cancha a 'El paciente impaciente'. Me apetecía escribir algo más divulgativo, más como lo que hago en el blog.

Con sus padres, durante una firma de libros de 'El paciente impaciente'.

Se podría hacer un espacio de humor farmacéutico con lo que sus mostradores ven a diario, por lo que cuenta...

Es que José Mota, por ejemplo, utiliza muchas anécdotas en su particular consulta del médico que pasan en la farmacia. La botica da mucho juego.

¿Acuden más clientes a su farmacia por su perfil mediático?

Bueno, esta es una farmacia de barrio, así que el recorrido que tenemos es el propio barrio. Lo que sí es cierto es que la gente te ve de otra manera. La cuestión es que siempre he llevado estos temas con bastante discreción, dado que el libro era sobre pacientes y no quería que ninguno se diera por aludido o que me dejara de hacer consultas pensando que voy a publicar lo que me cuente.

Pero sí es verdad que la gente lo valora. Y se dan anécdotas graciosas. Los días que voy a la tele me maquillan mucho. Tanto que una señora me dijo un día: 'Ay, de verdad. Si a tu hermana, la que trabaja aquí, la maquillaran un poquito como a ti que guapa estaría'. Y yo no tengo hermanas (risas). Por eso, cada vez que voy a la tele y cuelgo fotos hablo de mi hermana 'la guapa', la que va a la tele. Lo cual dice muy poco bueno de cómo vengo vestida y peinada todos los días a trabajar (risas).

¿Cómo cree que la ven sus compañeros de profesión?

Tengo mucha suerte, porque desde el principio, desde el minuto 0, he tenido su cariño. A pesar de que las redes sociales son muy cañeras y todo se mira mucho, cuando abrí el blog y se vio cuál era mi objetivo, hablar en internet igual que lo hacemos en la farmacia con el paciente, todo el mundo lo vio bien.

Entiendo que para usted ser farmacéutico es mucho más que dispensar...

Es que ser farmacéutico es mucho más, todos los días. Dispensar es una parte de la profesión farmacéutica diaria, pero somos el primer sanitario a disposición de la población, estamos a pie de calle. El farmacéutico es un profesional titulado, capacitado para guardias y poder atender las 24 horas del día y todos los días de la semana. Eso es un lujo.
Además, cumplimos un papel importante en la prevención, haciendo un cribado tanto para evitar gastos innecesarios para la Seguridad Social si se trata de algo que se solucionar fácilmente, como al revés: podemos recomendar al paciente que vaya al médico.

Dando el pregón de las fiestas de su pueblo, Belmonte (Cuenca).

¿Cree que la población es consciente de este rol que usted defiende?

Las encuestas dicen que el farmacéutico tiene una muy buena valoración por parte del ciudadano, pero cada uno del suyo. Como colectivo tenemos grandes mitos y chistes que calan, pero personalmente creo que todo el mundo tiene su farmacéutico de confianza y de cabecera.

¿Aprovecha el farmacéutico las redes sociales como debería?

Las redes sociales, y el blog en concreto, me lo han dado todo. Desde mi pueblo, o desde donde estoy ahora mismo. Nos permiten ir más allá. Por eso es necesario que los farmacéuticos aprovechemos esta oportunidad, porque al fin y al cabo siempre hemos estado donde ha estado el paciente, que ahora está en internet. Coge el móvil y en cualquier momento mira el doctor Google. El farmacéutico, si se queda en la farmacia, lo tiene difícil. Porque el paciente ya está mirando lo que pasa por otro lado, y cuando llega ya lo hace con un diagnóstico. Tenemos que cambiar el registro y el chip: somos el mismo farmacéutico 'on line' que 'off line'.

¿Cuáles son los pacientes que más consultas le hacen?

Sin duda, la madre primeriza, un ser hormonado y generalmente irracional que tiene un montón de tiempo libre para venir a la farmacia y contarnos. Y en internet pasa igual: la primeriza es siempre la que más información busca, porque nadie está nunca tan preocupada ni tiene algo tan importante en la cabeza como el hijo que va a tener o ha tenido. Cuando tienes un hijo, o estás embarazada, te das cuenta de lo que es el miedo de verdad.

Si el paciente es impaciente... ¿tiene el farmacéutico la paciencia necesaria?

En el libro destripé 37 pacientes y me dije: vamos a hacer un poco de autocrítica. De esta manera, a su vez, destripé 13 tipos de farmacéuticos, cada uno con sus características. Está la ‘farmapija’, un clásico de la farmacia española. El ‘farmasaurio’, que es el profesional que está totalmente desactualizado en algunas cuestiones. También están el ‘farmaserio’, el ‘farmabonachón’, los ‘farmarurales’... En general tenemos bastante paciencia y lo hacemos bien, pero es un trabajo que cada vez se complica más por el lado administrativo y las trabas burocráticas que tenemos detrás. Eso roba mucho tiempo al trabajo del mostrador y dificulta el dar el consejo farmacéutico.

en corto
Libro de cabecera
‘El dardo en la palabra’, de Fernando Lázaro Carreter.

Canción preferida
‘All for love’, de Bryan Adams, Rod Stewart y Sting.

Película favorita
Forrest Gump.

Una ciudad para vivir
Madrid.

Una ciudad para viajar
Ciudad del Cabo (Sudáfrica).

Un objeto imprescindible
El teléfono móvil.

Un personaje de su vida
Mi marido.

Un protagonista histórico
Hildegarda Von Bingen, la primera farmacéutica.

Un equipo de fútbol
Real Madrid, a muerte.

Un lema vital
No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy.

¿Qué le hace feliz?
Estar con mi familia y mi trabajo.
¿En qué programa le gustaría participar y todavía no lo ha hecho?

Hombre, ‘Saber y Ganar’, aunque me eliminaran en la primera ronda. Pero si se trata de programas donde yo pueda aportar algo, cualquiera que fuera en franja matinal, como ‘Las Mañanas’ de La 1 o ‘El Programa de Ana Rosa’, porque tienen una pegada en gente... Es lo que veo aquí. Lo que dice el doctor del programa de la mañana muchos lo siguen sin rechistar. Sería una oportunidad para mí, para dar una visión farmacéutica como ya lo hago en La 2 cada quince días.

¿Y un cambio de registro? ¿Por qué no un espacio sanitario en ‘El Hormiguero’ o ‘El Intermedio’?

Me estás dando unas ideas muy chulas (sonríe). La clave de mi blog es el sentido del humor. A todo le doy la vuelta: el ibuprofeno es Batman y la arginina es el batmóvil. A mí me encantaría. Cualquier cosa que implique sentido del humor para que la gente lo siga, como los experimentos, pero desde el punto de vista sanitario.

En varias ocasiones se ha advertido del poco fundamento científico que tienen los programas de la televisión española a la hora dar información sanitaria. ¿Le ha tocado combatir esta situación cuando se reúne con los equipos de los programas?

Tengo suerte, mucha suerte. Trabajo en La 2, que es probablemente el canal más serio y más riguroso que hay. Y el equipo es muy escrupuloso con esto. Tenemos una sintonía muy buena. Sí que he tenido alguna historia con otros medios de comunicación, tipo revistas para adolescentes jovencitas. Me han pedido algún artículo del estilo 'Los cuatro consejos para adelgazar'. Yo siempre les digo que esto no lo puedo hacer. Te propongo esto otro; si te encaja con los contenidos bien, y si no... Por eso ha habido cosas que he tenido que rechazar. Y lo he hecho con pena: son sectores de la población en los que me gustaría introducirme, pero lo primero es ser fiel y coherente a uno mismo.

¿Quién sería el director de una posible película de 'El Paciente Impaciente'? ¿Y su reparto actoral?

Tenemos a una clara vieja del visillo, que es la paciente cotilla. Y como director... Sería un poco José Luis Cuerda, porque me imagino una película similar a 'Amanece que no es poco'. Lo vería todo un poco surrealista.

Dado que lo suyo es genético... ¿Cree que sus hijos también acabarán como farmacéuticos?

Les encanta venir aquí. El mejor planazo es cuando les digo que se tienen que venir conmigo a la farmacia. Cada uno tiene su bata, chiquitita, y pululan, toman la tensión a gente de confianza, juegan a las naves espaciales con las cajas de los productos... Yo cuando era pequeña también lo hacía.

¿Cuándo cree entonces que le darán mesa en los restaurantes sin tener que hacer la reserva?

Cuando vaya al programa con Mariló Montero (se ríe). Bueno, no sé. Pero molaría.
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