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Amparo Botejara afronta su segunda legislatura con el corazón dividido entre la consulta de Primaria y el Congreso

Amparo Botejara.


6 ago. 2016 20:00H
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POR CARLOS COROMINAS
Casi 60 años, más de 30 como médico de Familia, dos hijos y una larga historia de activismo en defensa de la sanidad pública parece que no son suficientes para cansar a Ampara Botejara. Más bien al contrario: cansada de las desigualdades que veía en la consulta, espacio que considera como “un observatorio de la realidad”, decidió dar el salto a la política activa cuando se estaba conformando Podemos en Extremadura y buscaban a alguien para sanidad. Ahora repite como diputada por Badajoz después de su corta experiencia en la infructuosa legislatura anterior.
 
Afronta su paso por el Congreso como un periodo transitorio y no teme quedarse desactualizada, ya que confiesa que la Medicina es lo que más le gusta. Aunque esta que comienza es su segunda legislatura, sigue siendo nueva en la política. Prueba de ello es la sinceridad con la que habla. Botejara dice lo primero que piensa; y lo primero que se piensa suele coincidir con la verdad. Muestra sus convicciones políticas y su opinión sin maquillaje. Defiende que “siempre hay que decir la verdad”, aunque le haya costado algún titular que sus rivales políticos no han tardado en aprovechar para criticarla. De la adaptación a su nueva realidad y de cómo el Congreso trastoca la vida de una médica de Familia habla Botejara en esta entrevista de LA REVISTA de Redacción Médica, concedida a pocos días de las pasadas elecciones.
 
¿Por qué decidió hacerse médico?
 
Siempre quise hacer Medicina, desde muy joven. Me quedé embarazada en COU, pero decidí empezar mi trayectoria profesional. En aquella época también teníamos la Selectividad, era el segundo año me parece, o el primero, y al año siguiente empecé Medicina. No era muy lógico que una mujer, y encima pendiente de tener un hijo, empezara una carrera tan larga. Pero bueno, era lo que me gustaba, tenía la posibilidad de hacerlo y ese fue el camino que elegí.
 
Cuando acabé cogí Medicina de Familia, que entonces estaba en una situación incierta, porque eran los inicios. A mí era lo que me gustaba por el médico de cabecera que yo tenía y que nos había atendido toda la vida. Esa era la imagen de la Medicina que yo tenía. Era lo que me gustaba y desde entonces he estado luchando por la Atención Primaria y por la sanidad pública para que todos tengamos una sanidad pública de calidad.
 

El activismo en defensa de la sanidad ha sido siempre una constante en la vida de la actual diputada de Podemos.

¿Fue fácil hacer la carrera con un hijo?
 
Al final acabé con dos. Creo que había situaciones más duras que la mía: yo tenía que estudiar y tenía los niños, pero los compartía con mi pareja y no tenía que trabajar. Ahora hay situaciones de personas  que son más complicadas, porque no se pueden financiar los estudios o porque tienen que compaginar el trabajo con los estudios.
 
Durante diez años fue presidenta de la Sociedad de Medicina de Familia…
 
Sí. Y luego estuve Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública, que fue un movimiento que ha estado durante todos estos años defendiendo las prestaciones en la sanidad pública.
 
¿Qué ha aprendido de la etapa de presidenta de la Sociedad de Medicina de Familia?
 
De eso hace muchos años. Fui la primera presidenta y ha habido varios después de mí. La idea que yo tengo es que hay que estar siempre aprendiendo, siempre. Ahora estoy aprendiendo muchísimo.
 
¿Le ha servido todo ese aprendizaje cuando ha llegado a la política?
 
Claro, para la política y para todo. Los enfoques que tú haces de la situación son totalmente distintos y también de lo que te pasa en la vida. El problema es que hemos tenido que cortar la actividad política cuando estábamos empezando y ha quedado todo un poco frustrado, con unas expectativas que no hemos cubierto.
 
¿Por qué decidió precisamente dar el salto a la política y presentarse al Congreso?
 
Las consultas de Atención Primaria son como un observatorio, donde ves lo que pasa en la sociedad. Yo trabajo en un barrio trabajador, en el que veo todos los problemas que tienen las familias y las personas, a todos los niveles. Ves cómo se va deteriorando todo, cómo va dejando de haber trabajo, y no pasa nada; se cobra el paro, cómo se va acabando el paro; cómo las personas tienen hijos y va la situación empeorando; cómo las personas mayores tienen que compartir la pensión escasa con el resto de la familia y echar una mano. Todo eso lo vas viendo. Y tienes debates, lo hablas. Llega un momento en el que si te dan la oportunidad la tienes que coger. Eso me pasó a mí cuando me llamó la gente que estaba conformando Podemos en Extremadura para el tema de sanidad. Me fui rápidamente, vi el proyecto, me gustó y pensé que podía ser útil.
 
¿Cómo ha sido ese salto, cómo es sentarse en un escaño?
 
Es una situación desconocida totalmente. La verdad es que el primer día para mí fue desconcertante porque no me gustó nada. Íbamos con mucha ilusión a cumplir nuestro compromiso. Yo tenía pensado decir que me comprometía a defender la sanidad pública y a defender a Extremadura, que es mi tierra. Nos quitaron la megafonía y se pusieron a chillar para que no se oyera. Aquello fue impactante. No querían que se nos oyera y después no querían tampoco que se nos viera, nos colocaron ahí [en la parte de atrás del hemiciclo]. Se ha hecho un intento de que no se nos oiga, que no se nos vea, que no estemos. Pero estábamos allí.
 
¿Cree que esa es una diferencia entre la vieja política y la nueva?
 
Sí, eso está claro. Me lo discutía alguna diputada del Partido Socialista y yo le decía: “Están las grabaciones para verlo”. Se puede ver perfectamente cómo el primer y el segundo día se chillaban de una bancada a otra. Si chillaba su bancada, el presidente de la cámara, Patxi López,  decía que era democracia activa; si chillaba la otra que eso no era posible, que era mala educación. La realidad es que en el segundo o en el tercer pleno ya no gritaba nadie, porque nos miraban de arriba abajo y nosotros siempre hemos tenido una posición correcta, educada.
 
Lo que sí llamaba la atención es que al día siguiente en todos los medios de comunicación estaban el tema del bebé de Carolina, que es algo que en los países de Centroeuropa resulta muy habitual. Estaba el bebé de Carolina y las rastas de Alberto y te preguntabas: ¿Por qué no dicen que no nos han dejado hablar en ningún sitio? Que en un Parlamento te abucheen y no te dejen hablar el primer día que llegas, eso sí que me parece a mí fundamental.
 
Y después de ese primer día, ¿cómo ha sido el trabajo dentro del Congreso?
 
Para mí difícil, porque era complicado. Yo no sabía lo que era una PNL (Proposición No de Ley). Hemos tenido que trabajar, ponernos y meternos en lo que realmente era eso. Yo veo que hay poco poder resolutivo para los problemas. No sé si es una concepción que yo tengo porque el Gobierno estaba en funciones. Nosotros solicitamos 70 comparecencias y no lo hizo nadie.
No sé si es porque el Gobierno estaba en funciones o porque realmente es una máquina que necesita un poco de más dinamismo.
 

Define la consulta, donde se siente más cómoda, como un "observatorio".

¿Recibieron algún tipo de ayuda de otros grupos que les contaran un poco cuáles eran las dinámicas parlamentarias?
 
No. Nosotros mismos, que somos muy espabilados.
 
Ha comentado en alguna ocasión que encontraba una dicotomía entre lo que disfruta con su actividad en el centro de salud y lo que puede cambiar estando en el Congreso. ¿Cómo está enfrentándose a esa situación?
 
Pues no lo sé ni yo. Estoy ahora mismo entre dos mundos. Yo quiero solucionar problemas y pienso que puedo ayudar a hacerlo. Igual que la gente de Podemos que he conocido en el Congreso: trabajadora, con ánimo, capacitada. Eso para mí es fundamental. El retorno a la consulta lo dejaré para más adelante.
 
¿Su carrera política es transitoria o…?
 
Transitoria.
 
¿De cuatro años, ocho o más?
 
No lo he pensado. Sí que no estoy de acuerdo en las funciones que desarrollan allí mucho de los diputados al llevar más de ocho años. Creo que más de eso no se debe estar en los sillones. En ese caso sí que realmente te metes, sin querer, en una dinámica complicada. Ya no piensas que tú estás ahí para resolver los problemas de la gente, para cambiar cosas, sino que te vas dejando llevar, yo creo que eso no es saludable para la política.
 
¿No le da miedo quedarse desactualizada en Medicina?  
 
No me da miedo porque me gusta. Cojo una revista de formación continuada y me la leo entera en 15 minutos. Con un Real Decreto no me bastaban 15 minutos, necesitaba dos horas.
 
en corto
Un libro de cabecera
 Ahora estoy leyendo ‘Hasta aquí hemos llegado’ de Petros Márkaris.
 
Película favorita
‘Las invasiones bárbaras’, de Denys Arcand.
 
Canción preferida
En todo caso. ‘Resistiré’, del Dúo Dinámico.
 
Una ciudad para vivir
Lisboa.
 
Ciudad donde viajar
Te diría otra vez Lisboa.
 
Un objeto imprescindible
No tengo ninguno.
 
Personaje de su vida
Mi marido.
 
Personaje histórico
Es que no tengo ninguno.
 
Un lema vital
“No hagas para los demás lo que no quieras que te hagan para ti”.
 
Un equipo de fútbol
 Mi hijo es del Real Madrid y mi marido del Atlético de Madrid, así que tengo el corazón partido.
 
Qué le hace feliz
Que estén felices aquellos que tengo alrededor.
¿A parte de la Medicina qué le gusta hacer?
 
Ahora mismo no tengo tiempo para nada. Hombre, me gusta hacer ejercicio y tengo dos nietos, que ahora los tengo un poco abandonados, con esto de la campaña llevo unas semanas en las que los veo menos de lo que yo quisiera.
 
¿Qué opinan sus nietos de la abuela diputada?
 
Son pequeños todavía.
 
¿Y su familia?
 
Pues no me dicen nada. Nosotros siempre hemos sido muy respetuosos con las opciones que cada uno ha querido tomar. Mi pareja es quien lo sufre un poco porque teníamos una vida muy colocada y ahora estamos un poco descolocados. Pero lo llevamos bien, ya son 40 años juntos y sabemos adaptarnos.
 
¿Cómo es para una persona nueva en política el hecho de tener que venir tres días a la semana a Madrid?
 
Difícil, muy difícil, sobre todo si vienes de Extremadura.
 
¿Por qué?
 
Porque tenemos un tren que tarda seis horas, cuando no tiene retraso.
 
¿Cómo trastoca eso la vida personal?
 
Trastoca bastante, porque todo necesita un período de adaptación y cuando vas intentando coger el punto y adaptarte pues de repente estas otra vez en la consulta. Pero creo que con esfuerzo por parte de todos, de tu núcleo familiar, y si tú tienes claro lo que quieres, no hay problema.
 
¿Qué le hubiera gustado hacer en la vida, que no ha hecho o qué le queda por hacer?
 
Estoy muy contenta. Me quedan por hacer muchas cosas, pero con la vida que he llevado, he tenido mucha suerte.
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