El gerente del Hospital Universitario Virgen del Rocío, Manuel Molina, se une al documento 'Lecciones del Covid-19'

"Son imprescindibles planes de contingencia a todos los niveles"
Manuel Molina, gerente del Hospital Universitario Virgen del Rocío, de Sevilla.


1 jun. 2020 16:30H
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El Hospital Universitario Virgen del Rocío, de Sevilla, ha sido uno de los centros españoles que ha presentado batalla a la difícil tesitura asistencial provocada por el coronavirus. 

Su gerente, Manuel Molina, un profesional médico con una amplia trayectoria en la Administración y la gestión, relata lo vivido y aprendido para 'Lecciones del Covid-19', el documento que Redacción Médica pone a disposición de la sociedad para reformular el Sistema Nacional de Salud y enfrentar mejor situaciones similares futuras.


¿Cuáles son los aciertos y errores que se han cometido durante esta crisis?

Entre los aciertos, podemos enumerar la planificación estratificada ascendente por niveles de atención, estableciendo una respuesta adaptada a la demanda asistencial en cada momento de la crisis; y adelantarnos a los criterios epidemiológicos para diseñar un circuito diferenciado para la atención de los pacientes con sospecha Covid-19 que ha minimizado los posibles contagios hospitalarios de pacientes y profesionales.

El trabajo conjunto de los equipos multidisciplinares que se han organizado la realización de protocolos de forma conjunta y de su aplicación simultánea en los distintos niveles de atención, así como la elaboración de documentos de información al usuario y a los familiares y de protocolos de información de forma telefónica. La comunicación ha sido permanente gracias a herramientas telemáticas de última generación. 


"Hemos estado en contacto permanente con los servicios de Urgencias de hospitales de similar nivel de ciudades que se encontraban en una fase más avanzada de la pandemia para aprovechar sus experiencias"


Además, hemos estado en contacto permanente con los servicios de Urgencias de hospitales de similar nivel de ciudades que se encontraban en una fase más avanzada de la pandemia para aprovechar sus experiencias.

Entre los errores, y quizás con más dificultades, ha sido la aplicación de los criterios epidemiológicos al tiempo que nos llegaban pacientes que habían tenido contactos en poblaciones con alta incidencia de enfermedad sin ser consideradas zonas de riesgo aún y, por lo tanto, no incluidas en protocolos. El resto son bien conocidas por todos: la gestión de equipos de protección individual y pruebas diagnósticas en algunos momentos ha sido especialmente complicada pero siempre hemos logrado cumplir con las recomendaciones sanitarias porque la seguridad de nuestro personal siempre ha sido una de nuestras prioridades.


Ante una crisis similar futura ¿qué medidas deberían adoptarse ya de forma preventiva en cuanto a recursos humanos, recursos Materiales y gestión / organización?

En cuanto a recursos humanos, seguir haciendo partícipe a nuestros profesionales de las distintas categorías de planes de actuación y protocolos, cursos de formación en Equipos de Protección Individual, o los ejercicios tipo simulacros de actuación ante emergencias sanitarias.

Nosotros disponemos de un Plan de Catástrofes para atender las emergencias sanitarias como un accidente aéreo o ferroviario. Esta organización ya prevé espacios de ampliación de las UCI o de las Urgencias, así como equipos de profesionales en permanente alerta que se pueden adaptar o sugerir soluciones a necesidades nuevas y futuras.

En gestión, siempre es imprescindible disponer de un Plan de Contingencia en los hospitales coordinado con el Plan de Contingencia autonómico, nacional y europeo, que nos permitan una respuesta ante otra pandemia o epidemia, rápida, ensayada, estudiada, con materiales de protección y analíticos suficientes para hacerle frente.


¿Qué podría haber aportado el entorno de la asistencia hospitalaria que no haya podido hacer por la premura en el estallido de la crisis?

Si se hubiera dispuesto de tiempo suficiente, se podría haber reorganizado la asistencia para mantener parte de la atención médica y quirúrgica a pacientes no afectados por el Covid-19, más allá de los procesos oncológicos o de aquellas patologías que no era posible demorar su asistencia. 

Igualmente, disponer de más tiempo hubiese permitido una mayor formación de los profesionales y una adaptación de los protocolos y procedimientos de trabajo a la nueva situación sin premuras. Esto nos hubiera permitido ofrecer a todos una asistencia más humanizada a los pacientes y sus familias; aunque somos conscientes de que se han puesto en marchas medidas y nuestros profesionales se han volcado en acompañar además de cuidar a nuestros pacientes.

Posiblemente hubiese sido interesante también intensificar las campañas informativas a la población en cuanto a las medidas de seguridad existentes en el hospital, de forma que les hubiéramos trasladado la tranquilidad suficiente para que hubiesen acudido antes a consultar problemas que han demorado por miedo a ser contagiados por el virus.

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