Un estudio publicado en JAMA concreta los colectivos que deberían vacunarse antes atendiendo a estos valores

Covid-19 vacunas: tres valores éticos para priorizar su administración
La igualdad de preocupación excluye la consideración de diferencias, como el género, la raza o la religión.


20 sept. 2020 14:20H
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La vacuna contra el coronavirus Covid-19 ha abierto un debate sobre a qué pacientes hay que suministrársela antes. Un reciente artículo publicado en JAMA, analiza cómo los valores éticos deben guiar la priorización de una vacuna Covid-19 entre las poblaciones. En conclusión, los investigadores consideran que se debe asignar una vacuna Covid-19 atendiendo a los siguientes criterios: para prevenir daños, priorizar a las personas desfavorecidas y lograr un trato igualitario.

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En la priorización de vacunas, destaca el informe, la ética interactúa con importantes cuestiones científicas y prácticas. Estas incluyen, por ejemplo, si una vacuna evitará la transmisión del SARS-CoV-2 y qué factores médicos afectan a su efectividad efectividad, la dosificación y la durabilidad de la vacuna, así como las tasas de infección por Covid-19 y los resultados entre las personas no vacunadas.

"En la medida en que una vacuna no previene la transmisión, sino que solo reduce la gravedad de la enfermedad, su efecto y distribución deben parecerse a las terapias que solo protegen a los receptores directos", consideran.

En texto subraya tres valores éticos son relevantes para la asignación de la vacuna Covid-19:
  1. Beneficiar a las personas y limitar el daño es un valor universal. "Una vacuna Covid-19 segura y eficaz comprobada evitaría directamente los daños a la salud, incluida la muerte y las enfermedades a largo plazo. También puede aliviar indirectamente daños socioeconómicos como el desempleo, la pobreza y la privación educativa", explican.
  2. En segundo lugar, también es fundamental priorizar a las poblaciones desfavorecidas. "La desventaja tiene múltiples dimensiones interrelacionadas que incluyen la opresión y la privación socioeconómica, un mayor riesgo de muerte antes en la vida y la vulnerabilidad médica", desarrollan.
  3. La igualdad de preocupación excluye la consideración de diferencias, como el género, la raza o la religión, cuando hacerlo no ayudaría a prevenir daños ni a priorizar a los grupos desfavorecidos. La misma preocupación no respalda el tratamiento idéntico de personas en situaciones diferentes o ignorar las diferencias relevantes.
La propuesta de la Academia Nacional de Medicina de EEUU (NAM) sugiere otro valor: la reciprocidad. "La reciprocidad reconoce conductas dignas del pasado, como asumir riesgos para beneficiar a otros. En el trasplante de órganos, la reciprocidad para priorizar a los donantes anteriores parece justificadaero en una emergencia de salud pública, la reciprocidad debe subordinarse a prevenir daños y priorizar a los grupos desfavorecidos", detala el documento.

Grupos prioritarios según la Ética


La distribución de vacunas, explican los investigadores, debe centrarse en los beneficios actuales y futuros, incluidos los beneficios directos para las personas vacunadas, los beneficios indirectos para las personas protegidas de la propagación de la infección y los beneficios indirectos para la salud y socioeconómicos para quienes están protegidos de los daños a medida que mejoran el sistema de salud y el funcionamiento social.

Los tres valores éticos descritos anteriormente favorecen la priorización de tres grupos: trabajadores de la salud; otros trabajadores esenciales y personas en entornos de alta transmisión; y personas con vulnerabilidades médicas asociadas con peores resultados de Covid-19, como diabetes, enfermedad pulmonar, enfermedad cardíaca y obesidad.

"Priorizar a los trabajadores y al personal de atención médica previene el daño directo a los trabajadores y el daño indirecto debido a la propagación del SARS-CoV-2 en las instalaciones de atención médica. También prioriza indirectamente a los grupos desfavorecidos porque la reducción de la propagación de la enfermedad facilita la provisión de tratamientos como la hemodiálisis y la quimioterapia, que las personas desfavorecidas necesitan con más frecuencia", explican.

En segundo lugar, priorizar a las personas que participan en actividades esenciales de alto riesgo.  Además, "los trabajadores presenciales tienen más probabilidades de estar en desventaja socioeconómica que los que pueden trabajar de forma remota", consideran los autores.

En tercer lugar, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el NAM sugieren dar prioridad a las personas cuyas afecciones médicas aumentan su riesgo de resultados negativos de Covid-19 si se infectan.
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