Nuria Muelas, coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Neuromusculares de la SEN.                                             
                                        
                                        
                                            El 2 de junio se conmemora el Día Nacional contra la
 Miastenia Gravis, una 
enfermedad neuromuscular autoinmune y crónica que, según datos de la Sociedad Española de Neurología (
SEN), afecta a unas 
15.000 personas en 
España.
Cada año se diagnostican en España unos 
700 nuevos casos. Existen dos picos de incidencia, uno en
 adulto joven, donde predomina en mujeres, y el otro en 
edad adulta tardía, con predominio de hombres.
No obstante, la enfermedad puede debutar a
 cualquier edad: un 10-20 por ciento de los casos debutan en la 
edad infantil y
 juvenil. Además, España es uno de los países en los se registra una mayor incidencia de casos de
 aparición tardía, llegando a suponer casi el 60 por ciento de los nuevos casos, frente a menos del 50 por ciento que supone en otros países del entorno.
La 
miastenia gravis es una enfermedad que se produce por un
 bloqueo entre la transmisión del 
impulso nervioso entre el 
nervio y el
 músculo, manifestándose con
 fatiga y
 debilidad muscular, que aumenta en los momentos de actividad y disminuye con el descanso. Aunque puede afectar a cualquier músculo esquelético del cuerpo, lo más frecuente es que afecte a los 
músculos oculares, a los
 bulbares (encargados del control del habla, la masticación y la deglución) y a los de las 
extremidades.
	Avance en las terapias inmunosupresoras 
“En un 70 por ciento de los casos, la enfermedad se inicia con la afectación de la musculatura ocular, que se traduce en visión doble y/o caída de párpados. En un 30 por ciento de los pacientes la enfermedad se seguirá manifestando exclusivamente a nivel ocular, pero es frecuente que generalice a otros músculos, como los de la cara, extremidades o región bulbar”, explica 
Nuria Muelas, coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Neuromusculares de la Sociedad Española de Neurología. “Las personas que ven afectados sus músculos respiratorios –entre un 10-15 por ciento de los pacientes- presentan la mayor 
gravedad y mayor riesgo de 
mortalidad”.
	
		
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					"Las personas que ven afectados sus músculos respiratorios presentan la mayor gravedad y riesgo de mortalidad" 
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En los últimos 20 años, las 
terapias inmunosupresoras han tenido un avance muy notable en la miastenia, logrando una 
mejoría clínica hasta en un 90 por ciento de los pacientes y, con ello, el pronóstico de la enfermedad ha cambiado espectacularmente. Tal es así que en los últimos años se ha 
reducido considerablemente la tasa de mortalidad, que años atrás podía superar el 30 por ciento, por lo que en la actualidad la 
esperanza de vida de la gran mayoría de los afectados es 
similar a la de la 
población sana y en un 70 por ciento de los casos, los pacientes pueden llevar una vida normal o casi normal.
“En todo caso, sigue siendo una enfermedad que puede generar una
 gran discapacidad, además de ser una 
patología de riesgo, que necesita de un 
seguimiento y 
tratamientos adecuados, así como de un
 diagnostico precoz, ya que la fase más activa de la enfermedad suele estar en los primeros siete años y es precisamente en este periodo, donde existe un mayor riesgo de mortalidad. Son pacientes que necesitan una 
atención especializada en su enfermedad para un mejor control de la misma”, comenta Nuria Muelas.
	Retraso en el diagnóstico en edades avanzadas 
Actualmente, en España, el 60 por ciento de los nuevos casos de 
miastenia ya se diagnostica durante el 
primer año de experimentar los
 primeros síntomas. Sin embargo, aún existen pacientes en los que el diagnóstico puede 
demorarse hasta tres años, debido a que los síntomas se pueden confundir con otras patologías. Esto es algo que se produce especialmente en 
ancianos porque habitualmente los síntomas son atribuidos a otras patologías más frecuentes o a la edad.
Por otra parte, es una enfermedad que necesita no solo de un
 seguimiento multidisciplinar, sino de una 
actitud activa por parte de los 
pacientes a la hora de adaptar su vida y tener una serie de precauciones para evitar crisis de la enfermedad.
“Los pacientes con miastenia deben evitar
 situaciones estresantes y, en algunos casos, adaptar sus tareas para poder llevarlas a cabo de la mejor forma posible, dado que la fatiga empeora con el estrés y el cansancio. Se recomienda
 descansar, evitar exponerse al calor, el sobrepeso y tener en cuenta que en algunos casos el rendimiento laboral o escolar puede verse disminuido. Asimismo es importante contar con 
apoyo para 
evitar la sobrecarga de 
actividades, y algunos pacientes precisan
 asistencia psicológica para aceptar posibles limitaciones”, asegura Nuria Muelas.                                        
 
                                        
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