La Revista

Chema Salas, de 24 años, es residente de Farmacia Hospitalaria en el Hospital Severo Ochoa de Madrid

El 'milagro' de aprobar el FIR pese a las estimaciones de la academia


21 jul. 2018 20:00H
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POR ESTHER ORTEGA
A Chema Salas le cuesta despedirse de su Málaga natal cada vez que coge un tren hacia Madrid. Realiza su residencia en el Hospital Severo Ochoa desde el pasado mes de mayo, cuando comenzó su andadura en Farmacia Hospitalaria, su meta desde que hizo las prácticas de la carrera: "Decidí que era lo mío y que tenía que ir a por ello".

El joven, de 24 años, estudió en la facultad de Granada. "Ahora que he terminado lo recuerdo con mucho cariño. Es cierto que cuando estás estudiando, lo único que quieres es terminar, comerte el mundo y presentarte cuanto antes al FIR. Ahora que estoy trabajando, volvería otra vez a esos años, pero lo cierto es que hay que ir avanzando y cerrando etapas", se sincera Chema, quien recuerda la preparación del examen como una temporada de mucho esfuerzo y sacrificio.

"Fue muy dura, estudiaba de lunes a sábado de siete de la mañana a siete y media de la tarde, descansando solo media hora para comer. La verdad es que cada vez que lo recuerdo se me ponen los pelos de punta porque fue una época bastante dura pero bueno, merece la pena", admite Chema, que aprobó el examen a la primera. 

UN MES DE ESPERA

"Siempre pensé que el día del examen iba a ser el peor del mundo, cuando más nervios iba a pasar, y la verdad es que tenía una tranquilidad enorme porque sabía que ya se iba a terminar, que me había preparado al máximo y que iba a darlo todo. Así que a hacerlo lo mejor posible, estaba seguro", recuerda Chema, que llevó peor la espera hasta conocer la nota final.

Chema Salas.

"En la academia te dan una estimación de la posición en función de la plantilla que ellos corrigen y me estimaban un número por el que ni siquiera tenía plaza", rememora el malagueño, que afortunadamente sí que la consiguió: "Fueron días muy malos hasta que salió la nota un mes después. Es día no me lo podía creer".

UNAS PRÁCTICAS DECISIVAS

Chema siempre había tenido en mente hacer Farmacia Hospitalaria, pero tras hacer prácticas en este servicio, lo tuvo claro. "En quinto, tuve la oportunidad de hacerlas en el Hospital Regional de Málaga y la verdad es que, aunque me dejaban hacer poquito, solo con ver lo que hacían los farmacéuticos en el propio hospital, me enamoré", confiesa el joven, que por fin ha logrado su sueño. 

"Iba con mucho miedo pero tengo unos compañeros residentes que son maravillosos y los adjuntos que también lo son. Están todo el rato pendientes de ti y cualquier cosa que les pides, van a ayudarte. Lo más importante de una residente es estar en un equipo de profesionales que te ayude y se apoyen entre ellos", destaca Chema, que de momento está muy contento con el plan formativo del hospital.

HOSPITAL MÁS GRANDE

"Sí que me gustaría hacer alguna rotación por otro hospital algo más grande porque eso te da soltura", explica Chema, que tiene guardias hasta las 10: "La primera fue bonita, aunque sea pesada, porque vi el papel que tiene un farmacéutico de verdad, y vi a una adjunta haciendo una intervención farmacéutica con un paciente durante la urgencia y la verdad es que lo recuerdo muy bonito. Yo hasta me emocioné porque los farmacéuticos no estamos acostumbrados a ese tipo de contacto con los pacientes y yo soy demasiado empático", se sincera el joven, que sentencia: "Eso me motivó a seguir hacia delante y a que me guste cada día más mi profesión".



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