Algunos mitos pueden generar un aumento desmesurado del estrés que impide una normal preparación para la prueba



2 feb. 2016 9:34H
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José A. Puglisi. Madrid
Los días previos a la presentación de la prueba MIR suelen estar rodeados de una lluvia de recomendaciones. Los candidatos, que intentarán acceder a una plaza contra viento y marea, se aferran a los consejos que les permitan contar con una leve ventaja por encima de los demás aspirantes y convertirse en residente. No obstante, existen muchos mitos en torno a la preparación del examen que destacan por ocasionar un efecto contrario al deseado.

Estudiante durante la prueba MIR.

Uno de los errores más comunes es pensar que todos los candidatos tienen un margen de error similar, permitiéndoles arriesgarse en algunas preguntas. En este supuesto se está ignorando que los conocimientos sobre Medicina de los 12.427 aspirantes son diversos y no existe una media común. En este sentido, lo recomendable sería valorar la situación individual al momento de tomar riesgo en el examen, conociendo, con los resultados de los simulacros previos, qué opciones tiene arriesgar. A diferencia de los años anteriores, la eliminación de un distractor también ayudará a reducir la necesidad de improvisar en las preguntas.

Otro de los mitos comunes es la presión que existe para quedar entre los primeros 1.000 puestos, considerando que es la única forma de estudiar la especialidad deseada. Si bien es cierto que algunas especialidades son más demandadas que otras, también hay que considerar que, durante la convocatoria pasada, tan solo siete de ellas se habían agotado antes del número 3.000, dejando la posibilidad de escoger en 40 especialidades tras ese número.

Los niveles de estrés suelen ir en contra los resultados en la prueba, por eso también son infructíferas las recomendaciones de estudiar todos los días o sin pausas, casi como una carrera a contrarreloj por los conocimientos. Al contrario, lo idóneo es alternar las fases de preparación con otras de distracción o, preferiblemente, actividad física. La búsqueda del equilibrio entre mente y cuerpo sano facilitará la tranquilidad necesaria para afrontar las preguntas del examen con la seguridad y tranquilidad necesaria. De lo contrario, será un nerviosismo gradual que hará mezclar los conocimientos.

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