Defiende el modelo histórico de la sanidad catalana y la estrategia de eliminar direcciones



10 jul. 2013 13:30H
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Javier Barbado. Madrid
El Servicio Catalán de la Salud (CatSalut) comenzó a reducir sus tarifas en 2010 y sus responsables hubieron de acometer los primeros recortes sanitarios de envergadura en el Sistema Nacional de Salud debidos a la crisis económica. El año pasado se congeló esa reducción tarifaria pero, según la entrevistada, este año se consolidará otra rebaja que llevará aparejada “otro sacrificio para empresas y trabajadores” a pesar de que, como ella misma reconoce, el sector dista de poder permitirse tal cosa.

Pero ello no es óbice para que aparque la defensa del modelo sanitario catalán, que parte en lo esencial de separar la financiación de la provisión de sus servicios con preponderancia de la autonomía empresarial, y que considera exitoso si se evalúa con la perspectiva del tiempo (Cataluña obtuvo la transferencia de competencias en materia sanitaria en 1981, pero la red asistencial conformada por entidades de diversa naturaleza jurídica se remonta a siglos atrás, y, según precisa la directiva de la Unió, en 1990 se formaliza por medio de una ley específica). No obstante resalta algunos flecos ahora pendientes, como la reforma del Instituto Catalán de la Salud (ICS), órgano gestor de las prestaciones transferidas, y aboga por un Pacto de Estado por la Sanidad en Cataluña “que se mantenga al margen de la confrontación política”.

Helena Ris, directora general de La Unió
Catalana de Hospitales.

En Cataluña se están unificando direcciones (por ejemplo, en Tarragona, la delegación del ICS y la empresa pública Gestión y Prestación de Servicios de Salud, las dirige desde hace muy poco un solo gerente). ¿Le parece adecuada la medida?

Nos parece una excelente idea. Detrás de esta actuación se busca racionalizar y optimizar recursos así como realizar una prestación más cooperativa en el territorio. En el actual escenario, tenemos la obligación de ser más eficientes  como sistema y, en este sentido, los proveedores han de promover actuaciones conjuntas a través de alianzas estratégicas que redunden en un mejor servicio al ciudadano. Si un mismo equipo de dirección se hace cargo de los dos centros parece, en principio, más fácil establecer sinergias.

Desde su punto de vista, las restricciones presupuestarias impuestas a muchos hospitales públicos catalanes desde 2011 a esta parte, ¿han surtido efecto en el ahorro, y, en ese caso, ha sido a costa de la calidad asistencial?

Los recortes empezaron en 2010 con una bajada de tarifas del 3,21 por ciento. Es duro hacer frente a  recortes que han de repercutirse en los presupuestos del mismo año. No obstante creemos que, por el momento, la calidad asistencial se ha preservado porque hasta ahora ha habido cierto margen para la gestión en los centros y porque empresas y profesionales han realizado un gran esfuerzo. Y también porque una parte de la disminución se ha aplicado a las retribuciones. El 2012 estuvo congelado y este año de nuevo sufriremos una rebaja en la tarifa del CatSalut que va a suponer otro sacrificio para empresas y trabajadores. Al sector ya no se le pueden pedir más sacrificios Los mismos profesionales que ven disminuir sus retribuciones son los que llevan a cabo esa asistencia de calidad. Las listas de espera han crecido: eso sí.

El modelo de sanidad concertada en Cataluña es único y se remonta a muchos años atrás. ¿Cree que ha funcionado, en general, de manera satisfactoria?

Sí, ha funcionado y los resultados tanto a nivel de salud como económicos prueban que de manera muy satisfactoria. Esto con un gasto de 1.251 euros por habitante, que nos sitúa por debajo de la media española. En términos del producto interior bruto (PIB), el gasto sanitario público supone el 4,4 por ciento frente al español, con un 5,4 por ciento; el británico, con un 6,7 por ciento o el conjunto de Europa, con un 6,5 por ciento.

El modelo básicamente es de separación de financiación de la provisión de servicios. La relación se establece a través de un contrato igual para centros públicos y privados. La titularidad de los centros es indiferente y, por lo tanto, es de colaboración público-privada desde siempre y el modelo promueve la autonomía empresarial. Queda pendiente la reforma del ICS (Instituto Catalán de la Salud), gestor de los servicios transferidos de la Seguridad Social.

La tarifa para los centros concertados ha bajado en el ejercicio actual. ¿Qué consecuencias va a tener esto en la atención sanitaria?

Este año la tarifa cae un 4,6 por ciento. Desde 2010, las restricciones presupuestarias se sitúan en un 15 por ciento y otros aspectos como el incremento del IPC, la subida del IVA o la no bonificación de las cuotas de la Seguridad Social, en un 10 por ciento. En su conjunto, estas acciones han tenido un impacto negativo de hasta un 25 por ciento en las cuentas de explotación de las entidades. En este sentido, creemos que ya no hay más margen para la gestión sin afectar a la calidad.

En este periodo, una pieza fundamental y clave han sido los profesionales, a los que irremediablemente esta situación no podía dejar de afectar, ya que la partida de personal supone entre el 60 por ciento y el 70 por ciento del presupuesto en los centros. Como decía antes, más esfuerzos tampoco se les pueden pedir. Si bien se ha mantenido la calidad asistencial, es cierto que los ciudadanos soportan  la prolongación de los tiempos de espera.

Es el momento de pasar de las medidas de ajuste a llevar a cabo las reformas estructurales necesarias que nos permitan asegurar la sostenibilidad del sistema sanitario.

¿A qué otros riesgos se enfrenta el modelo a corto y largo plazo?

Creemos que las principales amenazas del sistema son la insuficiencia crónica de financiación de la sanidad, las dificultades en las tesorerías de los centros así como la normativa reciente del Estado, que pone en peligro la unidad del sector concertado que, como decía, es de convivencia público-privada.

A la dureza de esta situación se añade la complejidad de la falta de un convenio de sector en la sanidad concertada a partir del 7 de julio al finalizar la situación de ultraactividad (vigencia del convenio). Después de más de cuatro años, se ha intentado alcanzar un pacto pero no ha sido posible pese a los esfuerzos de todos.Ahora cada centro llevará a cabo negociaciones de forma individual para llegar a un pactoque permita hacer frente a la dura situación económica. [La entrevista se llevó a cabo días antes de que haya trascendido que, gracias al acuerdo entre patronales y los sindicatos UGT y CCOO, el sector socio-sanitario concertado catalán dispondrá de un convenio colectivo propio por primera vez en su historia].

¿Necesita Cataluña cambiar o mejorar ese modelo?

Como señalaba con anterioridad, resulta necesario acometer reformas estructurales que permitan asegurar la sostenibilidad del sistema, tal y como recogíamos en nuestro informe de 2011 “Repensar el modelo sanitario catalán”, que reforzaba el modelo actual y apuntaba más de cien propuestas para mejorarlo y desplegarlo. El informe señalaba que había que profundizar en la recuperación de  valores como la autonomía de gestión, la colaboración público-privada o la evaluación de resultados, y que ésta fuera tomada en cuenta en el proceso de toma de decisiones en beneficio de los ciudadanos.

Estamos convencidos de que hay recorrido para la mejora si consolidamos fórmulas de gestión que faciliten la orientación a resultados de calidad y eficiencia en los costes, mejoramos las vías de participación y corresponsabilización de los ciudadanos en la gobernanza del sistema y el cuidado de su propia salud. Esperemos también que con el Pacto por la Sanidad en Cataluña se pueda mantener al margen de la confrontación política.

En su opinión, ¿fue el modelo catalán el que abrió la puerta a la colaboración público-privada progresiva en las diferentes comunidades autónomas, a medida que se transferían las competencias en sanidad?

El sistema sanitario catalán tiene integrada la colaboración público-privada como parte de su código genético. Durante  muchos años (algunos centros tienen más de 800), una sociedad civil vigorosa, con una clara vocación de servicio como mutualidades, ámbito local, iglesia, entidades privadas… ha tejido una red asistencial en el territorio, que independientemente de su titularidad jurídica, presta un servicio público. En 1990, este modelo se consolidó con la Ley de Ordenación Sanitaria de Cataluña (LOSC) que tuvo un consenso absoluto de todos los grupos políticos. A veces es este consenso el que se extraña ahora para revisar y mejorar el modelo.

Usted se ha mostrado siempre favorable a la colaboración público-privada como fórmula de gestión. ¿Cómo valora la apuesta de la Comunidad de Madrid por el modelo concesional?

La LOSC a la que me he referido en la pregunta anterior establece que el modelo sanitario catalán se basa en la separación de funciones de la Administración (planificación, financiación, compras y evaluación) de la provisión de servicios realizada por entidades proveedoras diversas que actúan con autonomía de gestión y orientadas a resultados. Este es el modelo que ha funcionado en Cataluña, como decía antes. Y tiene tradición.

En Madrid han pasado de un modelo “Insalud gestión directa” al modelo concesional sin solución de continuidad. Es un cambio brusco y difícil que requiere mucha transparencia y confianza. Aparte, se enfrenta con la defensa corporativa de las plazas estatutarias, que no es un problema menor y que también padecemos aquí con la reforma de ICS.

¿Cree que el modelo catalán, en general, es un buen ejemplo por imitar en otras autonomías?

La esencia de nuestro modelo es una gestión empresarial y la participación de la sociedad civil en la provisión de un servicio público de calidad al ciudadano, bajo la iniciativa y control de la Administración. Insisto en señalar que se trata de un sistema público de provisión de servicios porque son financiados con recursos públicos, y están regulados y evaluados por la Administración.

Si nos atenemos a los resultados y a las perspectivas futuras, puede ser útil para otras autonomías, pero siempre teniendo en cuenta cuáles son sus características esenciales y adaptándolo a su propia  idiosincrasia.

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