Joan, un enfermero tenaz a las puertas del Ministerio de Sanidad británico

Joan Pons todavía tiene una espina clavada al no haber podido ejercer como enfermero en España. Volvería, sin duda, si le ofreciesen un contrato que mejorara sustancialmente las condiciones que en su día, recién graduado, le empujaron a hacer las maletas y buscar suerte en Inglaterra. Desde allí nos cuenta las ventajas que ha encontrado en el sistema público de salud a nivel de progresión laboral, pero también los recortes salariales y la posible ampliación de la edad de jubilación que amenazan la sostenibilidad de su hogar profesional. 



Hace dos décadas, este enfermero catalán vio en el Servicio Nacional de Salud de Reino Unido una oportunidad para dejar atrás la inestabilidad y la necesidad de estar 24 horas "enganchado al móvil" para cubrir cualquier incidencia sanitaria o puesto vacante. Tal y como revela en este primer episodio del pódcast 'Sanitarios en...', pronto comprobó los "años de ventaja" que le llevaba al sistema nacional en cuanto a capacidad de especialización e integración de la figura de la Enfermera de Práctica Avanzada.

Sin embargo, los años han ido resintiendo sus condiciones iniciales y asegura haber dejado de ganar hasta 5.000 euros por el desajuste entre las subidas salariales del sector y el coste de la vida. Esto, sumado a una falta de vocación ha incrementado el déficit de enfermeras en Inglaterra y poniendo en serio peligro el relevo generacional. 

El profesional, reconocido como el mejor enfermero de 2018, ha tenido que hacer frente desde su función como gestor a desestabilizadores del sistema como el Brexit, que a día de hoy sigue complicando la captación de talento, y la pandemia de covid, que le situaría como referente al ser uno de los sanitarios voluntarios para recibir el tratamiento y convertirse así en el primer español vacunado contra el coronavirus.