El presidente de la Conferencia, Pedro Lorenzo, plantea reducir el númerus clausus y vetar nuevas facultades

Los decanos de Veterinaria denuncian un 'superávit' de 400 alumnos de grado
Pedro Lorenzo, presidente de la Conferencia de Decanos de Veterinaria.


13 oct. 2016 9:00H
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Veterinaria podría perder un tercio de sus plazas de grado. Pedro Lorenzo, presidente de la Conferencia de Decanos de Veterinaria, ha asegurado que “se necesitan alrededor de entre 700 y 800 profesionales al año, y se está liberando del orden de 1.100 a 1.200”. De ahí, que plantee la posibilidad de limitar el númerus clausus en unas 400 plazas, lo que ayudaría a evitar, entre otros problemas, el agravamiento de la precariedad laboral.

Sin embargo, no son los únicos cambios para el grado, ya que también están solicitando a la Administración Pública un incremento de seis meses en la duración de la carrera, el aumentó de la formación en gestión empresarial de sus alumnos y seguir impulsando la igualdad entre los 12 grados ofertados en España.

Pedro Lorenzo, presidente de la Conferencia de Decanos de Veterinaria.

¿Cuál es su balance del grado de Veterinaria ofertado en España?

El grado de Veterinaria se viene ofertando desde hace dos promociones, con la excepción de la Universidad de Cáceres, que suma tres años. En todos los casos, hemos presenciado una buena evolución.

Actualmente, contamos con un plan de estudios que, respecto a programas anteriores, ha sumado aspectos beneficiosos como mayor troncalidad. Es decir, los alumnos tienen un menor margen para optar por asignaturas electivas. Aunque también depende de cada una de las facultades, la gran mayoría lo ha adoptado, con la excepción de Barcelona en la que hay entre 20 y 40 créditos de optativas.

A esto se suma que, en el último semestre de estudios, los alumnos pasan seis meses en los que realizan prácticas por los servicios que comprenden la profesión o enseñanza veterinaria, que sería Medicina y Cirugía Animal, además de la tecnología bromatología y la sanidad animal. Sin embargo, aún hay que evolucionar y estamos dedicados a analizar qué se podía mejorar en los planes y qué no.

¿Hay alguna asignatura que eche de menos en este programa?

Básicamente, no. Lo que le pones a una asignatura se la quitas a otra y nadie quiere perder de su ámbito de influencia, por lo que promovemos la formación complementaria con cursos y charlas. No obstante, es evidente que hay una falta de conocimiento en el área de la gestión empresarial. El estudiante sale sin tener una noción muy clara de lo que es una gestión de una empresa, como es una clínica veterinaria.

Experimentación animal también tiene una demanda muy grande por parte de los alumnos, así como tecnología alimentaria, siendo muy difíciles de incluirlas dentro del programa.

¿Hay espacio para la medicina alternativa en el grado de Veterinaria?

Sí está presente. En alguna asignatura tenemos contenidos relativos a este tema porque está en el mercado y tenemos la obligación de, al menos, contárselo a los alumnos. Hay cursos de especialización de medicina alternativa, así como de homeopatía, pero las explicamos como una opción de lo que se van a encontrar en el mercado laboral. Pero, obviamente, quien quiera profundizar en eso tendrá que hacerlo por su propia decisión.

En el grado nos basamos en las evidencias, contrastadas con publicaciones científicas. Evidentemente, luego está que al estudiante le guste más o menos y quiera profundizar, pero no es una cuestión de nuestro programa, sino externa del estudiante.

¿Cuáles son los principales retos a los que se están enfrentando?

Hemos visto que el grado se nos queda corto para la cantidad de conocimientos que son necesarios para un profesional veterinario que no sólo se dedica la Medicina y Cirugía, sino también a otras muchas facetas que realmente son las importantes, como la sanidad animal en la producción y la seguridad alimentaria. Por eso, hemos solicitado a los entes de la Administración un aumento de seis meses en los estudios de graduado en Veterinaria.

Con la creación de un nuevo gobierno, ¿prevén que se llegue a este acuerdo?

Eso esperamos. Desde que estoy en la directiva de la conferencia de Decanos ya hemos tratado con tres secretarios generales de ministerio de educación distintos. Nosotros tenemos el acuerdo de los colegios profesionales que están en la provincia de cada una de las facultades de Veterinaria y tenemos apoyo del Colegios Veterinarios de España, que es el organismo que hace de paraguas de toda la profesión. A la espera estamos.

Además de esta petición ¿qué otros proyectos están actualmente manejando desde la Conferencia?

Básicamente, el reconocimiento entre las distintas titulaciones que impartimos en cada una en las distintas facultades de veterinaria, debido a que la movilidad entre nuestros estudiantes es muy importante. Para lograrlo, estamos realizando una serie de tablas de reconocimiento de asignaturas, para igualar lo que cursa un alumno en la Universidad de Barcelona que en Madrid o Cáceres.

Otro de los proyectos es favorecer las colaboraciones. Por ejemplo, el año pasado se firmó un convenio con el Ministerio de Defensa para que −desde la Conferencia de Decanos equipos de profesores y en algún caso de alumnos− puedan desplazarse a zonas en las cuales el ejército español está realizando tareas de cooperación. La primera operación ya se ha llevado a cabo en febrero, cuando nos desplazamos al Líbano a la franja que está controlada por Naciones Unidas.

A esto se suma, evidentemente, la organización de un congreso docente que se hace todos los años para comentar los proyectos de innovación docente que pueden ser beneficiosos para la comunidad veterinaria, educativamente hablando. Así como la unión con todas las facultades de Europa en un organismo que se llama The European Association of Establishments for Veterinary Education (Eaeve).

¿Las tablas de reconocimiento ayudarían a igualar la dificultad del grado en toda España?

Las condiciones del grado de Veterinaria son iguales en todo el territorio nacional. Es decir, somos doce facultades con doce planes de estudios más o menos parecidos. Hay algunas facultades con un plan de estudios prácticamente al 95 por ciento iguales y facultades en las que puede desviarse un 10 o un 15 por ciento respecto al general, pero, en cualquiera de los casos, tenemos establecidos un reconocimiento de asignaturas.

Desde la Conferencia hemos cruzado 12 tablas con todas las facultades, lo que permiten que el estudiante pueda saber en todo momento qué se va a convalidar en la otra universidad o qué se le va a convalidar si se queda o no se queda, en fin se permiten una movilidad muy buena. Es algo parecido a lo que ocurre en Europa, donde sí hay mucha más disparidad.

Las facultades españolas, en comparación con las del resto de Europa, ¿en qué posición están situadas?

Tenemos dos facultades de Veterinaria colocadas entre las 50 primeras del mundo: la Universidad Autónoma de Barcelona, y la Universidad Complutense de Madrid, según indica el ranking internacional, donde hay casi 1.900 facultades de Veterinaria, escuelas y establecimientos de enseñanza veterinaria superior.

Nuestros estudiantes se desenvuelven con muchísima facilidad en Europa, siendo muy bien apreciados. Además, percibidos que, más o menos, tenemos el mismo número de estudiantes que va para allá como estudiantes que viene para aquí. Por eso, hacemos unas jornadas en la cual nuestros estudiantes que han estado fuera y nuestros profesores, nos cuentan sus experiencias, lo que permite saber que tenemos un nivel de formación equiparable a la media de Europa.

¿Consideran que existe el riesgo de nuevas aperturas de facultades de Veterinaria?

Por el número de habitantes y las necesidades veterinarias de la población, en España se deberían tener entre cinco y siete facultades de Veterinaria, por lo que estamos doblando ese número recomendado y multiplicamos por dos el número de veterinarios que salen al mercado, lo que genera uno de los grandes problemas de los egresados: la precariedad del empleo.

Actualmente sí existe un riesgo porque Veterinaria es una carrera muy vocacional, por lo que hay muchos alumnos que quieren hacer el grado, pero se encuentran con que se piden unas notas muy altas, alrededor de 12 de los 14 puntos, y pocas plazas. Por ejemplo, en la Complutense de Madrid, tenemos alrededor de 2.000 peticiones de estudiantes que quieren en primera opción hacer estudio de Veterinaria y podemos aceptar solamente 165 alumnos en primero. En este sentido, existe una demanda que se podrá buscar satisfacer si se abren universidades privadas o públicas.

La decisión sería desafortunada, porque estamos liberando más de un tercio del total de veterinarios necesarios cada año. Se necesitan alrededor de entre 700 y 800 al año, según nuestros cálculos, y se está liberando del orden de 1.100 a 1.200. Si se abren más facultades, se ligarán más estudiantes y la precarización de la que estamos hablando, que influye directamente en la salud de la población, tendrá lugar más tarde o temprano. Eso es un poco lo que nosotros intentamos evitar.

¿Conocen de algún proyecto que esté en marcha para crear una nueva facultad?

A ciencia cierta, hay un proyecto ya aprobado para hacer una facultad de Veterinaria en la Universidad Pública de Valencia, aunque ahora está paralizado porque la Comunidad Valenciana no ha decidido imponerlo. Hay que tomar en consideración que implantar estudios de Veterinaria es tremendamente caro. Hay que tener una granja docente, una planta piloto de tecnología de alimentos y un hospital clínico veterinario, como mínimo.

También se habla de alguna universidad privada, tanto en la Comunidad de Madrid como en la Comunidad Valenciana.

El presidente de la Conferencia de Decanos de Veterinaria durante la entrevista. 


¿Cómo valora la propuesta de implementar un VIR?

Hace tiempo se valoró esa posibilidad. El problema del VIR es saber qué organismo será el encargado de recibir a los veterinarios. Actualmente, son las Fuerzas Armadas los que tienen especializaciones reconocidas y un sistema parecido de internado para los veterinarios militares que pueden optar por cuatro especializaciones, pero no hay nada relacionado con la sanidad.

La especialización, hoy por hoy, se hace con cursos que te permiten una capacitación o te permite un acceso a determinadas actitudes y demandas profesionales. Por ejemplo, para trabajar con animales de experimentación es preciso tener una cualificación por Ley, para la que es necesario ser veterinario, pero también acceder a formación que sea complementaria.

¿Se podría afirmar que es una posibilidad el estudio de volver a retomar este proyecto del VIR?

Es una posibilidad. Me alegra que surjan ideas de todos los sitios. Hemos optado por un plan de estudio más troncal que permite tener más conocimientos generales, al contrario del programa anterior donde se dividían las competencias del grado en tres áreas: Medicina y Cirugía Animal, Producción Animal y Tecnología de los Alimentos. Con un programa más troncal el objetivo es que se busque una especialización posterior a que la carrera pueden dar en cinco años.

¿Cómo han recibido en la Conferencia de Decanos la votación a favor de reducir el IVA en los servicios veterinarios?

Como una noticia muy positiva. La Conferencia de Decanos de Veterinaria ha sido uno de los organismos que escribimos y nos pusimos en contacto con los distintos grupos parlamentarios para pedir esa rebaja del IVA.  Es positivo, además, porque origina que aquellas personas que tienen que velar por el bienestar de los animales, tendrán menos gastos para vigilar su bienestar y su sanidad, siendo más asequible vacunarle, desparasitarle y tener un control periódico de la salud del animal.

¿Cuál sería el legado que le gustaría dejar una vez que ceda la presidencia?

Es una pregunta complicada. No obstante, creo que será unificar un poco los criterios de la organización, como la lucha en la apertura de nuevas facultades, así como la reforma de los planes de estudio que tendrán que hacerse tarde o temprano. A esto sumaría que las facultades de Veterinaria pasarán con éxito la infección o la evaluación de la agencia europea porque eso nos pondría a unos niveles en los que prácticamente ningún país de Europa tiene.
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