Los expertos destacan su responsabilidad como dermatólogos en la sospecha ante cualquier indicio de abuso sexual

El 90% de los menores maltratados presentan lesiones en la piel
La familia es la primera en sospechar, seguida por los profesionales sanitarios.


21 may. 2018 13:45H
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POR REDACCIÓN
“Un 90 por ciento de los niños maltratados presenta lesiones cutáneas (quemaduras, hematomas, erosiones, ampollas, laceraciones, mordeduras…), sin embargo, en sólo un 5 por ciento de los casos de abuso sexual en menores se manifiesta algún tipo de daño en la piel”, señala Raúl de Lucas, jefe de Sección de Dermatología Pediátrica del Hospital Universitario de La Paz, Madrid.

De Lucas ha hecho esta afirmación en el marco del 46 Congreso Nacional de Dermatología y Venereología (AEDV), el mayor encuentro científico español dedicado a la prevención, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades de la piel, que ha tenido lugar en la Palma. Allí se ha abordado, entre otros temas, la detección de posibles malos tratos o abusos sexuales, y cómo proceder cuando son detectados.

Tal y como señala De Lucas, “cuando un dermatólogo observa en la piel de un paciente lesiones que no se adaptan a los patrones típicos de las dermatosis habituales, deben saltar las alarmas, ya que podemos encontrarnos con que dichas lesiones sean la manifestación de un abuso o maltrato”.

Tanto en las consultas de Dermatología como en la Medicina, en general, los expertos tienen que estar alerta para identificar distintos tipos de abusos. Este maltrato puede presentarse de forma indirecta, bien cuando hablamos de negligencia o abandono en los cuidados (falta de higiene, desnutrición, etc.), o bien en casos de autolesiones en menores víctimas de abuso físico, emocional o sexual.

Abuso sexual en menores de edad

Estudios señalan que el 75 por ciento de las víctimas de abuso sexual son niñas, situándose la edad de mayor vulnerabilidad entre los 7 y los 13 años. “Sin duda, factores sociales como la pobreza, la exclusión, las adicciones, o la violencia de género, favorecen la aparición de esta terrible realidad que, nosotros, los dermatólogos, tenemos la oportunidad y la obligación de denunciar”, asegura Raúl de Lucas.


El 75% de las víctimas de abuso sexual son niñas, sobre todo de 7 a 13 años


Este experto destaca un dato preocupante: “Al menos, entre el 31 y el 58 por ciento de los niños de 14 años o menos que presentan verrugas anogenitales han sufrido abuso sexual, demostrándose que los casos de VPH genital se detectan con una frecuencia significativamente mayor en las víctimas de abuso sexual probado, probable y posible, respecto a los pacientes sin sospecha. Además, la infección oftálmica por N. Gonorrhoeae en bebés mayores de un año o por C. Trachomatis en niños de más de tres, puede indicar que están siendo víctimas de un abuso sexual”.

Actuar ante un posible caso

“En la mayoría de los casos -explica Raúl de Lucas- la familia es la primera en sospechar del posible maltrato o abuso sexual, seguida por nosotros, los profesionales sanitarios. Así, la sospecha parte, la mayoría de las veces, del relato del niño y de los indicios físicos, frecuentemente localizados en la piel o en las mucosas”.

Los médicos deben informar a la autoridad competente, mediante una notificación al juzgado de menores, cuando se presenten las siguientes circunstancias: si se aporta una denuncia previa (presente o no lesiones el paciente); haya evidencia de lesiones moderadas-severas que sugieran abuso sexual (refiera el paciente o no la agresión); se dé la convicción de que realmente existió un abuso sexual o el relato sea creíble (haya o no lesiones físicas). Además, en los casos en los que se requiera una protección inmediata, se debe notificar al juez de guardia sobre la situación.

Los expertos reunidos en el cuadragésimo sexto Congreso Nacional de Dermatología y Venerología destacan su responsabilidad como dermatólogos en la sospecha, despistaje y comunicación de cualquier indicio de abuso sexual o maltrato a un menor.

“No debemos limitarnos a los indicios físicos, sino observar el entorno del paciente, su situación familiar, social y mental, ya que la clave, en muchas ocasiones, está en la suma de todos estos aspectos. En definitiva, debemos pensar, estudiar, sospechar, informar, notificar y, por supuesto, mostrar total intolerancia ante estas situaciones”, concluye De Lucas.
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