Hace ya un año que el Colegio Oficial de la Psicología de Madrid emprendió su proyecto 'Hablemos de… suicidio', con el objetivo claro de dar visibilidad a una realidad cruel y oculta que aqueja a miles de personas en el mundo, la idea de quitarse la vida o el acto por el que alguien llega a conseguirlo.

Revisando la literatura existente, científica y divulgativa, no han sido pocos los documentos publicados en los últimos meses, y encuentro en ellos, en reiteradas ocasiones expresiones como estigma o pandemia silenciosa. En cada ocasión que leo estos términos, me pregunto por el motivo de esta caracterización.

Creo que se trata de una realidad oculta, porque hablar de suicidio es unir dos elementos que ya por sí solos son frecuentemente evitados y que poseen una carga negativa: la muerte y la enfermedad mental y, en este caso, son expuestos como asociados entre sí. Permítanme ser muy contundente en este punto, el suicidio no es solo algo que les ocurre a personas con enfermedad mental, el suicidio no es un acto que se comete únicamente por personas con enfermedad mental y suicidarse no es un signo de enfermedad mental. En este punto me gustaría mencionar el que creo que es otro factor fundamental, la culpa. Pocas realidades cargan con semejante culpa como la que soportan las personas que lo piensan, que lo han llegado a intentar, o sus familiares.

Seguramente tenga cierta relación con que sobre aquello de lo psicológico no se puede hacer radiografías o semejantes, la prueba física de que lo que nos sucede no es una cuestión de voluntad. En mis años de experiencia, todavía no he encontrado a nadie que quiere sufrir o sentirse mal.

En general, la idea de la muerte, y particularmente la realidad de saber que todos y todas vamos a morir, es un tema escasamente abordado y evitado en nuestra cultura. No sabemos afrontar la idea de nuestra propia muerte, y gestionamos mal la de otros cercanos, no incluyendo el final de la vida en la propia vida.

Si a esta idea le sumamos la posibilidad de que sea la propia persona la que acaba con su vida es frecuente que este hecho produzca desconcierto, incertidumbre, incomprensión, o incluso temor.

En ocasiones utilizo en consulta una imagen que me ayuda a explicar cómo considero que ocurre la conducta suicida: se trata de un botón rojo cubierto y protegido por códigos, como el que hemos visto en innumerables películas, que hay que apretar para detener una acción realmente importante que ya está en marcha: el lanzamiento de un misil, una nave al espacio…Que nos habla del último recurso, de la ausencia de otras alternativas. Y en esto creo que consiste, en no ver otro camino posible.

Y esta es una combinación casi perfecta que nos lleva a preguntar y a escuchar no pocas veces en el ámbito profesional ¿cómo una persona llega a suicidarse?  Dada la pregunta, necesitamos la respuesta, “porque seguro que no estaría bien”, “no era normal”, “no ha sido capaz de afrontar”. De dicha combinación tendremos el resultado, el estigma asociado al suicidio, la creencia de que las ideas de suicidio o el acto suicida les pasa “a otros” que además son identificables como “los que tienen un trastorno mental”. Y fijémonos en esta gran trampa, si “otros” son los que “no están bien”, “no son normales”, “no son capaces de afrontar”, difícilmente me voy a atrever a compartir lo que pienso, lo que siento o voy a pedir ayuda, el día en el que me sorprenda pensando que la vida no tiene tanto sentido, o que me cueste ver la forma de continuar, no voy a mostrar mi vulnerabilidad, no voy a ser “ellos”.

Visibilizar supone prevenir, y por eso hoy se celebra este día. Para entender que en cada uno de nosotros y nosotras puede aparecer un día ese pensamiento, ese vacío, esa desesperanza. 

La verdadera prevención es una prevención comunitaria, social, institucional. Para prevenir es necesaria dedicar esa mirada, colectiva y amplia, de atención al sufrimiento, que puede aparecer a lo largo de toda nuestra vida, ante diversas situaciones. Sabemos que el suicidio es cosa de todos, y no únicamente de unos pocos y que todos tenemos que implicarnos en su prevención.