EDITORIAL
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1 mar. 2014 21:42H
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Los ingenieros hospitalarios saben de eficiencia energética y también de mantenimiento de servicios de electromedicina, pero admiten que deben mejorar el conocimiento que tienen de ambas materias, que no lo pueden hacer de inmediato y que tienen que ir paso a paso, aunque sin pausa alguna. Esta ha sido una de las principales conclusiones del II Encuentro Global de Ingeniería Hospitalaria que, organizado por Sanitaria 2000, editora de Redacción Médica se ha celebrado por segundo año consecutivo, confirmando el interés que ha despertado en un colectivo imprescindible en la sanidad, pero que precisa de una mayor visibilidad pública.

Toledo ha acogido un Encuentro que, obligadamente, se ha detenido en la positiva experiencia del Sescam (Servicio de Salud de Castilla-La Mancha) en la gestión de compras e infraestructuras hospitalarias. Gracias a un plan específico de medidas de actuación contra el gasto, el Sescam ha conseguido igualar, casi por completo, el presupuesto inicial con el gasto real, una circunstancia que ningún servicio de salud, durante muchos años, ha sido capaz de conseguir. La integración de áreas, las compras centralizadas y la adecuación de sistemas de información han permitido al Sescam lograr unos ahorros que deben ser un ejemplo para el resto del Sistema Nacional de Salud (SNS).

La experiencia de Carburos Médica en la integración de servicios hospitalarios también debe ser considerada un ejemplo de buena práctica de gestión. Tareas como el mantenimiento integral o la seguridad cobran un nuevo alcance en manos de un proveedor integrado en el proceso de gestión, que la Administración o el hospital no deben entender como un agente ajeno sino como un colaborador en el que vale la pena apoyarse para mejorar.

El debate sobre mantenimiento de electromedicina ha sido especialmente interesante para los ingenieros. Ha quedado claro que la Administración sanitaria tiene la obligación de definir sus inventarios de equipos, lo cual no suelen hacer con la rapidez ni con la exhaustividad necesaria. Por su parte, las empresas deben plasmar ofertas acordes al servicio y no incurrir en bajadas de precio que resulten temerarias para el sentido común. Además, no se deben limitar a fijar un precio competitivo para la Administración sino también añadir un valor al servicio que prestan.

Los ingenieros han conocido de primera mano nuevas tecnologías en biodescontaminación hospitalaria, necesarias y muy útiles para atacar focos de contaminación en los hospitales. Y, finalmente, se han familiarizado aún más con un concepto claramente al alza: la eficiencia energética. Esta disciplina todavía no acapara un presupuesto importante en los hospitales, pero sí es esencial en el día a día de los ingenieros, que saben ser eficientes, pero que aún no disponen de los medios necesarios para serlo con mayor decisión. Las empresas piden a la Administración que aborde de una vez la gestión de la energía, con un modelo específico y continuado y, si es posible, único para todo el SNS.

En definitiva, los ingenieros hospitalarios siguen creciendo como colectivo sanitario, aunque son conscientes que tienen aún camino por recorrer para ser más importantes en las decisiones de la Administración sanitaria y de las gerencias de los servicios de salud. Tacita a tacita, como decía el anuncio, es posible que vayan sumando enteros en este importante reto que tienen por delante.

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