Lao Tse, filósofo chico decía: "el que sabe no habla, el que habla no sabe". Parece que este filósofo chino ya tenía clara la definición de un buen “tertuliano”, ese que habla de todo y no sabe de nada.

Estamos ante un caso de fiebre hemorrágica y con ello se abre un periodo de información no contrastada, alarmista, sensacionalista, sometida al profundo y docto pensamiento y conocimiento del tertuliano, que en una mañana es capaz de analizar un caso policial, un accidente de aviación y un caso de fiebre hemorrágica sin pestañear. Hay que llenar espacios de televisión, páginas de medios informativos, y si se lo proponen, hasta hacer un monográfico del tema.

La información y la divulgación de noticias sobre sanidad requieren algo más que tener el valor de hacerlo. Una información no contrastada, no veraz, alarmista y sin fundamentación correcta solo ayuda a sembrar dudas y generar miedo. El último caso que vivimos en este sentido y del que fueron partícipes, incluso me incluyo en ello, profesionales de la información, políticos, “opinadores” varios, tertulianos, y demás habituales de estos casos, fue el del Ébola. Se generó una tormenta informativa, no siempre acertada, y se dieron informaciones inadecuadas. Todo fue caótico, desde el inicio con aquella rueda de prensa en la que  la Ministra y un Director General de la Consejería de Sanidad dieron muestra de su más profunda ignorancia, pasando por el caso Excalibur, las denuncias cruzadas y la intervención del Consejero de Sanidad de entonces, más propia del club de la comedia que de un responsable sanitario.

Confío en que se habrá aprendido de aquella mala experiencia y no se repitan las mismas cosas y los mismos errores. Aunque como ya es sabido, el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra y además no hay dos sin tres. Ya hemos tenido un primer conato de información poco afortunada, contrastada con una respuesta que me ha parecido seria por parte de la Consejería. Una vez dada la primera información, y creado el comité de expertos, dejemos que sean estos los que den la información, los que manejen el caso, quienes sean responsables de coordinar y organizar todo el dispositivo asistencial. Y exijamos a la administración que ponga a su disposición todo cuanto sea necesario para hacer frente a esta situación, dejando su búsqueda de protagonismo en segundo plano. Es la hora de los profesionales. Dejémosles trabajar.

El ruido mediático, la presión innecesaria y la información interesada, no son en este momento lo que más se necesita.  Apoyo a la paciente y a los profesionales que la atienden, medios materiales y personales adecuados, alerta y respuesta ágil ante complicaciones, es lo que se necesita. Y no digo que no se deba investigar, analizar lo sucedido, sacar conclusiones e incluso hacer una crítica severa si fuese necesario, pero no en este momento. 

Dejemos que los profesionales trabajen con tranquilidad, en silencio, mostremos nuestro apoyo, hagamos que su presión no sea otra que la que como profesionales ya sufren, no hagamos que el ruido les distraiga. Tiempo habrá para ello, ahora no es el momento. Y termino como empecé, pidiendo silencio que los profesionales están trabajando.

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