EDITORIAL
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21 feb. 2013 20:01H
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Parece increíble que el Sistema Nacional de Salud (SNS) no disponga aún de un registro que identifique a todos los recursos humanos que trabajan en hospitales y centros de salud. De ahí que el proyecto de real decreto que desvela hoy Redacción Médica es un documento de un valor formidable, largamente esperado y que, una vez que se publique en el BOE y entre en vigor, servirá a buen seguro para mejorar la gestión de los recursos humanos del Sistema Nacional de Salud y, a la vez, introducir más certezas en las previsiones académicas de las facultades de medicina de nuestro país.

El propósito de contar con un registro se remonta a 2003, cuando a la conclusión de las transferencias, y una vez pasada la euforia inicial del autogobierno, comenzaron las primeras evidencias de falta de coordinación entre los incipientes servicios de salud autonómicos. En realidad, el registro era una más de las necesidades de articular mecanismos que alcanzaran a todo el SNS, implicando a sus diferentes actores, para procurar su integridad. Diez años después, la cohesión de la sanidad española sigue puesta en tela de juicio por muchas otras circunstancias, no sólo por la falta de un registro de profesionales. 

El registro, entre otras muchas utilidades, vendrá a cerrar uno de los debates más recurrentes de los últimos tiempos en la sanidad: ¿hay muchos o pocos médicos? ¿Y suficientes enfermeros? La dificultad para dar con un dato exacto y aceptado por todos los agentes, tanto del número de profesionales como de las especialidades que ejercen, ha influido sobremanera en una discusión impropia de un sistema que se considera entre los mejores del mundo. De hecho, el problema de la falta o no de profesionales ha terminado derivando hacia una carencia en la planificación que, gracias al nuevo registro, será posible afrontar e intentar remediar.

Los colegios profesionales son uno de los interlocutores que con más insistencia han reclamado la existencia del registro porque aventuran que servirá también para ganar eficacia en la lucha contra el intrusismo y en la correcta identificación de títulos extranjeros. Otro colectivo que también se verá beneficiado con la puesta en marcha de la nueva herramienta serán los gerentes y directivos sanitarios, reunidos estos días en Bilbao en el Congreso nacional de Hospitales. A partir de ahora, la gestión de sus recursos humanos, al margen de mayor o menor flexibilidad –que es otro debate-, sí podrá ser más apropiada y pegada a las necesidades reales de cada centro asistencial.

El registro servirá igualmente para poner orden en las previsiones universitarias, sobre todo a la hora de planificar los estudios de las diversas especialidades, reforzando y ampliando el número de plazas, tanto en las facultades (grado) como en los hospitales (MIR), de aquellas que incurran en déficit.

Del contenido del real decreto destaca, aparte del calendario de aplicación que se abrirá con su puesta en marcha, el contenido específico del registro, que hará alusión hasta a 21 tipos de datos, personales y profesionales, entre ellos, especialidad, colegiación, cobertura de responsabilidad civil y hasta aptitud para el ejercicio. Además, la incorporación de datos se plantea como una labor coral que afecta a la práctica totalidad del sistema sanitario: desde la Administración General del Estado, con sus Ministerios –no sólo el de Sanidad-, siguiendo por las consejerías y los colegios profesionales, hasta centros privados, aseguradoras, farmacias, centros sociosanitarios, mutuas de accidentes de trabajo y servicios de prevención de riesgos laborales. Un auténtico despliegue de fuentes que debe servir para que el registro alcance a cualquier profesional que trabaje en el sistema. Y lo más importante, que sea capaz de registrarlo.

 

 


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