27 oct. 2015 21:16H
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El último viernes se aprobó en Consejo de Ministros un real decreto de prescripción enfermera que pasará a la historia por ser uno de los mayores errores de procedimiento habidos y por haber en la sanidad española. No tiene excusa lo acometido por el Ministerio de Sanidad, especialmente por las formas. Ha defraudado a una profesión en bloque para contentar a otra, y ahora se avecinan las consecuencias de una decisión difícilmente defendible.

Sanidad ha jugado con los sentimientos del colectivo sanitario y no es de extrañar que los enfermeros, llevados por la rabia, hablen ahora de “traición” y de “cacicada. Porque no es normal que todo un Gobierno de España prometa algo para tres días después desvirtuarlo y, lo que es más grave, aprobar una norma que, a efectos prácticos, dificulta el día a día de la asistencia sanitaria en lugar de mejorarla. 

El propio Consejo de Estado en su dictamen (sobre el texto pactado con Enfermería, no sobre el finalmente aprobado) no hace objeciones al polémico artículo 3 del proyecto, aquel que, con su nueva redacción, obligará ahora a los enfermeros a que prácticamente cualquier acción que realicen en torno a un medicamento precise del aval de un médico.

Es posible que el borrador pactado con Enfermería dejara demasiadas puertas abiertas y que una buena salida hubiera sido sentar a ambas partes y consensuar algo intermedio. Incluso se podía haber planteado retrasar la norma para aprobarla en otro momento, pero no es caballo que se ha terminado haciendo. 

Señores¿cuál es el objetivo de este real decreto? ¿Mejorar el funcionamiento de la sanidad? Pedir el visto bueno de un médico para pinchar una vacuna (ya prescrita previamente por un facultativo) no va a mejorar el funcionamiento de la sanidad; pedir la firma de un médico para indicar unas vendas para una úlcera, material sobre el cual no está formado el 90 por ciento de los médicos, tampoco lo va a mejorar; solicitar por escrito la aprobación de un médico para darle continuidad a un tratamiento con paracetamol previamente pautado a un enfermo crónico, menos. 

En este punto una cosa está clara, la postura de las élites dista mucho de la visión del médico y el enfermero de a pie, que llevan años clamando por una mayor autonomía para el enfermero que ahora se ha visto anuladaLa batalla ganada por los ‘coroneles’ de la profesión médica le puede hacer perder la guerra a la tropa

Con una huelga competencial enfermera en ciernes, verán como los primeros perjudicados serán sus pacientes, y los segundos ellos mismos, que van a ver duplicado su trabajo administrativo si los enfermeros abandonan la poca independencia asistencial con la que contaban. Eso parece que no lo ven los generales desde la retaguardia, o quesimplemente no les ha importado perder capacidad resolutiva a cambio de ganar la batalla de la puridad detérminos (prescribe solo quien diagnostica, el médico).

Guerras aparte, la aprobación del Real Decreto de Indicación, Uso y Dispensación de Medicamentos de Uso Humano ha sido una oportunidad histórica perdida por este Gobierno para hacer más eficiente el Sistema Nacional de SaludEs una norma que no beneficia ni al sistema, ni al Gobierno, ni a los enfermeros, ni a los médicos. Es más, a estos últimos es probable que hasta les perjudique abiertamente en su quehacer diario. Por lo tanto, nadie, n i siquiera quien creía haber ganado , resulta beneficiado de cómo se ha aprobado este real decreto.
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