EDITORIAL
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11 jun. 2013 20:41H
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Lo que hace unos años era una opción más para el profesional sanitario, especialmente para el médico más inquieto, se está convirtiendo en una triste norma que define con exactitud la magnitud del problema que afronta nuestro Sistema Nacional de Salud: la descapitalización profesional e intelectual de nuestro modelo sanitario. Nos referimos a la tendencia, cada vez más importante, de los profesionales a dejar España y emigrar a la Unión Europea o a países como Brasil o Qatar, que disponen de ofertas de trabajo muy atractivas, que lamentablemente no se pueden, por lo general, encontrar hoy en los diversos servicios regionales de salud ni tampoco en la sanidad privada. España, que ha dispuesto ingentes recursos para formar a sus profesionales, se está viendo afectado por una pérdida de capital humano que puede tener unas consecuencias imprevisibles. No es posible seguir haciendo la vista gorda a esta traumática fuga de talento.

¿Qué nos ha llevado a esta situación? ¿Qué empuja a nuestros médicos a abandonar España y buscar oportunidades en otros lugares? Los profesionales, especialmente los más jóvenes, se ven acechados por unas cifras de paro cada vez más altas y por la imposibilidad de acceder a un puesto de trabajo que les permita poner en valor sus muchos años de esfuerzo y formación, dedicados por entero a la Medicina. Sus expectativas de futuro, en muchos casos, sencillamente no existen.

Otro de los factores a tener en cuenta en este proceso de emigración es el recorte de los salarios. Si ya de por sí existe poco trabajo, este está cada vez peor pagado. Estamos asistiendo a una devaluación salarial histórica, nunca antes experimentada por el médico: eliminación de pagas extras, reducción de horas de guardia y supresión de complementos salariales, entre otras medidas. Las últimas cifras dadas a conocer por el Instituto Nacional de Estadística no dejan lugar a dudas: nuestro SNS ha experimentado una reducción de un 4,4 por ciento de costes laborales, en su mayoría salarios y cotizaciones.

Si la combinación de paro y devaluación salarial crea la predisposición de los médicos para dejar el país, las atractivas vacantes que oferta la Unión Europea constituyen una vía de escape y búsqueda de oportunidades. Diversidad, muchas plazas para sanitarios de todo tipo, un buen sueldo y mayor consideración social son circunstancias que terminan por configurar sino la oferta perfecta, sí al menos una muy a tener en cuenta. Además, nuestros médicos están excelentemente considerados fuera de España,  un plus de imagen que aquí no es tan evidente y que de hecho apunta en la otra dirección: un prestigio decreciente o cuando menos, puesto en tela de juicio en más ocasiones de las razonables, lo que nos lleva a otro fenómeno también familiar, también negativo: la judicialización del ejercicio profesional.

Los poderes públicos deben tomar medidas para reconducir esta situación. No es posible invertir en la formación de profesionales para luego no poder emplearlos. Algunas de las medidas que, en apariencia, iban destinadas a generar más empleo entre los jóvenes, como por ejemplo el adelanto de la jubilación, se está quedando corta: las plazas vacantes, ocupados por los recién jubilados, son amortizadas y, por norma general, no se contrata a nadie. Desde luego, la situación económica general no favorece. Pero es importante que el Ministerio y los servicios de salud tomen suficiente conciencia de que la constante y creciente fuga de profesionales no es un fenómeno que se pueda interiorizar ni mucho menos dar por bueno e inevitable. Cambiar el curso de los acontecimientos será difícil, pero lo primero que habría que hacer es admitir la gravedad de la situación y poner manos a la obra, con un gran acuerdo general en todo el SNS. Seguro que a partir de ese momento, es más posible vislumbrar soluciones.

 


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