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26 dic. 2013 11:04H
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El Correo lleva hoy a su portada una sorprendente declaración de Roberto Seijo, portavoz de Erne, el sindicato independiente de la Policía vasca: “La Policía de cercanía está bien, pero no somos sanitarios”, dice sobre un proyecto del Gobierno vasco para impulsar unos cuerpos de seguridad más próximos al ciudadano.

Seijo afirma como policía que “no hay que olvidar que no somos ni taxistas ni auxiliares sanitarios, ya que la ciudadanía podría confundir esta cercanía con una falta de respeto”. El sindicalista alude, sin seguramente pretenderlo, a uno de los problemas más preocupantes que han venido afrontando los profesionales sanitarios en los últimos años: las agresiones por parte de pacientes y familiares. Puede que la natural proximidad con la que se manejan los sanitarios, no solamente los auxiliares, sea uno de los motivos que reduzcan su autoridad, lo que lleve en algunos casos a la falta de respeto, y en última instancia, a la agresión.

Obviamente, los sanitarios no pueden ser policías, llevando al otro extremo el argumento de Erne: que el respeto debido a la función pública se termine transformando en poco menos que en miedo y en rechazo a su papel.


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