La detonación interna de uno de los dos principales partidos de la escena política española acaba de suceder. Es pronto pues para contar víctimas y valorar los daños causados, pero ya hay analistas que apuntan incluso a la desaparición del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), comparándolo con lo que sucediera a la Unión del Centro Democrático (UCD) de Adolfo Suárez, presidente en los primeros años de la Democracia.

Ante este panorama, es obligado poner en valor qué ha significado el PSOE en la sanidad de nuestro país, porque tal vez solo agarrándose a su historia se comprenda la necesidad que tiene España de un partido político que ha sido y debe seguir siendo estratégico en el avance social, principalmente.

Después de 21 años al frente del Gobierno (sumando los mandatos de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero), buena parte de los hitos y de los nombres de la acción política en este sector se han labrado desde el socialismo. Aunque el principal actor pudiera parecer Ernest Lluch, a quien González le encargó dibujar la universalización de la atención sanitaria, el protagonista real de aquel texto fue el médico Pedro Sabando, que en su papel de subsecretario puso las bases del Sistema Nacional de Salud que hoy conocemos. Después llegaría Julián García Vargas, un ministro que comenzó a aplicar en la realidad lo escrito en la legislación, y que tuvo que lidiar un toro entonces muy complicado, el aborto.

Más tarde, ya en los años 90, asomó una nueva generación que ayudó a que fraguasen los cimientos puestos por Sabando y García Vargas y a consolidar las transferencias autonómicas impulsadas junto con el Partido Popular. El granadino José Martínez Olmos fue entonces el hilo conductor y dio coherencia y estabilidad al Ministerio de Sanidad durante dos legislaturas, mientras que en los gobiernos regionales florecían otros líderes sanitarios socialistas como Guillermo Fernández Vara o Rafael Bengoa y su viraje del sistema hacia los crónicos.

Pero no hay que hacer tanta memoria para recordar la contribución del PSOE a la sanidad. La están construyendo hoy mismo consejeros como José María Vergeles, Aquilino Alonso o Jesús Fernández Sanz en Extremadura, Andalucía y Castilla-La Mancha. Son herederos de una tradición de responsabilidad política y conocimientos técnicos que no se debe romper por el bien del sistema sanitario español, y que junto a la acción del Partido Popular ha demostrado que funciona, porque entre ambos han hecho del Sistema Nacional de Salud una marca de garantía para el paciente y para el bienestar de la sociedad.

Los nuevos partidos son aún una incógnita de futuro. Pero el PSOE, tanto en posiciones de mando como en la oposición, ha demostrado que la Sanidad Española le necesita.


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