EDITORIAL
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5 dic. 2013 19:07H
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De los restos del mítico Insalud nació, entre la condescendencia de unos y el desdén de otros, el Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (Ingesa), un pequeño organismo autónomo que, con similar configuración jurídica a la de cualquier servicio de salud autonómico, asumió la asistencia sanitaria de Ceuta y Melilla, tras la finalización del proceso de transferencias. Durante algunos años, el Ingesa fue una nota exótica, cuando no directamente residual, en la actualidad sanitaria. Pero los tiempos han cambiado.

Desde hace unos años, gracias a una demostrada operatividad que le permite salvar las distancias físicas de mil kilómetros entre organismo gestor y centros sanitarios, el Ingesa viene facilitando un servicio eficaz y de calidad con resultados que son de lo mejorcito del Sistema Nacional de Salud (SNS); por ejemplo, en listas de espera, tanto quirúrgicas como diagnósticas. Y eso pese a que la asistencia en Ceuta y Melilla, ciudades fronterizas por antonomasia, no es sencilla: hay más urgencias que en cualquier otro servicio de salud y  también se atienden más partos que la media, por poner dos ejemplos de cotidianidad asistencial.

Ingesa también está demostrando ser un formidable pagador, abonando con rapidez las facturas a sus proveedores, lo que le permite ser seguramente el único servicio de salud que no tiene deuda. Y dispone de cometidos que, aunque no del todo conocidos –como el Centro Nacional de Dosimetría, ubicado en Valencia, y que agrupa a unos 50 profesionales para dar servicio radiológico a todo el SNS-, no hacen sino elevar su importancia en el organigrama del Ministerio y, por extensión, de todo el sector.

Con todo, hay un proyecto que es el que ha terminado de catapultar al Ingesa al primer plano de la actualidad sanitaria. Y ese no es otro que la plataforma de compras centralizadas. El propósito es tan obvio como difícil de articular en un SNS que necesita grandes dosis de cohesión por todas partes. Pero el Ingesa está trabajando en hacerlo posible en el marco de una actividad de equipo, en el que las comunidades autónomas tienen mucho que decir.

La plataforma ha nacido bajo dos premisas: voluntariedad y no exclusividad. Hasta el momento, trece autonomías se han incorporado al proyecto, más el Ministerio de Defensa, la Secretaría general de Instituciones Penitenciarias, del Ministerio del Interior, y el propio Ingesa por parte de la Administración General del Estado. Y sus propósitos son claros: mejorar la calidad de los productos que integran la plataforma, fomentar la equidad en las prestaciones y obtener un mejor precio de los productos.

Pero también hay críticas: el primero de los concursos recibió nada menos que 17 recursos y entre la industria, tanto de medicamentos como de tecnología sanitaria, hubo un evidente malestar por la concreción técnica de un procedimiento que parecía mejorable. Muchas empresas mantienen aún sus quejas y recelos al funcionamiento de la plataforma, pero casi todas respaldan el trabajo silencioso y paciente del Ingesa en seguir avanzando por una vía de entendimiento y acuerdo. Es verdad que el ritmo administrativo en la sucesión de concursos no está siendo el adecuado, pero el Ingesa prefiere empeñarse en cumplir escrupulosamente la ley y en alcanzar el máximo nivel de consenso técnico, lo cual tampoco es sencillo.

Sea como fuere, lo cierto es que el pequeño organismo autónomo, al margen de su tamaño, se está convirtiendo en un importante actor en el Ministerio, y más concretamente en la Secretaría General de Pilar Farjas, que no pierde de vista su actividad, dirigida por José Julián Díaz Melguizo. Si las compras centralizadas terminan articulándose con satisfacción para todas las partes, el logro será muy importante para apuntalar un valor como el de la cohesión del SNS, que sigue en conflicto permanente. 


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