La salud pública sigue siendo, casi en las postrimerías de la legislatura, una notable preocupación para el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, que igual que ha sabido gestionar y dar solución a algunos problemas de notable eco público, como el acceso a fármacos innovadores para el tratamiento de la hepatitis C, parece atascado en el manejo de dos enfermedades, particularmente dañinas con los más pequeños y que generan un evidente temor en los padres: la varicela y la meningitis B.

Así como la varicela sigue recibiendo una notable atención por parte de familias y pediatras, y es un tema que formalmente está sobre la mesa de la Agencia Española del Medicamento, que tendrá que dar una respuesta a la petición administrativa formulada por la Oficina Jurídica Sociosanitaria (OJS) para que la vacuna pueda adquirirse en las farmacias, la meningitis B parece ir por detrás en este ranking de preocupación social y sanitaria.

Con todo, no es una enfermedad cualquiera. El meningococo B es la bacteria que provoca el 80% de las meningitis en España, una patología dramática y grave, que se ensaña con los menores de 5 años y con adolescentes de entre 15 y 24 años. Aunque es verdad que no es muy frecuente, su letalidad es muy elevada (hasta el 12%). También deja secuelas, es impredecible y cursa con brotes, por lo que la vacunación parece el método más recomendable para hacerle frente, al menos desde el punto de vista epidemiológico.

Al aprobar la vacuna, el Ministerio decidió acotarla al ámbito hospitalario para niños con déficit de complemento, asplenia o disfunción esplénica grave, para personal de laboratorio que manipule muestras que puedan contener meningococos y en caso de brotes. Sin embargo, los pediatras no comparten este criterio y piden incorporar la vacuna al calendario o, al menos, permitir su venta en farmacias. A su juicio, restringir la vacuna al hospital no tiene argumentación científica.

Una de las comunidades autónomas más sensibilizadas con este tema es Galicia. Aprovechando la cercanía a Portugal, muchos padres deciden ir al país vecino a comprar la vacuna y traerla de vuelta para administrarla en casa. La situación no es sólo anómala desde el punto de vista social (tener que viajar cientos de kilómetros para adquirir un producto que bien podría estar disponible a la vuelta de la esquina) sino también desde el sanitario, puesto que la vacuna del meningococo B necesita una temperatura constante para su óptima conservación. Por no hablar de los problemas de la ausencia de un control sobre quién se está vacunando, que se corregiría si hubiera un acto médico detrás y no solo la voluntad de los padres.

Ante esta situación, el Parlamento de Galicia logró un inusual acuerdo unánime en torno a una proposición presentada por los socialistas, transaccionada por el PP, y apoyada finalmente por el BNG y AGE, que pide incluir la vacuna en el calendario y permitir la venta en farmacias. Pese a las grandes diferencias que separan a estos partidos, comprobadas prácticamente a diario en la concepción y gestión de la sanidad gallega, esta vez sí han sido capaces de coincidir en la importancia de la meningitis B y en ver la posibilidad de que esta enfermedad deje de ser una amenaza real para muchas familias.

Tras la iniciativa legislativa, le ha llegado el turno al ámbito ejecutivo. Así, la Xunta de Galicia, a través del Sergas, ha pedido formalmente al Ministerio que permita la venta de la vacuna en las farmacias y rectifique su decisión de restringirla al ámbito hospitalario. También le ha solicitado que valore la posibilidad de incluir la vacuna en el calendario del Sistema Nacional de Salud, aunque esta decisión habría que adoptarla en el ámbito del Consejo Interterritorial, para lograr el mayor acuerdo y consenso posibles. Previamente, tanto el presidente Núñez Feijóo como la conselleira Mosquera habían intentado, tanto en público como en privado, convencer al Ministerio de que modificara la actual situación.

No solo las familias gallegas están concernidas por la incidencia de la meningitis B. También las de Castilla y León, Extremadura, Andalucía, Cataluña o País Vasco. Y muchas de ellas están pudiendo dar una solución a su inquietud marchando a Portugal, Francia o Andorra. Pero, ¿y las familias de autonomías que no son limítrofes con los citados países? ¿Tienen que hacer miles de kilómetros para adquirirla? ¿O simplemente fastidiarse? Evidentemente, esta no puede ser la solución.

El Ministerio debe rectificar. España no sería el primer país en hacerlo, porque ya el Reino Unido aprobó inicialmente la vacuna con uso exclusivamente hospitalario para, solo unos meses después, incluirla en el calendario. Y si esto no es posible de momento, por el necesario acuerdo entre autonomías que habría que alcanzar al respecto, sí al menos permitir la venta de la vacuna en las farmacias, para que los padres puedan garantizar la salud de sus hijos frente al meningococo B mediante un producto efectivo y seguro, adquirido en España, sin necesidad de viajar al extranjero, recordando añejos episodios de cuando este país estaba fuera de Europa y de la Historia.
 

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