Julián Ezquerra Gadea
La atalaya sanitaria
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4 jul. 2016 17:10H
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Esta frase, un clásico en la Administración Pública, me viene a la cabeza para titular este artículo. Un relato ficticio que, como dicen en las películas, está basado en hechos reales y que se une con este titular de redacción médica: "Pena de cárcel para el directivo sanitario que nombre 'a dedo'" .

Había una vez una CCAA, que por eso del crecimiento y de la apuesta por la “Sanidad pública, universal, gratuita y de la máxima calidad”, “faltaría más”, decidió aumentar la inversión en Atención Primaria y con ello crear nuevas plazas, no crean que muchas, sólo un simple puñado de ellas. Unas plazas de nueva creación que deberían ser cubiertas por los mecanismos habituales.

Pero resulta que había un profesional que estaba en un puesto de gestión en su Comunidad de origen, una comunidad en la que los que gobiernan son del mismo color político de los que lo hacen en la Comunidad Autónoma de la que hablo. Casualidades. Bien, pues este profesional cesa y no sé si por voluntad propia o por otras causas, desea marchar a trabajar a esa Comunidad, dónde no hay concurso de traslados en marcha. "¿Y cómo me voy ahora a otra Comunidad?", se preguntaría un día en su entorno familiar. Seguro que no había caído en que un miembro muy allegado de su familia fue unos años atrás un altísimo cargo en esa Comunidad.

Nos habíamos quedado en la pregunta "¿Y cómo me voy ahora a otra Comunidad?"; sigamos con el relato ficticio de los hechos. Entonces el familiar tan allegado dijo: "No te preocupes que yo tengo la solución". Levantó el teléfono, o lo desbloqueó, que estamos en 2016, y llamó adonde tenía que llamar. "Hola buenos días, soy Fulanita de Tal y Tal, ¿te acuerdas de mí? Mira es que quería pediros un favor". O también es posible esta otra escena: "¿Qué tal va todo?". "Bien y tú como estás". "Muy bien. Nada, que tenía que pedirte un favor". "Lo que necesites". "Pues resulta que ha cesado uno de los nuestros y tenemos que colocarle en tu Comunidad. Es Juan Sin Nombre. Resulta que quiere irse a trabajar con vosotros". "No te preocupes, eso es fácil. Le damos una comisión de servicios. Total, es legal y siempre se puede justificar como una necesidad de la Organización".

Y así es como posiblemente llegó Juan Sin Nombre a trabajar en un pueblo discreto, pequeño, no muy llamativo, pensando que nadie se iba a enterar. Pero resulta que hubo quien se enteró y por ello se pidieron explicaciones. Todo lo que podría ser legal no siempre es ético, responsable, transparente, coherente y sujeto a norma. Y volviendo al comienzo, ¿este caso es un tipo de nombramiento a dedo? ¿Seguirá como siempre imperando en la Administración el habitual “al amigo la excepción y al corriente la legislación vigente”? Creo que es el momento de hacer que la igualdad, el mérito y la capacidad sean los únicos criterios de selección para todos los casos, sin excepciones para los amigos. Estamos en un momento político muy diferente, en el que las mayorías ya no existen, en el que se habla y se pacta profesionalizar los puestos de gestión, crear órganos de gobierno en los centros sanitarios, humanizar la asistencia, pero también el trato a los profesionales, y este buen trato debe iniciarse por respetar el derecho a la igualdad de oportunidades.

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