El Hospital público de Galdakao usa venas congeladas extraídas de operaciones de varices para accesos vasculares



29 nov. 2011 12:51H
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Redacción. Bilbao
La hemodiálisis es una técnica de depuración extracorpórea de sangre de los pacientes con insuficiencia renal. Ello supone que deben conectarse a una máquina que extraerá la sangre y la depurará. Para realizar este proceso es necesario crear un acceso a las venas del paciente, mediante intervención quirúrgica, por donde extraerle la sangre para depurarla y después volverla a introducir. Es lo que llamamos accesos vasculares.

Hospital de Galdako.

Actualmente, al inicio de la etapa de diálisis el enfermo puede tener como vía de acceso vascular tres posibilidades: la fístula arteriovenosa, la prótesis y el catéter. Son imprescindibles en la hemodiálisis y suelen conllevar problemas diversos para los pacientes, debido a la repetición de la punción y el desgaste de las venas (una persona en hemodiálisis suele hacer de dos a tres sesiones semanales).

Como señala Ángel Barba del Hospital Galdako-Usandolo y co-director del curso “las punciones repetidas en la misma área provocan aneurismas que pueden estenosarse y trombosarse, por ello, recomendamos, siempre que sea posible el variar los puntos de punción a lo largo de la vena para minimizarlo”.

El principal problema de la hemodiálisis es el estrechamiento de las venas sobre las que se practica la diálisis. Julen Ocharan-Corcuera del Hospital Txagorritxu, presidente de la Sedyt y codirector del curso, recuerda que “cuando se cierra una vena, el paciente debe ser sometido a una nueva operación en unos pocos días con el fin de preparar una nuevo vaso sobre el que llevar a cabo de nuevo la hemodiálisis, ya que sin ella, fallecería”.

Sobre los sistemas actuales de accesos vasculares hay que señalar, como dicen los expertos, que los catéteres venosos tienen una tasa de supervivencia más baja, la eficacia para administrar la dosis de hemodiálisis es menor y tienen un alto riesgo de infección.

Respecto a la fístula, tanto Barba como Ocharan-Corcuera coinciden en señalar que “debe considerarse la primera opción por tener la morbilidad y tasa de complicaciones más bajas. Tiene como inconvenientes que el tiempo necesario para su maduración es largo, que a veces no proporciona el flujo necesario, y que no siempre es posible realizarla, por ejemplo, con pacientes diabéticos, con arteriosclerosis severa, en obesos o en personas con venas pequeñas y profundas”.

Cuando no se puede conseguir una fístula arterio-venosa interna, se realiza la conexión arteriovenosa
mediante el implante de un injerto tubular de material sintético. Es una solución más costosa económicamente y con más morbilidad para el paciente. Sin embargo, según los expertos, “el injerto tiene como ventaja la mayor superficie, una canalización más fácil y un corto periodo de maduración”.

El Hospital de Galdakao del País Vasco, y de forma pionera en toda España han empezado a utilizar una nueva técnica como acceso vascular. Se trata de utilizar venas extraídas de operaciones de varices. Estas venas se miden, se calibran (se identifica el grupo sanguíneo) y se congelan. “Cuando las necesitamos, las utilizamos para hemodiálisis. En vez de poner prótesis, utilizamos como acceso vascular estas venas”. Según Barba “ésta es una técnica que funciona mejor y da menos complicaciones”.

El VI Curso sobre accesos vasculares, reunirá en Bilbao los próximos 25 y 26 de noviembre, expertos en hemodiálisis (cirujanos vasculares, angioradiólogos, nefrólogos y enfermería nefrológica) que debatirán sobre los problemas más frecuentes de los accesos vasculares y cómo trabajar conjuntamente para mejorarlos, de manera que el paciente tenga una mayor calidad de vida y mayor seguridad.

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