Tiene la particularidad de afectar a personas jóvenes



15 oct. 2013 16:41H
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Carlos Cristóbal. Imagen: Pablo Eguizábal. Vitoria
El Encuentro de Parlamentarios del País Vasco, organizado por Sanitaria 2000 con la colaboración de Biogen Idec, ha estado centrado en la atención sociosanitaria y las ventajas de un modelo coordinado de atención en diversas patologías. Entre ellas se encuentra la esclerosis múltiple, primera causa de incapacidad en personas jóvenes, y sobre la que el jefe del Servicio de Neumología del Hospital de Basurto, Alfredo Rodríguez-Antigüedad, ha impartido una conferencia en la que ha destacado la pérdida de calidad de vida tanto en pacientes como en cuidadores.

Alfredo Rodríguez Antigüedad, jefe del Servicio de Neurología del Hospital de Basurto.

“Las enfermedades neurológicas, y en particular la esclerosis múltiple, son un importante generador de demanda social”, ha señalado Rodríguez Antigüedad, que ha destacado el hecho de que a ello se añada que son “muy frecuentes” y no tienen posibilidad de curación. “Hay algunos tratamientos para intentar minimizar sus efectos, aunque en la mayor parte de los casos son de carácter preventivo de la discapacidad, no de la enfermedad”, ha indicado asegurando que “el objetivo de los profesionales que se enfrentan a un paciente de estas características es hacer que pueda llevar una vida normal durante el mayor tiempo posible”.

En su conferencia, el jefe del Servicio de Neurología del Hospital de Basurto se ha referido a la esclerosis múltiple por ser una enfermedad “discapacitante” y que tiene la particularidad de empezar durante la juventud, con el consiguiente aumento de los años de discapacidad. “No requiere el mismo tipo de atención un paciente al que se diagnostica alzheimer a los 80 años que otro que a los 25 ya tiene esclerosis múltiple” ha agregado señalando que se trata de la primera enfermedad en la tasa de discapacidad en personas jóvenes.

Entre los aspectos sociales de la enfermedad, Rodríguez-Antigüedad ha destacado las repercusiones personales y familiares, que producen un descenso en la calidad de vida de los pacientes. Asimismo, también se tienen en cuenta las consecuencias sanitarias, con un  gasto medio de hasta 40.000 euros por paciente y año en estados avanzados de la enfermedad para los diferentes sistemas sanitarios europeos.

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