Los expertos coinciden en que el paciente se sentiría mejor si el pijama hospitalario fuera más digno, sobre todo para las personas mayores



12 abr. 2015 15:29H
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David García. Madrid
“El pijama hospitalario no tiene en cuenta la dignidad del paciente”. Fernando Chacón, decano del Colegio de Psicólogos de Madrid, pone sobre la mesa un tema que puede llegar a ser tabú en el ámbito hospitalario, el de la ropa, el de los pijamas hospitalarios que, tal y como dice Chacón, “están hechos para el personal sanitario”, y por tanto no tienen tan en cuenta al paciente.

No se trata de un asunto baladí. En Estados Unidos ya se han empezado a cambiar estos pijamas en algunos centros hospitalarios y se han sustituido por diseños más modernos y sobre todo más pudorosos. Es el caso del Cleveland Clinic, centro pionero en la sustitución de los pijamas “degradantes”, como son definidos por sus pacientes, por otros más ‘dignos’.

Aunque es obvio que la atención sanitaria es lo más importante, “el paciente se sentiría mejor con otro atuendo”, reconoce Chacón. Y es que hay pacientes, sobre todo los de mayor edad, que sienten mucha vergüenza cuando tienen que estar con ese pijama puesto y que, algo tan beneficioso como las visitas, pueden llegar a ser algo traumático, según explica el psicólogo, llegándolas incluso a poner freno. “Hay veces que el paciente está más preocupado de no enseñar demasiado que de la visita”, insiste Chacón.

José Tomás Castell.


Iniciativa ‘made in Spain’

En España también existen iniciativas públicas para mejorar la calidad del paciente en el hospital en lo que al pijama se refiere. En el Hospital de La Paz, en Madrid, el cirujano José Tomás Castell, sensible a estos problemas, registró en el año 2007 la patente de pijama o camisón basado en un sistema de ranuras distribuidos estratégicamente para adecuarlas al uso clínico ya que permiten el acceso de catéteres y sondas, así como el tratamiento de heridas y evitan incomodidades al paciente.

Castell explica a Redacción Médica que "veía a los pacientes enseñar partes de su cuerpo con los pijamas habituales y eran poco pudoroso, los pacientes me lo decían".

"Eran incómodos muchas veces incluso para hacer las curas", incide Castell.

Con esos antecedentes, el cirujano, junto a un economista, decidió crear un nuevo pijama que fue por el que presentaron la patente en 2007. "Nos concedieron la patente rápidamente, así que suponemos que fue innovador", recuerda.

Tras ese primer paso, llegó la parte comercial: llamar a multitud de puertas y viajar ofreciendo la idea en busca de financiación. "A todos les gustaba", explica. Sin embargo, Castell cree que en ese momento el problema fue que no se 'vendió' la idea bajo la marca del Hospital de La Paz, que da mucha más credibilidad y confianza.

El cirujano de La Paz no descarta que se vuelva a retomar la idea, de hecho asegura que es una de sus prioridades, aunque reconoce que en la actualidad la inversión va por otro camino.

Respecto a las iniciativas en EEUU, puntualiza que la diferencia con respecto a su diseño es que el caso americano no está concebido como una herramienta de trabajo, y va más encaminado a un cambio por ejemplo en los tipos de tela o el diseño propiamente dicho.

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