Un consentimiento informado ‘clásico’ no es válido para este tipo de herramientas, que necesitan que sea ampliado



9 jun. 2014 22:47H
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Concepción Martín, del ISCIII.

Marcos Domínguez / Imagen: Pablo Eguizábal. Madrid
En España hay actualmente 89 biobancos y 1.105 colecciones de muestras biológicas, una red consolidada que va a permitir, gracias a prácticas como la secuenciación masiva, un rápido avance de las terapias dirigidas y la medicina personalizada, el  mayor reto actual de la Oncología, al recoger muestras de la variabilidad de los tumores. Sin embargo, no se aprovechará el potencial de esta herramienta mientras “el acceso de un investigador no sea a toda la red sino banco a banco”, ha explicado Javier Arias Díaz, subdirector general de Investigación en Terapia Celular y Medicina Regenerativa del Instituto de Salud Carlos III.

“Hace falta una ‘ventanilla única’ para investigar con biobancos”, ha reclamado durante la jornada ‘Biobancos e Investigación Oncológica’, organizada por HM Hospitales y la Universidad San Pablo-CEU. Se trata de la asignatura pendiente para una red “que cuenta con una dotación económica razonable, personal suficiente y controles de calidad”, ha considerado.

Honorio Bando, consejero del ISCIII, y Alfonso Moreno, presidente del Consejo Nacional de Especialidades en Ciencias de la Salud, presentadores del acto.

Además, nuestro país tiene la ventaja de contar con la normativa más coherente para la investigación con ellos, según Arias, que ha abordado los retos éticos que plantea el uso de biobancos en la investigación actual. Uno de los más importantes, el del consentimiento informado. “En este contexto, sería ineficiente requerir el permiso cada vez que se quiera usar una muestra concreta”. Un consentimiento ‘en blanco’, es decir, para su uso en cualquier tipo de pruebas, tampoco es lícito, ya que no se puede prever qué se va a hacer con la muestra dentro de un tiempo, y “no podemos consentir aquello que no conocemos”.

Tanto Arias como Concepción Martín Arribas, secretaria del Comité de Ética de la Investigación y Bienestar Animal del Instituto de Salud Carlos III, han hablado de la conveniencia de un consentimiento informado de carácter ‘amplio’ para adaptarse a las condiciones de uso. Sin embargo, esta no es la única dificultad ética de trabajar con estas herramientas. Para Martín Arribas, la investigación con biobancos “desafía el marco ético tradicional de la investigación biomédica”. El uso a largo plazo de las muestras o datos, la posibilidad de cesiones, la garantía de confidencialidad o el uso de muestras de niños  o fallecidos se unen a los retos que plantea este instrumento. Por eso, considera que “los Comités de Ética de la Investigación se han convertido en un elemento esencial de la gobernanza de los biobancos”, una herramienta que puede cambiar la forma de investigar, donde cada vez es más importante la contribución del paciente, pero que necesita adaptar la visión investigadora a ese nuevo paradigma.
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