“Somos las sociedades las que tenemos que hacer accesible este tipo conocimiento”



13 feb. 2015 15:28H
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Enrique Pita. Madrid
La Sociedad Española de Radiología Médica (Seram), en colaboración con Siemens, ha celebrado esta semana un curso sobre imagen en Oncología. El presidente de la sociedad, José Luis del Cura, ha atendido a Redacción Médica junto a José Cervera, presidente de la Comisión de Oncología de la entidad, para abordar las necesidades formativas de los radiólogos, pero también los cambios que ha experimentado la práctica clínica con las últimas novedades tecnológicas.

¿Cuáles son las necesidades formativas de los radiólogos?

Estar al día. Nuestra especialidad es tremendamente tecnológica. Los avances se producen cada día, y son avances que van a dar servicio y llenar demandas que nos hacen los propios clínicos con los que trabajamos. En Oncología todos los avances en los tratamientos que se han producido en los últimos años han acarreado la necesidad de tener a su vez una respuesta por parte de la Radiología, tanto en el control de la respuesta al tratamiento como en la necesidad de obtener muestras de tejido para determinar si al paciente se le aplica un tratamiento u otro, entre otras cosas. Todos estos cambios de cultura requieren de la Radiología, y eso requiere unas inversiones en formación muy importantes.

José Luis del Cura, presidente de la Seram (izq.), y José Cervera, presidente de su Comisión de Oncología.

Debería estar estructurado de otra manera para que todos los centros que se dedican al cuidado de la salud proporcionasen este tipo de formación a su personal, pero al final somos las sociedades científicas las que tenemos que vehiculizar y hacer accesible este tipo de conocimiento. Esta es nuestra filosofía.

¿Se desentienden los centros sanitarios de la formación continuada de los profesionales?

Absolutamente. En estos momentos algunos centros pueden tener políticas de financiación de la formación, pero la formación continuada de los médicos, sobre todo la avanzada, está abandonada, se ha dejado en manos de las empresas y de las sociedades científicas. Agradecemos a las empresas su colaboración, pero entiendo que las sociedades científicas, que somos las que conocemos nuestras necesidades de formación y que no tenemos el sesgo de los intereses económicos, somos las más adecuadas para promocionar este tipo de formación.

Sería necesario un gran plan general de formación médica en el que hubiese dinero para planes específicos de formación de los profesionales en sus necesidades, sobre todo en el ámbito público, porque la privada va por otro lado. El Sistema Nacional de Salud ha abandonado la formación de sus profesionales hace muchos años. Casualmente en mi hospital sí existen unos fondos para la formación de profesionales, pero es una cosa excepcional y sería un ejemplo a seguir.

¿Han planteado esta necesidad a las administraciones? ¿Perciben interés por solucionarlo?

Son malos tiempos para la lírica. En estos momentos hay problemas económicos en prácticamente todos los sitios, y la formación ha sido el patito feo. Curiosamente los fondos de formación han estado asociados casi siempre a determinadas políticas sindicales, y es más fácil encontrarse en los centros con preocupación por la formación del personal no sanitario que del personal sanitario.

La formación sanitaria en muchas ocasiones es cara, es exigente, requiere normalmente desplazamientos, y como siempre ha sido realizada por la industria, se ha dejado en sus manos. Esto es un problema, porque implica que las actividades profesionales de los especialistas van a estar condicionada muchas veces por la formación que reciben, y si esa formación está en manos de personas que tienen legítimos intereses, puede ser que esté sesgada.

Hay muchos gastos sanitarios que se podrían limitar con una formación objetiva, dirigida y controlada por las sociedades científicas. Creo que es uno de los errores más dramáticos del Sistema Nacional de Salud: el abandono de la formación sanitaria en manos de la empresa privada.

¿Cómo surge su colaboración con Siemens para poner en marcha este curso?

Hace ya una década aproximadamente. La Seram siempre ha estado buscando la colaboración de la industria para determinadas líneas de formación específica que consideramos que son importantes, y una de ellas es la imagen en oncología. Le planteamos a Siemens colaborar en este campo y aceptó. La colaboración siempre ha sido desinteresada, Siemens nunca nos ha dado ninguna directriz. Entiendo que la compañía, al ser desarrolladores de tecnología, está interesada en que la radiología progrese y solo puedo tener buenas palabras para esta colaboración. Durante estos años de colaboración hemos variado un poco el sistema de formación y hemos pasado de un modelo más tradicional de enseñanza pasiva a un modelo en el que enseñamos a la gente a hacer cosas.

¿Cómo cambian la práctica clínica los últimos avances en imagen?

Ha cambiado absolutamente. Cuando yo empecé la residencia el radiólogo era poco más que un fotógrafo ilustrado. Empleábamos técnicas que es cierto que ayudaban en el manejo de determinadas patologías, pero el impacto del radiólogo en la decisión clínica podía darse en el 15 o 20 por ciento de los casos. Después, los avances tecnológicos han supuesto un avance brutal, y en este momento aproximadamente el 80 por ciento de las decisiones clínicas se basan en la radiología.

¿Ha sido complicado para el radiólogo adaptarse a estas nuevas tecnologías?

La radiología es hoy tremendamente compleja. Sabemos que cada cinco o diez años tenemos que aprender de nuevo todo lo que sabemos. Nos hemos adaptado segmentándonos cada vez más, es imposible abarcarlo todo. En la parte más básica tiene que haber radiólogos generales, pero en centros concretos se exige un conocimiento especial del área de la radiología, lo que obliga a especializarse.

Para esta adaptación es básica la formación continuada. El cambio es brutal y continuo. Un ejemplo muy claro del cambio es nuestra participación ahora en la toma de decisiones, e intervenimos tanto que algunos comités se han suspendido porque no había radiólogos.

¿Qué han supuesto los últimos avances en radiología para el diagnóstico y seguimiento de los procesos oncológicos?

Cervera: Ha supuesto fundamentalmente un cambio de orientación en el seguimiento del paciente oncológico. Los avances tecnológicos permiten ver cómo va modificándose el tumor, si el tratamiento está siendo efectivo, si hay que cambiar de línea, cómo va a responder, etc.

¿Cuáles son los puntos fuertes de los nuevos dispositivos que han llegado al mercado?

Cervera: Diría que las imágenes funcionales. Hasta ahora nos guiábamos con imágenes morfológicas, las radiologías convencionales, que en el enfermo oncológico tienen una utilidad muy limitada, y de ahí pasamos a los TAC, con la valoración de imágenes morfológicas, tamaños, formas, etc., y ahora, con las nuevas implementaciones podemos pasar a valorar imágenes funcionales, y con esto tenemos un control más preciso e instantáneo de cómo se está comportando ese tumor ante determinados tratamientos.

¿Estos avances han complicado la actividad del centro?

Cervera: Sí, la ha complicado. Los procedimientos son más complejos, no solo se valoran unos estudios, unas imágenes, sino que hay que valorar también la función, y para eso se dispone de herramientas de postprocesado. Esto consume tiempo de radiólogos, y eso implica que el profesional se debe especializar más en ese tipo de trabajo, debe actualizarse. Es lo que va a permitir valorar mejor, pero requiere más dedicación, más tiempo, más recursos, que al final supone beneficios para el paciente.

Imagino que habrá conllevado también mayor colaboración con otras especialidades…

El futuro de la medicina es multidisciplinar. Si no hay varios profesionales trabajando para lo mismo, la medicina no existe. No hay nada que pueda ser valorado por una sola persona y ser eficaz.

¿Qué supone para el paciente este desarrollo tecnológico?

Cervera: Está claro que el cáncer es una situación no deseada para ningún paciente. Los gobiernos están preocupados por esta patología que tiene un pronóstico malo, un tratamiento caro y unas perspectivas de supervivencia a largo plazo muy cortas. Lo mejor es la prevención, por ejemplo dejar de fumar, que tiene un efecto en la mejora de la salud pública brutal. Después están las políticas de cribado para el diagnóstico precoz para que el gasto y la supervivencia sean mejores.

¿Qué problemas ha supuesto para la radiología la falta de inversión derivada de la crisis?

En una actividad tecnológica como la nuestra la falta de inversión supone que los equipos permanecen más tiempo activo, y esto implica gastar más. Cuanto más tiempo tiene un equipo, más se estropea y cuando esto ocurre, aumentan las listas de espera, se disparan los gastos en mantenimiento, etc. Además, no tenemos acceso a novedades que en último extremo benefician al paciente.

Con la tecnología tenemos un problema muy serio con el TAC, que ha tenido un cambio significativo hace unos años con la implementación de unos algoritmos de reducción de dosis. Los equipos que tienen más de cinco, seis o siete años radian mucho, y eso es preocupante. Se deberían prohibir hacer pruebas a niños en un escáner de esas características.

El cambio de tecnología en España es extraordinariamente dependiente de las circunstancias políticas. La renovación debería ser algo profesional, relacionado con comisiones técnicas. Además, el Ministerio debería establecer unos criterios de recambio de equipamiento; esto es crítico hacerlo.
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