Falta una estrategia global y evidencia clínica en el abordaje de la enfermedad crónica



25 jun. 2013 17:10H
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J.B. / Redacción. Madrid
Un informe difundido por la consultora Antares Consulting ha revelado que, entre las barreras para la adquisición y uso de tecnología diagnóstica y de seguimiento de las enfermedades crónicas, debe contarse con la erigida por algunos profesionales reticentes a su uso, e incluso con la de que quienes alegan que no existe suficiente evidencia clínica que respalde su implantación en las organizaciones sanitarias, tal como se deduce de la lectura del estudio, que lleva por título La contribución de las tecnologías de diagnóstico y seguimiento en la gestión del paciente crónico.

Al mismo tiempo, la reseña menciona a los sanitarios que sí aceptan el uso de esta nueva tecnología pero reclaman que represente “un valor añadido claro” visible, desde su punto de vista cualificado, “cuando la práctica profesional se hace más fácil, más eficaz o más barata”.Al mismo tiempo, la reseña menciona a los sanitarios que sí aceptan el uso de esta nueva tecnología pero reclaman que represente “un valor añadido claro” visible, desde su punto de vista cualificado, “cuando la práctica profesional se hace más fácil, más eficaz o más barata”.

Eduard Portella, socio director de Antares Consulting.

Estas barreras han sido identificadas por un “panel de expertos” –se lee en la investigación– e incluyen, asimismo, la ausencia de una estrategia global, la resistencia por parte de los enfermos y el coste. En cuanto a la primera, los autores la reclaman para corregir la fragmentación del proceso asistencial con que se topa hoy el paciente, y en concreto se recomienda la extensión de la gestión por procesos como antídoto al problema. Asimismo, se critica “la rigidez de los sistemas de información” por cuanto se convierte en un obstáculo más de cariz técnico para el uso de las nuevas tecnologías.

Con relación al rechazo tanto por parte de los pacientes como de los profesionales, de los segundos el informe reconoce la existencia de sanitarios que, en efecto, se niegan a probar nueva maquinaria tecnológica desoyendo si su coste-efectividad sería superior, en términos de ahorro y productividad, a la de la utilizada hasta el momento. En cuanto a los enfermos, se detecta que los de edad más avanzada “tienen mayores dificultades para incorporarse al mundo digital y de la informática”, brecha digital que se hace en especial evidente en algunos entornos más aislados o limitados desde el punto de vista cultural.

“Además –prosigue– independientemente de la capacidad para utilizar recursos informáticos o tecnológicos, los pacientes tienden a percibir la atención recibida a través de las TIC como una atención de menor calidad comparada con el modelo de atención tradicional”.

Por último, en lo que se relaciona con el coste de la nueva tecnología de diagnosis de la patología crónica, también se considera esta factor como una “barrera muy importante dentro del actual contexto” para su desarrollo e instauración.

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