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27 may. 2015 19:21H
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La crisis ha sido dura, para todos, y ha tocado a estamentos de renombre, como el de los médicos. La sorpresa inicial con los datos de paro, los recortes salariales y el aumento de la jornada laboral en Medicina pasó rápidamente a convertirse en un malestar creciente dentro de un colectivo que, hasta ese momento, era ajeno a las consecuencias de una economía en recesión. A día de hoy, las cifras macro mejoran, pero ¿deben encender ya el altavoz los médicos para reclamar su parte de la recuperación?

Las cifras que ofrece la Organización Médica Colegial (OMC) traducen el impacto directo en la cuenta corriente del médico: 20.000 euros menos al año en los sueldos de Hospitalaria y 11.000 euros menos en Primaria desde 2009. Un duro golpe para los facultativos que, recordemos, han tenido que estudiar y prepararse durante al menos diez años para acceder a sus puestos de trabajo. Eso los que ya están consolidados. A los recién llegados, aparte de las excelentes notas en selectividad y la década de aprendizaje, les espera un lustro o dos, en el mejor de los casos, de eventualidad e interinidad hasta obtener su plaza fija, ya en la madurez de sus vidas.

El rumor de que la recesión económica ha quedado atrás ha hecho que muchos galenos empiecen a pensar que ya es hora de volver al ‘statu quo’ previo a la crisis. Es decir, recuperar una jornada laboral de 35 horas semanales, hasta 20.000 euros anuales de sueldo y bajar la tasa de paro hasta niveles aceptables (el último dato, abril de 2015, deja a 2.111 médicos parados). Ya han pasado seis años, seis años de travesía por el desierto, y gran cantidad de médicos quieren llegar sin más retrasos a la tierra prometida. Sin embargo, uno de los muchos prismas a través de los que se pueden interpretar los resultados del 24-M es en función del grado de coincidencia entre lo que piensa el partido actualmente en el Gobierno (que estamos dejando atrás la crisis, el paro y la recesión), y lo que opina una parte importante y muy activa de la sociedad (que ha votado a otros partidos, en claro signo de desacuerdo).

Hace unos días la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) publicaba una curiosa herramienta que, en función del sueldo mensual o anual que se percibía, daba la opción de comparar el nivel de riqueza autopercibido y el nivel de riqueza real. Al cruzar los datos de retribuciones de la OMC con la herramienta de la OCDE salen unas conclusiones cuando menos interesantes. Si se introduce en esta herramienta un sueldo base de los más bajos (médico de AP, sin guardias, en Andalucía, 1.821 euros mensuales netos), uno podría pensar que ese salario (para una persona sin cargas familiares y de mediana edad) está, aproximadamente, por encima del salario medio del 60 por ciento de la población española.

En realidad, y según la herramienta de la OCDE, ese sueldo está por encima del que perciben ocho de cada diez españoles. Son datos ajustables a cada situación personal, pero sirven de ejemplo para la premisa de este artículo. Es cierto que el colectivo médico debe contar con unas retribuciones y unas condiciones laborales más que dignas que le permitan cumplir con su imprescindible labor para con la sociedad. No obstante, los médicos no deben aislarse de la situación del resto de la sociedad, que es la que pasa precisamente por sus consultas cada día.

Por ello, aunque las reivindicaciones sean justas, el momento de lanzarlas debe ser meditado. Tomando como paralelismo los resultados electorales, si el Gobierno se ha equivocado en la autocomplacencia de decir que ya nadie habla de crisis ni de paro, los médicos no deben cometer el mismo error y lanzarse a pedir que les devuelvan ya lo perdido de forma vehemente, porque buena parte de los ciudadanos puede que no lo entienda ni lo comparta.

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