La gran revolución de nuestro tiempo es la del envejecimiento de la población. Una revolución silenciosa que avanza día a día sin que la sociedad viva plenamente consciente sus formidables consecuencias en todos los terrenos, sean el económico, el social, el familiar, etc.

Los últimos datos demográficos señalan que en España, dentro de 40 años, habrá 15 millones de personas que tendrán más de 64 años, y de éstas, el 40% superará los 80 años de edad. Estos datos nos avanzan que en unos años los mayores serán el grupo poblacional más importante y por lo tanto un grupo a tener muy en cuenta por parte de todos los agentes sociales, desde las empresas de servicios, a las de gran consumo pasando por las administraciones públicas.

En la Fundación Edad&Vida, plataforma de empresas cuyo objetivo es la mejora de la calidad de vida de las personas, obviamente somos muy conscientes de las repercusiones de este fenómeno para los mayores, sus familias y la sociedad en su conjunto.

Este cambio demográfico y el progresivo envejecimiento de la población no harán más que acentuar la presión sobre los presupuestos públicos sanitarios y de dependencia en el futuro, que a tenor de las proyecciones demográficas es más que inminente. Es evidente que el gasto público relacionado con el envejecimiento, en el que la sanidad y la atención a la cronicidad y a la dependencia, junto con las pensiones, tienen un peso muy elevado, debería crecer sustancialmente en los próximos años, no solamente para cubrir las necesidades de una población cada vez más envejecida, sino también para alcanzar los niveles de gasto que están asumiendo en estas partidas los países más desarrollados de Europa. Pero, ¿estamos en condiciones de poder hacer frente al reto que supone mantener nuestro Estado del Bienestar, y más concretamente nuestros sistemas sanitario y de atención a la dependencia tal y como los conocemos?

No me cabe la menor duda que no podemos renunciar al Estado del Bienestar que llevamos construyendo desde hace tantos años, pero sí que considero que deben introducirse cambios que garanticen su sostenibilidad futura. Cambios que, ante la escasez de recursos públicos, pasan por la incentivación de la inversión, por una eficaz y eficiente coordinación de las áreas sanitarias y sociales, por desarrollar y consolidar nuevos modelos de organización y colaboración público-privada a largo plazo en todos y cada uno de sus pilares, empezando por el sanitario y de atención a la dependencia, y poniendo el énfasis en la profesionalización y la especialización de los cuidados. Todo ello situando a la persona y sus necesidades en el centro de todas las políticas y reformas que se lleven a cabo.

Desde Edad&Vida seguiremos insistiendo en estos temas y poniendo todo de nuestra parte para que los que en un futuro serán mayores tengan la mejor calidad de vida posible.


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