Con ánimo de clarificar el debate sobre “política” y “gestión”, empezaré por el final del escrito de Julián Ezquerra, que se publicó en Redacción Médica el pasado 19 de enero.

1 – El final de la segunda parte de su penúltimo párrafo, afirma que “todos somos y hacemos sanidad”, refiriéndose a médicos, farmacéuticos, veterinarios, psicólogos, biólogos... Comparto absolutamente su posición y espero que, cuando en la siguiente legislatura el ministro de Sanidad tome la iniciativa de alcanzar un Pacto por la Sanidad, le recuerde que las representaciones de las profesiones que cita también sean convocadas para conformar dicho acuerdo. ¡Gracias anticipadas!

2 – También en su penúltimo párrafo, Julián Ezquerra afirma no compartir que se introduzcan “legítimas reivindicaciones de unos profesionales” en el debate central que nos ocupa. Además de constatar muy positivamente la valoración que hace de nuestras reivindicaciones, he de aclarar que la finalidad de los ejemplos expuestos en mi nota ‘No debe ser posible gestionar sin políticos’ no es reivindicativa, sino la de poner sobre la mesa ejemplos concretos de arbitrariedad en actuaciones de gestores sanitarios, de la misma manera que Julián Ezquerra pone un ejemplo concreto de lo ocurrido en el Hospital Juan Canalejo de A Coruña para defender su tesis. En todo caso, no es él quien debe salir al paso de mis ejemplos, sino quienes cometieron dichos atropellos; ¡¡qué calladitos están!!

3 – Ambos coincidimos en que “la política sanitaria la marquen aquellos que tengan el respaldo democrático concedido por los ciudadanos”. Al menos para mí, este pronunciamiento no quedaba, ni siquiera implícito, en su artículo inicial y de ahí mi nota inicial al respecto. Julián Ezquerra, le agradezco muchísimo su declaración de principios, que comparto absolutamente.

4 – Entrando en el fondo del asunto, en su segundo artículo, insiste en defender “un modelo que diferencia bien la política y la gestión”. Pues bien, en mi opinión este modelo ni existe ni puede existir. Aporto dos argumentos, que seguidamente expongo.

4.1 - Argumento semántico. Lo primero es saber de qué estamos hablando. Por mi parte, me acojo al Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua. Respecto del sustantivo “política”, su quinta acepción reza “orientaciones o directrices que rigen la actuación de una persona o entidad en un asunto o campo determinado”. El sustantivo “gestión” es definido como “acción o efecto de administrar o de gestionar”; por lo que respecta a “administrar”, el diccionario define este verbo hasta en ocho acepciones, muy parecidas entre sí; la primera de ellas es “gobernar, ejercer la autoridad o el mando sobre un territorio y sobre las personas que lo habitan”; finalmente, “gestionar” es “hacer diligencias conducentes al logro de un negocio o de un deseo”.

Vemos que apenas hay distinción entre el significado de los sustantivos “política” y “gestión”; de hecho, tanto privadamente como en grupos sociales o en la Administración Pública, las personas llevamos a cabo tareas que van impregnadas de ambos conceptos simultáneamente, tanto en la asignación de recursos como, una vez asignados, el modo de emplearlos. A mi entender, pretender diferenciar “gestión” y “política” es tan inútil como pretender la cuadratura del círculo. Me abstengo de poner ejemplos.

4.2 - Argumento jurídico. En nuestro Estado social y democrático de Derecho rige la separación de poderes, uno de los cuales es el poder Ejecutivo. Corresponde al Gobierno español la función ejecutiva y la potestad reglamentaria (artículo 1.1. de la Ley 50/1997, de 27 de noviembre, del Gobierno). Para ello, éste cuenta con la Administración General del Estado, que actúa bajo su dirección y de acuerdo con varios principios, del que destaco el de jerarquía, a efectos de este debate (artículos 2.1 y 3.1.a) de la Ley 6/1997, de 14 de abril, por la que se establece la Organización y Funcionamiento de la Administración General del Estado).

El principio de jerarquía hace que la distinción entre “política” y “gestión” sea imperceptible en cualquier nivel de la Administración. También renuncio a poner ejemplos.

Para acabar, es posible que Julián Ezquerra considere como sinónimos “política” y “clientelismo”, o “amiguismo”, o “tráfico de influencias, o “chanchulleo”, o… Si ése fuera el núcleo de su posición, entonces la comparto. Pero me reconocerá que estos vicios también se dan en la “gestión”, término cuasi-sinónimo de “política”. ¡¡Así es la naturaleza humana!!

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